La Iglesia católica desde sus orígenes dio gran importancia a la música, en particular la que anima y da belleza a la liturgia. Consciente de ello, el Papa san Pio X fundó en el año 1910 en Roma, un instituto de excelencia con el nombre «Scuola superiore di musica sacra» para que se preserven los tesoros musicales que surgieron a través de los siglos y en los diversos lugares y culturas del mundo. Además para que se formen los nuevos y futuros músicos y compositores que darán brillo a las ceremonias religiosas en los más diversos países del mundo.
Hoy, el Pontificium Institutum Musicae Sacrae (PIMS), está dirigido por Mons. Vincenzo de Gregorio, 77 años, en quien se trasluce la alegría de un itinerario sacerdotal y artístico sereno, que le llevó desde su anterior encargo -director de la Orquesta Sinfónica de Nápoles- a este Instituto. El PIMS por facultad de la Sede Apostólica, confiere los grados académicos de bachillerato, licenciatura, magisterio y doctorado.
Los contenidos
“Este instituto tiene en su interior -explica Mons. De Gregorio – siete órganos, salas de estudio, varios pianos, un aula magna, la capilla principal con un coro proveniente de la antigua iglesia de San Calixto y una biblioteca con 40 mil volúmenes que es parte del sistema bibliotecario italiano”.
El programa es vasto: se aprende canto gregoriano, composición, polifónico, coralidad -en particular de la Schola Romana- pasando por el ‘coro a cappella medioevale’ y llegando a la música contemporánea, sin olvidar el piano, la organografía, liturgia, programación litúrgica, pastoral, musicología y canto didáctico.
El órgano merece un capítulo especial, puesto que en la etapa trienal se enseña la literatura organística antigua, barroca y moderna. El segundo nivel académico de dos años se pone en la perspectiva de tres tipologías: música antigua, el órgano en la literatura del siglo XVII y XVIII, improvisación y composición para la liturgia.
Los estudiantes
Para ingresar a esta universidad mixta no hay que ser necesariamente católico, indica su Rector, pero los postulantes “deben traer una carta de presentación de un obispo y aprobar un examen que certifique el nivel”, si bien algunos antes de ingresar tienen que realizar estudios previos.
“El instituto pasó de poco menos de 50 alumnos al inicio de mi mandato hace once años, a los casi 160 actuales, provenientes de unos 40 países, de los cuales 35 estudiantes en la residencia universitaria”, explica el sacerdote. Reconoce, entretanto, que no se logra tener un número mayor de alumnos, “porque a diferencia de otras disciplinas, cada uno de ellos necesita una atención individual”.
En el mes de septiembre se realizan los exámenes de composición, con pruebas específicas, seguido por el de admisión y en octubre inicia el año académico.
La sede
Su actual sede, la abadía “San Girolamo in urbe” construida a inicios del siglo pasado, fue entregada a los benedictinos de Francia y Luxemburgo, quienes por voluntad de Pío XI profundizaron la crítica literaria sobre la Sagrada Escritura, usando la filología, semiótica, arqueología y otras ciencias.
A partir de 1984 pasó a ser la sede del Pontificium Institutum Musicae Sacrae (PIMS), que además mantiene su auditorio en la Piazza di Sant’Agostino. Hoy el PIMS goza de personalidad jurídica propia, “sui juris” y se rige por las normas del derecho canónico, depende del dicasterio de la Cultura y Educación, creado por el papa Francisco con la Constitución apostólica Praedicate evangelium, promulgada el 19 de marzo de 2022 y que fusionó a dos dicasterios: el Pontificio Consejo de la Cultura y la Congregación para la Educación Católica