El obispo auxiliar de los Ángeles, Mons. David G. O’Connell fue hallado muerto en su domicilio de un suburbio de Los Ángeles la tarde del sábado 18 de febrero. La Oficina del Alguacil de Los Ángeles señaló que se trató de un homicidio a causa de una herida de bala. El clérigo fue declarado muerto en el lugar. La lamentable noticia causó gran conmoción en la comunidad católica de Los Ángeles. “No tengo palabras para expresar mi tristeza”, dijo Mons. José H. Gómez, arzobispo de Los Ángeles. El Obispo O’Connell, de 69 años, “fue un sembrador de paz con un gran corazón para los pobres y los inmigrantes. Buscó con pasión construir una comunidad que honrara y protegiera la santidad y dignidad de cada vida humana. Fue un gran amigo”, indicó Mons. Gómez.
Mons. David G. O’Connell nació en el condado de Cork, en Irlanda en 1953. Estudió en el seminario All Hallows College de Dublín. En 1979 recibió la ordenación sacerdotal para servir en la Arquidiócesis de los Ángeles. Desarrolló su ministerio sacerdotal como párroco en diversas iglesias del Sur de Los Ángeles, una zona afectada por la pobreza. Enfocó sus esfuerzos pastorales en las comunidades afectadas por la violencia, las pandillas, y las tensiones raciales, situaciones que tuvieron su culmen en los disturbios sociales de Los Ángeles a inicios de los años 90 y que se desencadenaron tras la brutal golpiza que recibió el afroamericano Rodney King en marzo de 1991 a manos de agentes de la policía. O’Connell trabajó tenazmente para restaurar la confianza entre las autoridades y la comunidad angelina.
En el 2015 el Papa Francisco lo nombró obispo auxiliar de Los Ángeles y le asignó la región pastoral de San Gabriel. En su ministerio episcopal trabajó arduamente en la evangelización, la pastoral de los inmigrantes y las escuelas católicas: “Las parroquias y las escuelas son poderosos instrumentos de transformación en la vida de las personas y de las comunidades” señaló O’Connell. También se desempeñó como presidente del Subcomité de la Campaña Católica para el Desarrollo Humano de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.
A pesar de sus diferentes logros, O’Connell se distinguía por ser un sacerdote sencillo, con los pies en la tierra y con acento irlandés que no ocultaba. Disfrutaba mucho trabajar con la gente más humilde del Sur de Los Ángeles: “Ha sido la gran alegría de mi vida ser el pastor de esas comunidades, especialmente las que sufren a causa de la pobreza u otras dificultades”.