La aprobación de la Ley sobre salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo y la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI ha llevado a los obispos que conforman la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española a alzar la voz ante los ataques a la dignidad personal y la vida humana que se contienen en estas normas.
De hecho, los obispos hablan de una colonización ideológica ante las que «queremos recordar la antropología adecuada que nos muestra que la persona es la unión de cuerpo y alma».
La ley del aborto
En este sentido, los obispos, destacan su rechazo frontal a la nueva ley del aborto que no sólo lo ampara sino que promulga el aborto como un derecho y contiene aspectos tan preocupantes como la permisión del «aborto de los discapacitados hasta los cinco meses y medio, la posibilidad de que las chicas de 16 y 17 años puedan abortar sin el consentimiento de sus padres, la obligatoriedad de que los médicos que rechacen realizar abortos tengan que inscribirse en un registro de objetores de conciencia o la eliminación del período de reflexión antes de abortar y de la información sobre alternativas al aborto».
En efecto, esta nueva ley del aborto eleva la eliminación del no nacido a «bien jurídico” como destacaban para Omnes hace unas semanas Pilar Zambrano, profesora de Filosofía del Derecho de la Universidad de Navarra.
La llamada «ley trans»
Asimismo, desde la Subcomisión han señalado la ideologización total de la norma jurídica manifestada en la «Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI» que impone, de manera unilateral, la teoría queer en el sistema judicial y sanitario español «estableciendo e imponiendo arbitrariamente una única concepción antropológica».
En este punto, los obispos han querido recordar varios puntos clave que respaldan este rechazo de los obispos a la imposición de esta ley:
– Los testimonios de familias, madres, jóvenes y adolescentes que han sufrido las consecuencias de esta imposición de la teoría de género a los que los prelados han mostrado su «apoyo y ayuda».
– La imposición de «una peculiar y reducida visión antropológica en todos los ámbitos: educativo, jurídico, sanitario, laboral, en los medios de comunicación, en la cultura, el deporte y el ocio» que, desde diversas instancias gubernamentales se ha incrementado en los últimos años.
– La falta de rigor científico en la elaboración de estas leyes. Como apunta esta nota» los estudios científicos coinciden en que más del 70% de los niños que piden cambiar de sexo, cuando pasan la adolescencia, no siguen pidiendo el cambio». En esta línea, los obispos recuerdan que «la despatologización de la transexualidad se identifica con favorecer una intervención médica, pero sin criterios médicos, sino con criterios subjetivos del paciente. Una subjetivización que «obliga al personal sanitario a obedecer los deseos de los pacientes, aunque ello conlleve graves riesgos para la persona».
Además, la nueva ley «niega la posibilidad de tratamiento psicosexual e incluso la necesidad de obtener un diagnóstico de las personas con trastorno de identidad de género, confundiendo el diagnóstico médico con un intento de anulación de la personalidad». A esto se suman «los testimonios de personas que se han sometido a la reasignación y no han visto solucionado su situación. Igualmente hay que valorar bien los tratamientos y explicar las secuelas, los efectos secundarios y las complicaciones de los mismos».
La posición de los fieles
Además de enumerar algunos de los principales aspectos rechazables de esta norma, los obispos han querido también dibujar la actitud de los fieles cristianos ante las personas con disforia de género ante la que «comunidad cristiana y, en particular, los pastores debemos desarrollar, siempre, sentimientos de acogida».
Al mismo tiempo han animado a «alzar la voz con fuerza y denunciar el uso de tratamientos prematuros e irreversibles aún más cuando no se está seguro de la existencia de una auténtica Disforia de Género. Las actuaciones médicas que se lleven a cabo en los menores, después de una serena reflexión, nunca deben ser de carácter irreversible».
Al tiempo, los obispos han manifestado que quienes sufren este tipo de disforia de género «están llamados por Jesucristo a la santidad y a realizar, animados por el Espíritu Santo la voluntad de Dios en sus vidas, uniendo al sacrificio de la cruz los sufrimientos y las dificultades que puedan experimentar a causa de su condición» y han apelado al respeto de la «libertad de conciencia y de ciencia a todos los profesionales de los diversos ámbitos de la vida social sin condicionar el desempeño profesional en libertad» ante un adoctrinamiento que condiciona «el desempeño profesional en el campo educativo, sanitario, función pública, judicatura, cultura, medios de comunicación».
La imposición de leyes que atentan contra la vida humana en diversas etapas llevó, a la Conferencia Episcopal Española, a publicar, el pasado mes de marzo, una nota doctrinal sobre la objeción de conciencia en la que pretenden ofrecer criterios y principios ante los problemas que leyes como la de la eutanasia, o la nueva ley sobre el aborto plantean para los católicos.