Inclusión, respeto y creatividad. Son tres características fundamentales, según el Papa Francisco, que lo femenino es capaz de transmitir de manera específica, ejerciendo ese «cuidado» que nuestra sociedad necesita para lograr un «mundo mejor». Elementos de verdadero liderazgo que hacen a la mujer singularmente extraordinaria para afrontar -junto a otros actores sociales- los desafíos de nuestro tiempo.
Reflexiones que el Santo Padre ha compartido en los últimos días con estudiosos e investigadores reunidos bajo la égida de la Alianza Estratégica de Universidades Católicas de Investigación (SACRU) -la red de universidades que colaboran de forma permanente para promover la excelencia de los estudios en el campo de la doctrina social de la Iglesia- y miembros de la Fundación «Centesimus Annus Pro Pontifice» dedicada a los mismos temas de doctrina social, reunidos en Roma precisamente para una iniciativa sobre el liderazgo femenino.
Cuidar
El tema del cuidado remite a la misa de inicio de pontificado, hace diez años, en la solemnidad de San José, el 19 de marzo de 2013, cuando el recién elegido pontífice se refirió precisamente al padre putativo de Jesús, fuerte, valiente y trabajador, pero de cuya alma brota «una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor».
Aspectos que bien pueden aplicarse a la sensibilidad de las mujeres y proyectarlas para dar vida, en el mundo, a una «mayor inclusividad» y a un «mayor respeto al otro». Esto significa, según el Pontífice, reconocer que «la verdadera sabiduría, con sus mil facetas, se aprende y se vive caminando juntos», y al hacerlo se convierte en «generadora de paz».
Integrar a todos
Hoy es más necesario, de hecho, «integrar a todos, especialmente a los más frágiles desde el punto de vista económico, cultural, racial y de género», salvaguardando el «principio sagrado» de no excluir a nadie. En resumen, como haría una madre con sus hijos: «inclusivos, siempre».
Toda persona debe ser entonces «respetada en su dignidad y en sus derechos fundamentales», más aún si se trata de mujeres, que lamentablemente son «más fácilmente objeto de violencia y abusos». Entre ellos, el Papa Francisco señala, como ha hecho en otras ocasiones, la discriminación económica – «te pagan menos»- o incluso el despido tras un embarazo, una auténtica «lacra».
La invitación del Santo Padre es a no dejar sin voz a las mujeres víctimas de abusos y explotación, que hablen por su dolor y denuncien las muchas injusticias a las que se ven sometidas.
Por otra parte, hay que dar espacio también a la acción de las propias mujeres, «natural y poderosamente sensibles y orientadas a la protección de la vida en todo estado, en toda edad y condición».
Creatividad
Otra característica que hay que valorizar es la creatividad, para afrontar los desafíos de hoy de manera nueva y original, ya que la «contribución femenina al bien común es innegable», basta pensar en las muchas mujeres mencionadas en la Sagrada Escritura o en la historia de la Iglesia que, con valentía, han permitido «importantes virajes en momentos decisivos de la historia de la salvación». Entre ellas están también las mujeres «de la puerta de al lado», que llevan adelante heroicamente «matrimonios difíciles, hijos con problemas…».
El Papa Francisco se declaró entonces edificado por la determinación, el coraje, la fidelidad, pero también por la «capacidad de sufrir y de transmitir alegría, honestidad, humildad, tenacidad» y paciencia de las mujeres y de las madres, que cuando se les confían tareas incluso complejas, entonces «las cosas salen mejor».
Síntesis armoniosa
El Pontífice hizo una última referencia al contexto reciente, notorio en las últimas semanas, relacionado con la inteligencia artificial, donde también aquí la contribución de las mujeres sigue siendo indispensable.
Frente a un escenario aún desconocido y no explorado del todo, donde se viaja por conjeturas y aproximaciones, la presencia femenina tendría «tanto que decir», porque las mujeres «saben sintetizar de manera única, en su modo de actuar, tres lenguajes: el de la mente, el del corazón y el de las manos».
Una «brillantez» que las propias mujeres, gracias a Dios, también son capaces de transmitir a los hombres.