El culto que el pueblo hondureño tributa a su Patrona, la Virgen María Nuestra Señora de Suyapa, con el paso del tiempo ha experimentado un incremento en extensión y profundidad. Desde el hallazgo de la milagrosa imagen en 1747, hasta la reciente elevación del santuario de Suyapa al rango de basílica menor, el católico hondureño se ha ido sintiendo cada vez más cercano a su Morenita.
Las palabras de san Juan Pablo II el 8 de marzo de 1983, día en que coronó a esta imagen con ocasión de su viaje pastoral a Honduras, expresan bien esta devoción: “Un mismo nombre, María, modulado con diversas advocaciones, invocado con las mismas oraciones, pronunciado con idéntico amor […]. Aquí, el nombre de la Virgen de Suyapa tiene sabor de misericordia por parte de María y de reconocimiento de sus favores por parte del pueblo”.
Sus orígenes
De acuerdo con la tradición más extendida, el surgimiento de esta advocación mariana se remonta al día en que un joven labrador, Alejandro Colindres, acompañado por un niño de ocho años llamado Jorge Martínez, se dirigía a la aldea de Suyapa, al noroeste de Tegucigalpa, después de un arduo día de trabajo en la cosecha de maíz. Les sorprendió la noche y encontraron en la quebrada del Piliguín un buen sitio para dormir. En la oscuridad de la noche Alejandro sintió que un objeto, aparentemente una piedra, le impedía acomodar la espalda, por lo que la tomó y la arrojó lejos. Al recostarse de nuevo volvió a sentir la presencia del mismo objeto, pero esta vez, intrigado, decidió guardarlo en su mochila. Con la luz del amanecer pudo descubrir que se trataba de una imagen de la Virgen María, y decidió llevarla al altar de su familia, donde fue venerada hasta que, veinte años después, tras el primer milagro acreditado por la intercesión de la Virgen bajo esta advocación, se reunieron fondos para construir una capilla que fue terminada en 1777.
Apenas seis centímetros y medio de alto mide la pequeña escultura, de madera de cedro. De tez morena, su rostro es agraciado, oval, de mejillas redondas; fina y recta nariz, y la boca pequeña; en los ojos se adivina algo de la raza indígena. La cabellera lacia le cae, partida en dos, a ambos lados de la frente, hasta los hombros. Las manos diminutas, sin entrelazarse, se juntan suavemente sobre el pecho, en actitud de oración. El ropaje pintado en la propia efigie es una túnica de color rosado que apenas asoma por el pecho, pues está cubierta con un manto oscuro adornado con estrellas doradas. En ocasiones es cubierta con otras vestiduras. Lleva corona sobre la cabeza, está enmarcada por un resplandor de plata sobredorada en forma de número ocho, rematado con doce estrellas.
En 1943, el administrador apostólico de la arquidiócesis de Tegucigalpa, Monseñor Emilio Morales Roque, decidió la construcción de un nuevo templo para la Virgen de Suyapa. La familia Zúñiga-Inestroza donó el terreno para tal proyecto. Fue el tercer arzobispo de Tegucigalpa, Mons. José de la Cruz Turcios y Barahona, quien dio inicio a la construcción del santuario, en el año de 1954 cuando se celebraba un año mariano en la Iglesia por el centenario del dogma de la Inmaculada Concepción.
Es digno de reconocer que Mons. Turcios y Barahona fue un visionario ya que quiso que las dimensiones del templo fueran adecuadas para contener una gran cantidad de peregrinos, algo muy ambicioso para aquellos años. La labor fue continuada por el cuarto arzobispo de Tegucigalpa, Monseñor Héctor Enrique Santos, y concluida por el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, actual arzobispo de Tegucigalpa, que ofició la solemne dedicación de la iglesia el 8 de diciembre de 2004.
El diseño de la nave es de cruz latina, tiene 93 metros de longitud, 23 metros de altura y la anchura de la nave central es de 31,50 metros. Su diseño es de cruz latina. Sus hermosos vitrales representan escenas de la vida de Cristo y de la Virgen. La capacidad de la nave es de 4.360 personas sentadas y 2.000 personas de pie.
El lugar donde fue erigido es una zona donde habitan personas de escasos recursos, lo que realza la cercanía de la Santísima Virgen hacia sus hijos más necesitados. Todo se realizó con la ayuda de los fieles y el impulso de los tres últimos arzobispos para que sea, como desea el actual, una casa del consuelo de Dios para el pueblo hondureño, que sufre tanto las consecuencias de la violencia.
Mayor sintonía con el Papa
En 1954 la Conferencia Episcopal de Honduras declaró el templo de Suyapa como un Santuario Nacional. Teniendo en cuenta la trayectoria de este lugar como destino de peregrinación y foco de irradiación de la fe, contando con el trabajo del párroco anterior, Hermes Sorto, y del párroco actual, Carlo Magno Núñez, se solicitó en 2013 al Papa Francisco que fuera reconocido como Basílica Menor. El 9 de septiembre de 2015 el cardenal Rodríguez Maradiaga tuvo la inmensa alegría de anunciar al pueblo hondureño que, con fecha 28 de agosto, se había firmado el correspondiente decreto. El 28 de octubre se celebró una solemne Eucaristía para dar a gracias a Dios por este reconocimiento papal, que coloca a esta iglesia en el conjunto de templos que a lo largo del mundo muestran los signos pontificios y representan un testimonio de unión con el Romano Pontífice.
Signos de vitalidad
Es masiva la afluencia de peregrinos para visitar a la Virgen de Suyapa el 3 de febrero, día de su fiesta. Los festejos dan inicio desde la noche anterior con una majestuosa alborada que se prolonga hasta la madrugada. Aunque Suyapa es el centro de la devoción, la Reina de Honduras es celebrada no solo en su Santuario sino en todos los rincones del país, donde abundan las reproducciones de la imagen.
También en el extranjero se le aclama a la Virgen en celebraciones organizadas por hondureños radicados en Estados Unidos y en España con motivo de la festividad de Nuestra Señora de Suyapa. Hay una reproducción de la Virgen de Suyapa en el santuario de Torreciudad, donde se le venera con diversos actos en el domingo más cercano al 3 de febrero, y desde 2013 también hay una, realizada en bronce, en los Jardines Vaticanos.
Varios himnos cantan con fervor a esta advocación de la Madre de Dios. Vale la pena mencionar que el nombre de Suyapa es frecuente entre las mujeres hondureñas.
Para la mejor atención de los fieles, el cardenal Rodríguez Maradiaga estimó conveniente erigir dos parroquias y desligarlas de lo que hasta ese momento comprendía la parroquia de Nuestra Señora de Suyapa. La actividad pastoral realizada es intensa en cuanto al culto divino, la celebración de los sacramentos y la formación de los fieles en los ámbitos bíblico, teológico, litúrgico y moral, de tal modo que piedad popular y evangelización van de la mano. La ermita donde fue venerada la imagen durante más de doscientos años continúa siendo utilizada como parte del complejo de la basílica, y se celebran en ella eucaristías dominicales.
Asistencia a los necesitados
La Fundación Suyapa gestiona ayudas para el mantenimiento y decoración del recinto, y Cáritas Suyapa se enfoca en la asistencia a las personas más necesitadas.
Recientemente se han añadido en el interior del templo trece nuevos altares laterales, que corresponden a diversas devociones del pueblo hondureño, como san Miguel Arcángel y san Judas Tadeo. En la capilla del Santísimo hay ahora dos cuadros de devoción popular; el primero es un lienzo de María bajo la advocación tan querida del Papa Francisco, Nuestra Señora Desatanudos. En el otro cuadro está una imagen de la basílica con la Virgen de Suyapa, custodiada por los santos latinoamericanos, entre ellos Mons. Óscar Arnulfo Romero.
Finalmente se cuenta con amplios confesionarios donde se ofrece con generosidad la posibilidad de acudir al sacramento de la penitencia. Con toda seguridad, durante el Jubileo Extraordinario de la Misericordia muchos fieles encontrarán la paz de Reconciliación, y se hará más patente la verdad de los sentimientos expresados por el santo papa polaco: “El nombre de la Virgen de Suyapa tiene sabor de misericordia”.
San Pedro Sula