“Queridos hermanos, os animo a proseguir el trabajo que habéis emprendido, valorando sabiamente las aportaciones de todos. Aprovecho la ocasión para dar las gracias a los sacerdotes y a los religiosos que trabajan en las diversas circunscripciones eclesiásticas, en particular a los franciscanos en la diócesis de la Santísima Trinidad en Almaty, a los jesuitas en Kirguizistán, a los franciscanos conventuales en Uzbekistán, a los religiosos del Instituto del Verbo Encarnado en la missio sui iuris en Tayikistán, y a los Oblatos de María Inmaculada en la missio sui iuris en Turkmenistán”: con estas palabras se despedía Benedicto XVI de los obispos de Asia central en visita ad limina en 2008.
El Estado kazajo ha subrayado desde sus inicios, hace 25 años, que para mantener la paz social es necesario observar estrictamente la armonía religiosa, el respeto mutuo entre credos.
Así, en un país de gran mayoría musulmana –11 de los 16 millones de habitantes–, la relación con las demás religiones y confesiones cristianas –ortodoxos (5 millones), católicos, etc.– es excelente, y las autoridades del país procuran conservar la pluralidad religiosa. Al gobierno le viene bien que estén trabajando allí ortodoxos, católicos y judíos, porque frena y evita la llegada del islamismo radical.
La Iglesia en Kazajstán es, pues, minoritaria, dedicada principalmente a atender a los católicos desperdigados por el país. Puede desarrollar su actividad con normalidad, pero ad intra, sin manifestaciones externas, aunque hay posibilidad de intervenir en televisión o ser invitados a hablar en la universidad, por ejemplo.
Aunque no hay estadísticas oficiales fiables, se estima que hay alrededor de 200.000 católicos en el país, concentrados fundamentalmente en el norte (en las diócesis de Astaná y Karaganda) y en el sur (en la diócesis de Almaty), donde llegaron más deportados en la época de Stalin.
Las variaciones en esa cifra de creyentes dependen, en gran medida, del número de hijos que tengan los católicos, pues en estas tierras se entiende el hecho religioso más como una cuestión cultural (de herencia), que una decisión personal. Por este motivo, los casos de conversión de una religión a otra son raros, al igual que los de ateísmo.
Radiografía
En Kazajstán desarrollan su ministerio sacerdotal cerca de 90 sacerdotes –incluyendo a los religiosos–, ayudados por más de 100 monjas de muy diversas nacionalidades: kazajas, polacas, coreanas, italianas, alemanas, eslovacas, indias, etc.
Existen tres diócesis y una administración apostólica en el oeste. En el norte, la de Santa María, en Astaná, regida por el arzobispo Mons. Peta, al que ayuda como obispo auxiliar Mons. Schneider. En el sur, la de Santísima Trinidad, en Almaty, regida desde 2011 por el obispo Mons. Mombiela, que preside la conferencia de obispos; en el centro, Karaganda, con Mons. Del ‘Oro; en el oeste, la Administración apostólica de Atyrau, regida por el Padre Buras.
La diócesis de Almaty cuenta con varias parroquias: Almaty (catedral), Kapchigay, Taldikorgan, Taraz y Shimkent, una en cada ciudad. Y cerca de Kapchigay, hay dos sacerdotes que están intentando recuperar las parroquias de dos pueblos: Nura (mayoría polaca) y Yetiguén (coreanos principalmente).
En Kazajstán existen dos santuarios marianos, uno en Oziornoye y otro en Karaganda. El Santuario nacional de Santa María, Reina de la Paz, en Oziornoye, está dedicado al milagro que hizo la Virgen al aparecerse a un grupo de deportados hambrientos, indicándoles un lugar escondido o poco visible en la estepa donde había mucho pescado y así se salvaron. El de Karaganda es la catedral de Nuestra Señora de Fátima.
En la catedral de Karaganda está enterrado el sacerdote polaco recientemente beatificado Vladislav Bukovinski, que murió en 1974 habiendo pasado 14 años en diversos campos de concentración durante los años más duros del comunismo.
Allí está también enterrado el obispo Aleksander Jira, en proceso de beatificación. En aquella época, los sacerdotes tenían que ejercer el ministerio en secreto y a veces eran delatados y detenidos; hoy la libertad religiosa está garantizada por la Constitución y las leyes del país.
Presencia de instituciones católicas
Por otro lado, en Kazajstán trabajan diversas congregaciones religiosas, movimientos y prelaturas. Entre otros, el Opus Dei está en Almaty desde 1997, diócesis donde también está presente Comunión y Liberación. Familias del Camino Neocatecumenal están situadas en distintas partes del país.
Los franciscanos llevan la parroquia de Almaty, catedral, y la de Taldikorgan, ciudad a 260 kilómetros de Almaty. Los misioneros del Verbo Encarnado dirigen la parroquia de Shimkent, donde también trabajan religiosas del Verbo Encarnado. Las misioneras de la Caridad de Madre Teresa de Calcuta tienen casa en Almaty. En Kapchigay, las Esclavas de la Inmaculada Virgen María (congregación polaca) tienen una casa de acogida para niños huérfanos y abandonados. Por último, hay dos monasterios de Carmelitas Descalzas en el norte, uno en Karaganda y otro en Oziornoye.
En Kazajstán trabajan actualmente 13 sacerdotes oriundos de este país, 5 de ellos en la diócesis de Karaganda, 7 en la de Astaná y 1 en la Administración apostólica de Atirau; también son kazajos dos de los obispos de Rusia, concretamente el de Novosibirsk y el de Irkust; y otros pocos sacerdotes nacidos en Kazajstán desarrollan su ministerio en otros países, como Francia y Alemania. En el seminario interdiocesano de Karaganda, el único del país, hay 5 o 6 seminaristas kazajos y 4 de otros países cercanos.
Primera evangelización
Los primeros cristianos aparecieron en el Asia central alrededor del siglo tercero, a lo largo de la Ruta de la Seda. Los nestorianos realizaron una importante contribución a la evangelización del Asia central. En el siglo XIII los cristianos de estos territorios alcanzaron su apogeo con la llegada de misioneros franciscanos y dominicos, quienes construyeron monasterios en aquellos ilimitados espacios. Al mismo tiempo, los primeros obispos aparecen en escena. Se establecen relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el Gran Khan y otros gobernantes de los Estados del Asia central.
El Papa Nicolás III intentó organizar la joven iglesia y le dio una estructura diocesana. Confió la misión al franciscano Gerard de Prato, en el año 1278. Desdichadamente, los progresivos avances de los islámicos detuvieron la cristianización en Asia central. Los gobernantes favorables a la cristiandad fueron destronados y se instaló una dinastía hostil a los cristianos. El trabajo misionero de los franciscanos acabó repentinamente en 1342, cuando Khan Alí destruyó el monasterio episcopal de la ciudad de Almalik y sentenció a muerte al obispo franciscano Richard de Burgandy, a sus cinco hermanos franciscanos y a un mercader latino, por negarse a abjurar de su fe cristiana.
Con la revolución socialista de Octubre de 1917, la Iglesia católica en Rusia experimentó la más horrorosa persecución bajo la cruenta y sangrienta maquinaria comunista. Multitud de católicos fueron deportados hacia las estepas del Asia central, y allí muchos de ellos encontraron la muerte. Otros católicos lograron sobrevivir y se convirtieron, gracias a Stalin, en el embrión de lo que hoy es la Iglesia católica en estas tierras.
Al disolverse la URSS, la Santa Sede estableció relaciones diplomáticas en 1992 con Kirguistán y Kazajstán y en 1996 con Tayikistán (hubo una guerra civil entre 1992 y 1997). El momento culminante de la presencia católica allí fue la visita de Juan Pablo II a finales de septiembre de 2001.
Santo Rosario y Eucaristía
La devoción más extendida es el rezo del Santo Rosario. En la época soviética, la práctica del rezo del rosario era un camino para mantener viva la fe y el espíritu de oración ante la ausencia de sacerdotes y la prohibición de tener objetos o literatura de carácter religioso.
Otra devoción muy extendida es la adoración eucarística, con la exposición del Santísimo antes de la Santa Misa. En la catedral de Astaná se lleva a cabo desde hace años una exposición permanente del Santísimo en la que participa toda la diócesis, pues acuden fieles de todas las parroquias según un horario y turnos ya establecidos de antemano.
Kirguistán
El marco legislativo de Kisguistán es similar al de Kazajstán, con gran respeto a la libertad religiosa. Además, Kirguistán es, desde el punto de vista constitucional, el más democrático de la región, aunque, por desgracia, no el más estable, pues ha sufrido varias revoluciones. Desde el punto de vista del Derecho Canónico, fue erigida como missio sui iuris en 1997. El actual Administrador apostólico es un jesuita, el esloveno Janez Mihelcic.
Profesor Universidad CEU San Pablo