Vaticano

Myanmar y Tierra Santa: la urgencia de la fraternidad

El Papa Francisco tiene muy presentes los sucesos tristes que están sucediendo en Myanmar o en Tierra Santa: ha hecho un llamamiento a la paz, al cese de las armas y calificó la situación como una "grave herida para la fraternidad y la convivencia pacífica entre los ciudadanos". 

Giovanni Tridente·18 de mayo de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos
niño palestino llora la muerte de su hermano

Foto: ©2021 Catholic News Service / U.S. Conference of Catholic Bishops.

Los dramas y sufrimientos de los últimos días en Myanmar y Tierra Santa tuvieron este domingo su eco en el centro de la cristiandad, primero en la basílica vaticana y luego en la plaza de San Pedro, con la voz rota por el dolor del Papa Francisco.

En la solemnidad de la Ascensión del Señor, el Pontífice celebró la Misa de la fiesta en el Altar de la Cátedra con una representación de los fieles de Myanmar que residen en Roma, justo cuando ese querido país «está marcado por la violencia, el conflicto y la represión».

Llamados a ser custodios

Precisamente, el Papa lanzó un fuerte mensaje de esperanza, a pesar de los difíciles momentos de dolor y desconfianza que vive el pueblo birmano, e invitó a todos a convertirse en custodios.

Custodios, ante todo, de la fe, para no caer en la resignación, siguiendo el ejemplo de Jesús, que en la hora más dura «levanta la mirada a Dios». Cada uno de nosotros -especialmente los que sufren y están desanimados- está llamado a mirar al cielo, incluso cuando «en la tierra se derrama sangre inocente», porque no debemos «ceder a la lógica del odio y la venganza».

Esta disposición del corazón nos lleva también a «salvaguardar la unidad», empezando por nuestro pequeño entorno, porque, al fin y al cabo, los enfrentamientos y las divisiones se exacerban cuando se persiguen intereses partidistas o el afán de lucro. Debemos, en definitiva, ser constructores y sembradores de fraternidad, superando la lógica que divide, «que pone a cada uno en el centro, descartando a los demás».

Por último, dijo el Papa en su homilía a los fieles de Myanmar, debemos ser custodios de la verdad, por tanto de Cristo mismo, «revelación del amor del Padre». No debemos plegar el Evangelio a la lógica humana y mundana, sino convertirnos en «profetas en todas las situaciones de la vida», en testigos creíbles aunque esto pueda significar «ir contracorriente».

Sobre Tierra Santa

El fuerte llamamiento del Papa para que se ponga fin a la terrible violencia armada que se ha desatado en Tierra Santa desde hace varios días se produjo tras el rezo del Regina Caeli desde la ventana de la Plaza de San Pedro. Es muy fuerte la preocupación de que los enfrentamientos armados entre la Franja de Gaza e Israel puedan degenerar en una espiral imparable de más destrucción y muerte, lo que representa «una grave herida para la fraternidad y la convivencia pacífica entre los ciudadanos».

El Papa también denunció la participación «terrible e inaceptable» de varios niños y muchos inocentes que han muerto en los recientes enfrentamientos. De ahí el llamamiento «a la calma, a los que tienen responsabilidad, para que dejen el estruendo de las armas y caminen por los senderos de la paz».

Son momentos verdaderamente preocupantes, mientras surge la conciencia de la urgencia de volver a poner sobre la mesa -y hacer de los corazones levadura- el Documento sobre la fraternidad humana, firmado hace dos años en Abu Dhabi, y la Encíclica Fratelli Tutti del pasado 4 de octubre, para construir el futuro y no destruirlo, como recordó el Santo Padre.

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