América Latina

Hagan lío, pero con orden. Una revolución a fondo en Paraguay

Los estudiantes de la Universidad Nacional de Asunción han emprendido una valiente campaña para terminar con la corrupción en la Universidad. Gracias a ellos el rector está en la cárcel y muchos decanos han renunciado a sus cargos.

Federico Mernes·27 de enero de 2016·Tiempo de lectura: 5 minutos

Estamos viviendo una época histórica en nuestro país. Los protagonistas: ¡los jóvenes! No es poca cosa. Están socavando las estructuras podridas de la corrupción en el ámbito educativo. Todo comenzó con una sentada realizada por estudiantes secundarios de un colegio llevado por los jesuitas. El pedido era muy inespecífico: una mejor educación. Este modo de protesta se fue generalizando en otros colegios públicos y privados que culminó en una convocatoria de una gran marcha.

De forma paralela, el periódico Última Hora publicaba una noticia en la que se informaba de que el rector de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), Froilán Peralta, cobraba veinte millones de guaraníes por cátedras que no enseñaba. El diario también informaba de una serie de nombramientos fraudulentos realizados por el rector. El escándalo no quedó sin reacción. El 18 de septiembre el presidente de la nación firmó la ley que obliga a reglamentar toda la información pública. De esa manera aparecieron en internet los sueldos de los funcionarios públicos, entre ellos los docentes de la UNA.

Ese día hubo una gran protesta de cientos de estudiantes de colegios públicos y privados con el lema Paraguay no se calla, lema que daría nombre al movimiento estudiantil. A la noche los universitarios se presentaron frente al rectorado de la UNA para pedir la renuncia del rector. Comenzó una serie de manifestaciones que al principio congregaba a cientos de universitarios, pero que llegó a movilizar a miles de estudiantes que se hicieron cargo de la Universidad de forma pacífica. Los medios de comunicación apoyaron desde el principio esta movilización.

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Además, comenzaron a conocerse otros malos manejos económicos en otras facultades. Los estudiantes denunciaron dichas irregularidades y exigieron responsabilidades. Pidieron la renuncia de los decanos encontrados con hechos de corrupción y la destitución del Consejo Directivo. Se hizo una vigilia que duró tres semanas.

En ese ínterin intervino la fiscalía, al principio con lentitud debido a intereses políticos. Los universitarios hicieron presión y verificaron de cerca los pasos que iban dando los fiscales. Al inicio se comprobó la culpabilidad del rector, quien fue procesado y encarcelado por lesión de confianza. Las demás autoridades y funcionarios que renunciaron también tenían sus “trapos sucios”. Fueron imputados más de cien responsables de diversos organismos de la Universidad.

Los alumnos de secundaria siguieron con su protesta. La situación se complicó al caerse el techo de una escuela pública. Catorce alumnos sufrieron heridas. Además, se descubrieron otras irregularidades, como la falta de entrega de kits escolares. Se produjo una nueva marcha de protesta y la ministra de Educación aceptó recibir a los líderes estudiantiles de secundaria. Sin embargo, no dio respuesta a las exigencias de los estudiantes: boleto escolar, kit de los alumnos, merienda escolar, capacitación docente (se encuentra que muchos profesores no tienen las acreditaciones necesarias para impartir clase). Por último, exigieron el empleo del 7 % del PIB en educación, como figura recogido en la Constitución. Se creía que hasta entonces se había empleado sólo el 3,5 %, luego se comprobó que incluso se había empleado menos, tan sólo el 2,3 %. Los estudiantes de secundaria accedieron a un encuentro con el presidente, quien tampoco dio la respuesta esperada. Se sucedieron las manifestaciones hasta que por fin consiguieron lo que pretendían. Por su parte, los estudiantes universitarios exigían el cambio del estatuto universitario, ya que éste al ser tan ambiguo permitía el mal manejo del presupuesto.

Poco a poco, los estudiantes de la UNA van consiguiendo sus objetivos. Consiguieron que el decano de la facultad de Politécnica, Abel Bernal Castillo, fuera nombrado rector interino. De los quince decanos de la universidad, era el único de confianza de los alumnos. De forma conjunta con los estudiantes, el nuevo rector ha tomado una serie de medidas, en la dirección requerida. Es algo trascendental en el país: hoy, con la transparencia, se permite saber exactamente la situación de cada uno.

El lema es #UNA no te calles. Alguien dijo que este acontecimiento es, para nuestro país, casi tan importante como la caída del muro de Berlín para los países comunistas. Hablamos con Mauricio Portillo, estudiante de 5º de Veterinaria y presidente del Centro de Estudiantes.

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¿Cómo empezó todo?
—Empezó con la sentata de los estudiantes secundarios. En Veterinaria nos empezamos a manifestar el mismo 18, después de la marcha de los estudiantes. Desde allí nos fuimos a manifestar frente al Rectorado. El que era rector estuvo 21 años de decano en nuestra facultad. Había mucha corrupción, desvío de dinero, tenía su gente, y el que se le oponía era excluido. Algunos alumnos que se manifestaron contra ellos no pudieron terminar sus estudios allí y tuvieron que ir a una universidad privada. Se hablaba de un reinado de terror (estaba protegido por un influyente político). Los profesores que estaban en contra del rector tenían miedo.

Primero fuimos los de Veterinaria y luego llamamos a los de otras facultades que estaban en la causa. Al principio éramos unos doscientos estudiantes, luego se fueron sumando muchos más. A partir de entonces convocamos una vigilia que duró tres semanas. Había representantes de cada facultad. Casi todas las facultades se unieron a la causa, salvo tres facultades consideradas las más corruptas.

Yo me quedé casi 20 días a dormir en la facultad bajo carpas. Había que vigilar para evitar la quema de documentos. Luego se esperó a que viniera la fiscalía a llevar los documentos (tampoco se confiaba mucho en la actuación de los miembros del gobierno).

Después se produjo el efecto dominó…
—Sí. Comenzaron a saltar hechos de corrupción en las distintas facultades. Los estudiantes pidieron la renuncia del decano y de todo el Consejo Directivo. En Veterinaria renunciaron muchos miembros del Consejo Directivo además del decano.

¿Había buena coordinación entre los estudiantes?
—Todos los días nos reuníamos los diez representantes de cada facultad.

¿Cómo se evitaron los actos de violencia?
—Nosotros llegamos a la conclusión de que la gente que estábamos allí éramos los civilizados. Luego hubo infiltrados pero se les identificaba y estaban bajo observación.  Fue muy buena la logística, se repartía la comida a todos los puestos de seguridad, la página #UNA no te calles informaba cada hora y un periódico digital universitario de la facultad de Derecho actualizaba las noticias.

¿Te esperabas ese éxito?
—Teníamos confianza porque nos jugábamos mucho. La situación en las aulas estaba muy enrarecida. En las últimas semanas algunos alumnos fueron advertidos de que no debían que hablar conmigo, porque yo compartía mis ideas en las redes sociales. No sabía si podía conversar con algunos compañeros.

Ahora hay que confiar en la fiscalía.
—Sí. De todos modos, hay copia de todo lo que se llevaron los fiscales en el Centro Nacional de Computación, que está en la Universidad. Además hay un grupo de estudiantes que está siguiendo todo el proceso. Lo que estamos esperando es que los nuevos directivos sean de nuestra confianza. Hay pocas personas que no son parte del sistema.

De momento, ¿qué han conseguido?
—Ahora hay una encargada de despacho que es de confianza. En 60 días hay que hacer elecciones del nuevo Consejo Directivo. Muchos están imputados. Otros países de Sudamérica están expectantes ante lo que se consiga, porque en sus países también tienen mucha corrupción a nivel de educación. Luchando por sus derechos se pueden conseguir objetivos.

Fabrizio Ayala es estudiante de secundaria de último año del colegio San José.

¿Cómo empezó la movilización de los estudiantes de secundaria?
—El movimiento secundario fue el inicio del movimiento Paraguay no se calla. Empezó con la sentata de los estudiantes del Colegio Cristo Rey de los jesuitas, asesorados por la FENAES y UNEPY, dos organizaciones estudiantiles. Ellos, los alumnos de los colegios nacionales, ya estaban acostumbrados a protestar porque son los que más sufren. Nosotros tenemos techo, vivienda, comida pero ellos no lo tienen tan fácil.

En las reuniones entre estudiantes de diferentes colegios decidimos exigir seis puntos: el boleto estudiantil, el kit escolar, el almuerzo y la merienda, una estructura de los colegios, el aumento de la inversión en educación y la mejorar la formación docente. Mientras se producían las marchas se caían los techos de escuelas, no se repartían los kits escolares y la corrupción campaba a sus anchas. En un momento dado hubo cierto miedo.

En definitiva, nuestra motivación era la creencia de que la base para el desarrollo son la salud y la educación.

El autorFederico Mernes

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