Como consecuencia del escándalo que, en enero de 2018, produjo la publicación de abusos sexuales cometidos por clérigos en el pasado en Alemania, la Conferencia Episcopal Alemana (DBK) encargó un estudio a institutos de investigación.
Inicio del camino sinodal
Tras la publicación del informe MHG —siglas de las Universidades de Mannheim, Heidelberg y Giessen—, la DBK decidió en su asamblea de marzo de 2019 iniciar un proceso de reforma para prevenir futuros abusos. Comenzaba así el denominado Camino Sinodal, que se dividiría en cuatro foros: “abuso de poder”, “moral sexual”, “celibato” y “papel de la mujer en la Iglesia”.
Poco después, la DBK anunció que en él participaría el “Comité central de los católicos alemanes” (ZdK); en total, los miembros de la Asamblea son exactamente 230.
Participación de laicos
La participación del ZdK en el proceso conlleva ventajas —los laicos parecen más cercanos a la sociedad para enjuiciar la “credibilidad” de la Iglesia—, pero también un problema de mentalidad: muchos de ellos son o han sido políticos profesionales: su actual presidente Thomas Sternberg fue, de 1989 a 2017, primero concejal en Münster y después diputado en el Parlamento Regional de Renania del Norte-Westfalia. Aquí radica un malentendido fundamental, posiblemente instintivo: aplicar a la Iglesia los criterios de democracia que imperan en la política.
Así, una de los tres vicepresidentes, Karin Kortmann —que ha sido diputada en el Bundestag y Secretaria de Estado—revindica “división de poderes” en la Iglesia y la elección del obispo por “los católicos de base”, pues solo así tendría “legitimidad”. Respondiendo al proyecto que recoge dichas exigencias, el obispo de Regensburg, Rudolf Voderholzer, dirigía una carta al presidente de la DBK, Mons. Georg Bätzing, en la que subrayaba que tales reivindicaciones “parten de un modo de entender las Escrituras, el magisterio y la Iglesia fundamentalmente distinto al de los siglos pasados”.
Aquí radica un malentendido fundamental: aplicar a la Iglesia los criterios de democracia que imperan en la política.
División de opiniones
Otro de los aspectos que vienen lastrando el proceso sinodal es unir el asunto concreto de los abusos sexuales con una reforma estructural de la Iglesia. El 10 de febrero, Mons. Czeslaw Kozon, obispo de Copenhague y uno de los observadores del camino sinodal, decía que este debería haberse centrado en los abusos: aunque puede haber puntos de contacto, “no debería tratarse aspectos de la estructura de la Iglesia de un modo tan radical”.
El Papa Francisco envió el 29 de junio de 2019 una Carta al pueblo de Dios que peregrina en Alemania, en la que decía: “El ‘Sensus Ecclesiae’ nos libera de particularismos y tendencias ideológicas para hacernos gustar de esa certeza del Concilio Vaticano II”.
El ‘Sensus Ecclesiae’ nos libera de particularismos y tendencias ideológicas para hacernos gustar de esa certeza del Concilio Vaticano II
Papa FranciscoCarta al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania, 29 de junio de 2019
Las reacciones a la carta mostraron la profunda división de opiniones dentro del camino sinodal: algunos como Michael Fuchs, vicario general de la diócesis de Regensburg, lo interpretaban como una invitación a replantearse todo el proceso; el entonces presidente de la DBK, el cardenal Reinhard Marx, y el del ZdK, lo veían como un espaldarazo.
Reunión de los cuatro foros
De este modo, los días 4 y 5 de febrero se celebraron online los cuatro foros, para preparar los proyectos de resolución que se votarán en el Pleno, previsiblemente en septiembre.
Margareta Gruber, profesora de Exégesis y Teología Bíblica, asesora del camino sinodal, decía sobre el documento que el Pleno pueda aprobar: “Naturalmente que, por muy bueno que sea, un documento nuestro no revolucionará mañana la Iglesia; pero somos un factor en la actuación del Espíritu. Tampoco el Papa podrá decidir solo sobre estas cuestiones; tendrá que celebrarse un Concilio… con la participación de mujeres”.
Confianza en sí mismos no falta.