La Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE) ha hecho una nueva y más decidida intervención sobre la cuestión del aborto. En julio del año pasado, pidió a los líderes políticos que trabajaran «por una mayor unidad entre los europeos, no para crear más barreras ideológicas». Por aquel entonces, se debatía la posibilidad de incluir el derecho al aborto en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, una posibilidad esbozada por primera vez por el presidente francés, Emmanuel Macron.
«Contra los principios generales del derecho de la Unión»
Un llamamiento que la COMECE hizo tras la aprobación de la resolución del Parlamento Europeo -aprobada con 324 votos a favor, 155 en contra y 38 abstenciones- en la que se pedía la inclusión del aborto en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE y se condenaba lo ocurrido en Estados Unidos. La resolución, titulada «La decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos», de anular el derecho al aborto en ese país y la necesidad de salvaguardar el derecho al aborto y la salud de la mujer en la UE, «abre la vía a una desviación de los derechos humanos universalmente reconocidos y tergiversa la tragedia que supone el aborto para las madres en apuros», escribió la COMECE, subrayando la urgencia de «apoyar a las madres embarazadas y acompañarlas para que superen sus dificultades en situaciones problemáticas».
Hace unos días, la réplica fue tajante: «No existe un derecho reconocido al aborto en el derecho europeo ni en el internacional», recordó la Comisión de Conferencias Episcopales de la UE (COMECE). De hecho, introducir semejante «derecho fundamental» en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea «iría contra los principios generales del derecho de la Unión», afirmó Anton Jamnik, presidente de la Comisión de Ética.
Referencias puntuales en un un comunicado que detallaba que esta propuesta es éticamente indefendible. «Los Estados miembros de la UE tienen tradiciones constitucionales muy distintas en lo que respecta a la regulación legal del aborto», afirmó Jamnik. Imponer una forma determinada desde Bruselas sería una injerencia indebida en su soberanía. «No hay una competencia a nivel de la UE para regular el aborto», sentencia el texto.
Los fundadores de la Unión protegían la dignidad humana
Además, «el Tribunal Europeo de Derechos Humanos nunca ha declarado que el aborto sea un derecho humano protegido por la Convención Europea de Derechos Humanos». Al contrario, ha reconocido que proteger la vida del no nacido es «un objetivo legítimo» de los Estados. Cuando este derecho colisiona con los de la mujer, el Tribunal reconoce a cada país un amplio margen de maniobra.
En la declaración, se lee que «el respeto a la dignidad de cada ser humano en cada etapa de su vida, especialmente en situaciones de completa vulnerabilidad, es un principio fundamental en una sociedad democrática». Más aún, los padres fundadores de la Unión eran «muy conscientes» de la «inalienable dignidad del ser humano». Se basaban para ello «en la genuina tradición humanística que hace de Europa lo que es».
El aborto no es competencia del Parlamento Europeo
Por último, la Comisión de Ética subraya que cambiar la Carta de Derechos Fundamentales de la UE «requeriría un procedimiento muy complejo». Haría falta, por ejemplo, celebrar una convención con representantes de todos los Parlamentos nacionales y los jefes de Estado y de Gobierno. Y el resultado final tendría que ratificarse por unanimidad.
La tesis básica es la misma que en 2022: «El Parlamento Europeo no debe entrar en un ámbito, como el aborto, que no es de su competencia, ni interferir en los asuntos internos de los países democráticos de la UE o de fuera de ella».