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¡Volvemos con alegría a la Eucaristía!

Una invitación a acudir a la Misa “sin sustitutivos” en cuanto sea posible.

Ricardo Bazán·24 de septiembre de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

El cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación  para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha enviado una carta a los presidentes de las Conferencias Episcopales de la Iglesia Católica, documento aprobado por el Papa Francisco, con la finalidad de dar unas directrices sobre la celebración de la liturgia durante y después de la pandemia que actualmente vivimos.

Dimensión comunitaria

El documento comienza por resaltar la importancia de la dimensión comunitaria, es decir, que la dimensión relacional es intrínseca al hombre, creado a imagen y semenjanza de Dios Uno y Trino. Así como también el “Señor Jesús inició su ministerio público llamando a un grupo de discípulos para que compartirán con él la vida y el anuncio del Reino; de este pequeño rebaño nace la Iglesia”.

La libertad de culto

Al cardenal Sarah llama la atención sobre el hecho de que “los cristianos, apenas gozaron de libertad de culto, rápidamente edificaron lugares que fueran domus Dei et domus Ecclesiae donde los fieles pudieran reconocerse como comunidad de Dios, pueblo convocado para el culto y constituido en asamblea santa”. De este modo, deja clara la necesidad y connaturalidad de que los católicos puedan celebrar el misterio central de la fe de modo comunitario, es decir, la fe no es una cuestión privada.

Colaboración con la autoridad civil

Los cristianos siempre hemos buscado vivir “formados en el valor de la vida comunitaria y en la búsqueda del bien común”, de allí que durante este tiempo de pandemia se ha manifestado “un gran sentido de responsabilidad” por parte de los obispos y pastores que han sabido acatar las normas emanadas por la autoridad civil con miras a prevenir el contagio, incluso “han estado dispuestos a asumir decisiones difíciles y dolorosas, hasta la suspensión prolongada de la participación de los fieles en la celebración de la Eucaristía”.

Volvamos a la Eucaristía

“Sin embargo, tan pronto como las circunstancias lo permitan, es necesario y urgente volver a la normalidad de la vida cristiana, que tiene como casa el edificio de la iglesia, y la celebración de la liturgia, particularmente de la Eucaristía”. De este modo, el prefecto de la Congregación insta a los obispos a que retomen la celebración de la santa Misa por ser la fuente de donde mana toda la actividad de la Iglesia (cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 10), siempre con la debida observancia de las normas sanitarias.

Algunos peligros

Previene de algunos peligros, consecuencia de que el pueblo de Dios haya estado privado de los sacramentos: equiparar las transmisiones de la santa Misa a la participación personal en la Eucaristía; la sustitución del contacto físico con el Señor, verdaderamente presente en la Eucaristía; reducir la santa Misa, por parte de la autoridad civil, a una reunión equiparable a actividades recreativas; permitir que el Estado legisle sobre las normas litúrgicas; excederse en lo que preven las normas higiénicas al punto de desconocer a los fieles el derecho a recibir el Cuerpo de Cristo y adorarle en los modos previstos. Para ello, advierte a los obispos que estén atentos y confia en su acción “prudente pero firme” para que los fieles puedan volver a la Eucaristía.

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