España

Los obispos españoles condenan sin paliativos la «sanación intergeneracional»

La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de España ha publicado una nota doctrinal sobre la "sanación intergeneracional", alertando sobre su falta de base en la tradición y doctrina de la Iglesia. Esta práctica, promovida por algunos sacerdotes, es vista como un sincretismo teológico peligroso que puede causar daño espiritual. La nota subraya que el pecado es personal y no se transmite de generación en generación, defendiendo la eficacia del bautismo y la gracia de Dios.

Redacción Omnes·26 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos
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Foto de Mario Heller en Unsplash

En los últimos años, algunas diócesis españolas han identificado la práctica de la llamada «sanación intergeneracional» en oraciones y retiros promovidos por movimientos carismáticos. Preocupados ante esta situación, los Obispos de la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española, solicitaron estudios a expertos en teología y psicología para analizar esta práctica. Tras evaluar los informes, en marzo de 2024 decidieron elaborar una nota que sintetizara la información sobre esta práctica y ofreciera una valoración doctrinal, destacando sus riesgos y señalando su incompatibilidad con la tradición y fe de la Iglesia. Este documento fue aprobado en septiembre de 2024 para su difusión oficial y ha sido publicado el 26 de noviembre.

Qué es la «sanación intergeneracional»

La teoría y práctica de la «sanación intergeneracional», también llamada «sanación del árbol genealógico», tiene sus bases en las polémicas obras de varios autores que combinan psicología, terapia y espiritualidad. Uno de los principales exponentes es Kenneth McAll, médico y misionero anglicano, quien se apoya en la psicología de Carl Gustav Jung para establecer un vínculo entre enfermedades y fuerzas malignas. Posteriormente, esta idea fue desarrollada por el claretiano John Hampsch y por el sacerdote Robert DeGrandis, quien popularizó esta práctica dentro de la Renovación Carismática católica gracias a su cercanía a este movimiento.

Estos autores sostienen que el pecado puede transmitirse entre generaciones, planteando que los pecados no perdonados de los antepasados serían responsables de trastornos físicos y psicológicos en sus descendientes. Según esta perspectiva, la sanación se logra identificando esos pecados en el árbol genealógico y utilizando herramientas espirituales como oraciones de intercesión, exorcismos y, especialmente, la celebración de la Eucaristía. A través de estas prácticas, se busca que Jesús o el Espíritu Santo rompan los lazos de pecado, logrando una sanación que frecuentemente se describe como inmediata y completa.

Intervenciones magisteriales

El magisterio católico ha advertido sobre los riesgos teológicos y pastorales de la «sanación intergeneracional». La Conferencia Episcopal Francesa señaló en 2007 que esta práctica simplifica en exceso la transmisión de enfermedades psíquicas, anulando la libertad individual y distorsionando la teología sacramental, al negar el poder completo del bautismo. Ese mismo año, el obispo Paul Choi Deog-ki de Suwon explicó que la idea de heredar pecados es incompatible con la doctrina católica, dado que el bautismo limpia completamente los pecados individuales.

En 2015, la Conferencia Episcopal Polaca publicó un análisis profundo, concluyendo que esta práctica carece de fundamento en las Escrituras, la Tradición y el Magisterio, contradiciendo la verdad de la misericordia divina y la eficacia del bautismo y la reconciliación. Estas intervenciones subrayan que los pecados no son transmisibles y que la gracia sacramental es suficiente para liberar al individuo.

Fundamentación teológica

El Magisterio de la Iglesia rechaza la teoría de la sanación intergeneracional, que propone que los pecados de los antepasados pueden influir en las generaciones posteriores. Según la doctrina católica, el pecado es siempre personal y requiere una decisión libre de la voluntad, como establece la exhortación Reconciliatio et Paenitentia (1984). Solo el pecado original se transmite de generación en generación, pero no de manera culpable, como subraya el Catecismo.

Además, la responsabilidad por los pecados es individual, no colectiva, y la salvación se da gratuitamente a través de Cristo. El bautismo borra todos los pecados, incluyendo el original, y no deja consecuencias que justifiquen la transmisión de los pecados. La Eucaristía y las oraciones por los difuntos, aunque válidas, no tienen el propósito de sanación intergeneracional. La Iglesia también regula las oraciones de curación, exigiendo que se celebren bajo la vigilancia de la autoridad eclesiástica para evitar distorsionar la liturgia.

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