España

Los obispos auxiliares de Madrid: “orantes y cercanos”

Omnes·16 de febrero de 2018·Tiempo de lectura: 3 minutos

El pasado 17 de febrero fueron ordenados los tres nuevos obispos auxiliares de Madrid nombrados por el Papa Francisco para ayudar al cardenal Osoro, arzobispo de Madrid, en su tarea pastoral.

Texto –  Rafael Miner

Los nuevos obispos auxiliares de Madrid son José Cobo (Jaén, 1965), Santos Montoya (Ciudad Real, 1966) y Jesús Vidal (Madrid, 1974). Todo indica que el Papa Francisco ha respaldado plenamente los candidatos del arzobispo Osoro, que ha buscado en especial “hombres de fe”, según manifestó el 29 de diciembre en su comparecencia ante los medios.

El cardenal Osoro dio las gracias al Papa “por la respuesta que ha dado” a la propuesta que se le presentó. Sigue en la diócesis, también como obispo auxiliar, Mons. Juan Antonio Martínez Camino, al que el arzobispo madrileño sentó a su lado en la rueda de prensa y valoró la “pastoral de santidad” que lleva a cabo.

Hay otros rasgos comunes a los tres nuevos obispos auxiliares de Madrid. Por ejemplo, son licenciados universitarios: Cobo, Derecho; Montoya, Químicas; y Vidal, Económicas y Empresariales. El cardenal ha subrayado también su perfil pastoral, curtidos en parroquias “al servicio de la gente”. Jesús Vidal es rector del Seminario Conciliar de Madrid, y Santos Montoya fue director del seminario menor madrileño.

¿Por qué ahora y no antes, o después? El cardenal explica que tres años después de “haberme pateado toda la diócesis” era el momento de solicitar a Roma la ayuda de nuevos auxiliares “para una diócesis tan grande como ésta, con cinco millones de personas”. “El obispo tiene que estar en visita permanente a las comunidades”, con el fin de “dinamizar la vida cristiana”. Y esto “no puede hacerlo una sola persona”, añadió el arzobispo madrileño, que ha impulsado estos años un ambicioso Plan Diocesano de Evangelización, del que viene informando la revista Palabra.

Padres y hermanos

¿Qué espera el Papa de los nuevos obispos auxiliares? ¿Y su arzobispo? ¿Y los sacerdotes? ¿Y los fieles de la diócesis? Son preguntas legítimas que cualquier fiel puede hacerse, aunque los obispos, sacerdotes y religiosos también son fieles; si no, serían infieles.   

En su reciente viaje a Chile y Perú, el Papa Francisco recibió a los episcopados de ambas naciones. Y una idea principal de su breve discurso a los obispos fue ésta: “¡La paternidad del obispo con su presbiterio! Una paternidad que no es paternalismo ni abuso de autoridad. Un don a pedir. Estén cerca de sus curas al estilo de san José”, dijo el Santo Padre a los obispos chilenos hace unas semanas.

No es algo novedoso. El año pasado, el sucesor de Pedro se reunió con los miembros de la Congregación para el Clero. El diario francés La Croix tituló así el encuentro: “El Papa Francisco pide a los obispos que sean ‘padres’ para sus sacerdotes”. Y lo contó de esta manera: “Cuántas veces he oído las quejas de los sacerdotes que no pueden contactar con su obispo […]. Todo sacerdote “debe sentir que tiene un padre que está cerca”, insistió, porque no podemos “hacer crecer y santificar a un sacerdote sin la proximidad paternal del obispo””.

Antes, en 2014, en un amplio discurso a la Congregación para los Obispos fechado el 27 de febrero, el Papa Francisco habló de “obispos orantes” y de “obispos pastores”, y trazaba “el siguiente perfil de los candidatos al episcopado: ‘Que sean padres y hermanos; que sean apacibles, pacientes y misericordiosos; que amen la pobreza: interior como libertad para el Señor, y también exterior como sencillez y austeridad de vida; que no tengan una psicología de ‘príncipe’s…”.

Estos son los pastores que nos regala el Papa. Unos rasgos combinados con lo que subrayaba también a los obispos chilenos: “La falta de conciencia de pertenecer al Pueblo de Dios como servidores, y no como dueños, nos puede llevar a una de las tentaciones que más daño le hacen al dinamismo misionero que estamos llamados a impulsar: el clericalismo”. “El clericalismo se olvida de que toda la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el Pueblo de Dios (Lumen Gentium, 9-14) […] Los laicos no son nuestros peones ni nuestros empleados. […] Velemos, por favor, contra esta tentación, especialmente en los seminarios y en todo el proceso formativo”, añadía el Papa. n

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