Hace exactamente un año, en enero del 2015, a bordo del avión que lo llevaba de regreso a Roma tras una visita a Filipinas, el Papa Francisco no tenía en su agenda el viajar a México; en todo caso, según explicó, de hacerlo sería en un viaje que incluyera la capital de dicho país, pues esto le permitiría asistir a la basílica de Guadalupe.
En alguna medida, las declaraciones que él mismo formuló posteriormente en marzo del mismo 2015, hacían comprensible pensar que definitivamente no estaría en posibilidad de trasladarse a México, dado que “tengo la sensación de que mi pontificado será breve… Cuatro o cinco años, no lo sé, o dos o tres. Bueno, ya han pasado dos”. Finalmente, en diciembre de 2015, el propio Francisco anunció y detalló su visita a México, lo que permitió al columnista mexicano Raymundo Riva Palacio asegurar que “el Papa se ‘autoinvitó’ a México”.
En efecto, se asegura que se trata de “un viaje que tomó por sorpresa al gobierno mexicano”, dado que no formaba parte de la agenda diplomática entre la Santa Sede y el gobierno de Enrique Peña Nieto, el presidente de México que más obsequioso se ha mostrado hacia la Iglesia y el papado.
Para sustentar la afirmación de la “autoinvitación” papal, se recurre a discrepancias de carácter político, pero también a la intervención directa de sacerdotes jesuitas mexicanos que expresamente se entrevistaron de forma privada con el Papa durante su estancia en Cuba, para insistirle en la conveniencia de planear una visita a México.
De ahí que para los analistas políticos del país no haya pasado desapercibida la inclusión expresa de la localidad de San Cristóbal las Casas en el recorrido de Francisco por México, así como los intensos esfuerzos para que acuda a la tumba del obispo Mons. Samuel Ruiz y le rinda una especie de homenaje.
La figura del obispo estuvo envuelta en la polémica a partir de que el primer día de enero de 1994, un grupo guerrillero adiestrado en Chiapas declaró la guerra al gobierno mexicano e inició una serie de ataques armados. Se le vinculó directamente con los promotores de esos hechos violentos.
También es cierto que en la diócesis, tanto durante la época de Mons. Ruiz, como posteriormente, se han realizado experimentos pastorales que en su momento fueron oficialmente suspendidos por la Santa Sede, por sus inexactitudes doctrinales.
San Cristóbal de las Casas se encuentra en el Estado de Chiapas, uno de los más pobres de México. Y, al igual que las otras ciudades que tiene enlistadas el Papa Francisco en su agenda, presenta el rostro de la falta de desarrollo y de la pobreza extendida, sobre todo en comunidades donde la carencia de agroindustrias no ha permitido que los habitantes alcancen mayores niveles de bienestar.
El Papa Francisco, en efecto, visitará San Cristóbal de las Casas, el Distrito Federal, Morelia y Ciudad Juárez. Morelia, con un mayor grado de industrialización, se ha visto afectada por la violencia desatada entre las bandas o cárteles de la droga que crecieron al amparo de la corrupción y de la connivencia de políticos y empresarios de la zona. Es una localidad con elevado fervor religioso, a pesar de los embates de los gobiernos revolucionarios que acosaron a la Iglesia durante décadas.
En cuanto a Ciudad Juárez, es una localidad atractiva por el gran número de plantas ensambladoras que dan empleo a hombres y mujeres que llegan desde todos los puntos de la República en busca de un ingreso superior. La violencia se ha destacado ahí tanto por el narcotráfico, como también por las muertes de mujeres, muchas de la cuales eran madres solteras que habían ido a laborar en las “maquiladoras” instaladas ahí por parte de consorcios extranjeros interesados en abastecer con regularidad y precisión a las firmas estadounidenses.
En cuanto al Distrito Federal, una de las ciudades más pobladas del mundo, mantiene contrastes evidentes y profundos. A pesar de todos los problemas y dificultades, todas ellas, como el grueso de México, y a diferencia de lo que se presenta en Europa, registran una significativa religiosidad que explica en gran medida la esperanza bajo la cual se vive aún en las áreas más desprotegidas.
El panorama de México no es distinto del que conocieron Juan Pablo ll o Benedicto XVl, pero lo que sí llama la atención es que por primera ocasión llegue un Papa en un año electoral.
En efecto, todos los actores políticos del país habían coincidido en todas las visitas papales de mantenerlas al margen de los comicios, con el propósito manifiesto de que no fueran tratadas de aprovechar por ninguno de los partidos o candidatos, en beneficio propio. Ahora, sin embargo, se vivirá lo contrario. ¿Qué sucederá? Habrá que esperar.
México DF