El uno de diciembre pasado los medios de comunicación confirmaban y publicaban el programa del viaje del Papa Francisco a República Democrática del Congo (RDC) y Sudán del Sur. En un primer momento el viaje estaba previsto del 2 al 5 de julio de 2022. La invitación de Francisco a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur había llegado el año pasado para no perder la “confianza” y alimentar la “esperanza” de un encuentro lo antes posible.
Era el 2 de julio, día en el que el Papa debía partir, hasta el 7 de julio, “para una peregrinación de paz y reconciliación” en aquellas tierras, pero tuvo que ser aplazada para permitir el tratamiento de la rodilla al que el Papa estaba sometido en ese momento.
“¡No os dejéis robar la esperanza!”, pidió entonces Francisco en un videomensaje dirigido a las poblaciones de RDC y Sudán del Sur, en el que expresó su pesar “por haberme visto obligado a posponer esta visita tan deseada y esperada”. A ellos, pues, les confió la gran misión de “pasar la página para abrir nuevos caminos” de reconciliación, perdón, convivencia pacífica y desarrollo.
Pasaron unos meses, y el anuncio del encuentro en 2023 llegó el 1 de diciembre, con el programa del viaje, el logotipo y el lema de las dos etapas. Una visita que será la quinta de Francisco al continente africano. Antes viajó a Kenia, República Centroafricana y Uganda (2015), Egipto (2017), Marruecos (2019), y Mozambique, Madagascar y República de Mauricio (2019).
Sufrimiento en silencio
Del 31 de enero al 5 de febrero de este año, los focos del mundo se concentrarán en estos dos países africanos que sufren en silencio desde hace mucho tiempo. La República Democrática del Congo es uno de los países más grandes y más poblados de África. En un crecimiento demográfico constante, es un país casi totalmente cristiano (90 %) y con un número considerable de católicos. De hecho, los católicos son el 53 %, otros cristianos, 41 %, musulmanes, 1,4 %, y religiones tradicionales y otras, 3,5 %. En la RDC viven más de 200 grupos étnicos, siendo la mayoría bantúes.
Futuro y presente de la Iglesia, la población es profundamente creyente y religiosa, lo que contrasta con la sociedad occidental, cada vez más secularizada. Católicos o no, todos esperan al Papa Francisco como portador de esperanza y de consuelo. El sufrimiento es el pan de cada día de millones de personas que luchan por vivir o mejor dicho por sobrevivir. Falta de infraestructuras, pobreza extrema y en algunos territorios la presencia de la violencia, hacen la vida difícil. Pero los congoleños no pierden ni la esperanza, ni la alegría, y continúan soñando con un mundo mejor.
Kinsasa, la capital, no deja de crecer en población. Al crecimiento demográfico se añaden las personas que vienen del interior del país con un flujo constante. Imposible de conocer el número de habitantes, las estimaciones varían por millones. Una ciudad en ebullición constante, que se prepara a la llegada del Papa. Todo un desafío para la organización, que tendrá que canalizar entre un millón y dos millones de personas que se esperan para la Misa en el Aeropuerto de Ndolo.
Desafío de formación y dinamismo
De un punto de vista religioso, Kinsasa especialmente, hace frente a la multiplicación de las llamadas “Églises de Réveil”, sectas que aprovechan de la situación de sufrimiento de la población, para ofrecer soluciones fáciles que nunca llegan a cumplirse. La Iglesia católica hace frente a un gran desafío de formación de sus fieles que reciben una gran presión de amigos, familiares, y predicadores ambulantes. La venida del Papa será una oportunidad para evangelizar y “cerrar filas” en torno a la jerarquía de la Iglesia.
El dinamismo de la Iglesia congoleña es una fuente de esperanza y de consuelo para toda la Iglesia universal. Es uno de los raros países donde las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa siguen en crecimiento. Lejos de los conflictos que sacuden a la Iglesia en Europa y América del Norte, la Iglesia continúa extendiéndose, se abren nuevas parroquias, nacen nuevos movimientos y congregaciones.
El este del Congo, sin paz
Desde hace más de veinte años, el este del país no ha conocido la paz. Decenas de milicias con la complicidad de los países vecinos y de políticos sedientos de riqueza, se enfrentan ante la presencia de los Cascos Azules [ONU], que están en suelo congoleño desde que los conflictos empezaron. Los desplazamientos y las crisis humanitarias son constantes.
En los últimos meses, decenas de miles de personas han dejado sus casas y sus campos para huir de una guerra difícil de entender. Los llamados rebeldes M23, armados como un ejército regular, se han instalado a pocos kilómetros de la ciudad de Goma, de más de un millón de habitantes, lo que ha sido seguramente la causa de la anulación de esta etapa del viaje prevista en un inicio. La Iglesia católica, ante un peligro real de balcanización del este del país, organizó una marcha pacífica el segundo domingo de Adviento para denunciar el silencio y la complicidad de países extranjeros.
“Todos reconciliados en Cristo”. Éste es el lema del viaje del Papa Francisco a la República Democrática del Congo. En el mes de junio de 2022, las calles de Kinsasa y de Goma se llenaron de carteles que anunciaban la llegada del Papa. La población se preparaba con entusiasmo, y el anuncio del retraso fue duro de aceptar. Ante las nuevas fechas el entusiasmo es contenido, todos esperan ver el sueño hecho realidad. Los congoleños son un pueblo caluroso, y darán una acogida inolvidable al Santo Padre.
Sudán del Sur: unidad
Sudán del Sur es un nuevo país independiente desde 2011. La guerra civil de 2013 ha producido grandes desplazamientos de la populación y una crisis humanitaria. Las heridas en el país todavía se resienten y todos esperan al Papa que vendrá con un mensaje de paz y de esperanza. La Iglesia celebra a santa Joséphine Bakhita el 8 de febrero, tres días después de la visita del Papa. La vida de esta santa dice mucho del sufrimiento de este pueblo africano, pero también de la esperanza en un Dios que es amor y no olvida los gritos de sufrimiento de sus hijas y de sus hijos.
Sudán es árabe y musulmán (90 %), mientras que la población de Sudán del Sur es negra, y más de la mitad son de religión católica (52 %), como en la RD Congo. El 9 por ciento son otros cristianos; musulmanes, el 6 %, y de otras creencias, el 32 %. El Papa Francisco realizará este viaje junto a Justin Welby, arzobispo de Canterbury, y Jim Wallance, moderador de la Asamblea general de la Iglesia de Escocia. Signo de unidad y de ejemplo al pueblo para dejar de lado las divisiones. El lema del viaje lo dice todo: “Ruego que todos sean uno” (Jn 17). Un viaje de paz y al mismo tiempo de carácter ecuménico.
Arrodillado ante líderes en guerra
En abril de 2019, el Papa Francisco dejó al mundo una de las imágenes de su ministerio petrino al recibir en el Vaticano a los principales líderes sursudaneses, y besarles los pies para rogarles que dejaran de matarse y alcanzaran un acuerdo de paz.
“Es muy importante recordar que ‘paz’ fue la primera palabra que la voz del Señor pronunció a los Apóstoles después de su dolorosa pasión y después de haber vencido a la muerte”, manifestó el Papa a las autoridades de Sudán del Sur. Y subrayó que él les dirigía “el mismo saludo”, de modo que sea posible “encender una nueva luz de esperanza para todo el pueblo de Sudán del Sur”.
¡La paz es posible!
Francisco añadió que Dios nos ha dado a cada uno una misión en nuestro pueblo: “Nosotros mismos somos miembros del pueblo y tenemos una responsabilidad y una misión particulares: servirlo, y nos ha elegido para ser sus colaboradores en la construcción de un mundo más justo”.
Finalmente, el Papa reveló: “Mis pensamientos se dirigen principalmente a las personas que han perdido a sus seres queridos y sus hogares, a las familias que se han separado y nunca se han vuelto a encontrar, a todos los niños y ancianos, a las mujeres y hombres que sufren terriblemente debido a conflictos y la violencia que siembra muerte, hambre, dolor y lágrimas”. “¡Nunca me cansaré de repetir que la paz es posible!”, exclamó el Santo Padre al final de su discurso. Una llamada que tuvo eco, y que ahora repite constantemente con ocasión de la guerra de Ucrania.
Kinsasa, República Democrática del Congo.