La Sala Stampa ha comunicado el 1 de noviembre por la mañana que la Pontificia Academia de Teología tiene nuevos estatutos. El Papa Francisco ha firmado el motu proprio «Ad Theologiam promovendam», aprobando el régimen modificado de esta sociedad científica.
Los nuevos estatutos tienen como objetivo asegurar que la academia cumple mejor su objetivo. El Santo Padre explica que “promover la teología en el futuro no puede limitarse a reproponer abstractamente fórmulas y esquemas del pasado”. La teología está “llamada a interpretar proféticamente el presente y a discernir nuevos caminos para el futuro”. Para ello, “tendrá que afrontar las profundas transformaciones culturales” que vive la sociedad.
Renovar la teología
A la luz de la nueva época, el Papa Francisco quiere promover “la misión que nuestro tiempo impone a la teología”. El Pontífice considera que “a una Iglesia sinodal, misionera y ‘extrovertida’ no puede sino corresponder una teología ‘extrovertida’”. La clave para lograr esto es un “replanteamiento epistemológico y metodológico” de la teología.
En el motu proprio, el Papa señala que la reflexión teológica “está llamada a un viraje, a un cambio de paradigma”. Este cambio impulsará una “teología fundamentalmente contextual, capaz de leer e interpretar el Evangelio en las condiciones en que los hombres y las mujeres viven cotidianamente”. Este replanteamiento “no puede sino desarrollarse en una cultura del diálogo y del encuentro entre diferentes tradiciones y diferentes saberes, entre diferentes confesiones cristianas y diferentes religiones, confrontando abiertamente a todos, creyentes y no creyentes”.
El Papa Francisco advierte que la teología no puede ser autorreferencial. La teología debe “verse a sí misma como parte de una red de relaciones, en primer lugar con otras disciplinas y otros saberes”. En otras palabras, tiene que adoptar el enfoque de la transdisciplinariedad, es decir, “la puesta en común y la fermentación de todos los conocimientos en el espacio de Luz y Vida que ofrece la Sabiduría que emana de la Revelación de Dios” (Constitución apostólica “Veritatis gaudium”). Esta perspectiva tiene otras consecuencias, pues “el diálogo con otros saberes presupone claramente el diálogo dentro de la comunidad eclesial y la conciencia de la esencial dimensión sinodal y comunitaria del hacer teología”.
Los nuevos estatutos de la academia prevén la colaboración de interlocutores referentes: estudiosos que pueden ser de distintas confesiones cristianas o de otras religiones. Junto a ellos, se busca “identificar y abrir áreas y espacios de diálogo, que favorezcan el diálogo inter y transdisciplinar”.
Teología: verdad y caridad
Además del diálogo, Francisco considera que la teología tiene que estar empapada de caridad. Afirma que “es imposible conocer la verdad sin practicar la caridad”. Por ello, la teología debe mostrarse como “un verdadero saber crítico en cuanto saber sapiencial, no abstracto e ideológico, sino espiritual, elaborado de rodillas, preñado de adoración y oración”. La reflexión teológica tiene que dirigirse “a las heridas abiertas de la humanidad y de la creación y dentro de los pliegues de la historia humana, a la que profetiza la esperanza de un cumplimiento único”.
El Papa insta a que la teología se desarrolle con un “método inductivo”. Invita a que esta “parta de los distintos contextos y situaciones concretas en que los pueblos están insertos, dejándose interpelar seriamente por la realidad, para convertirse en discernimiento de los ‘signos de los tiempos’”. Asimismo, anima a que la reflexión teológica se empape del “sentido común del pueblo”.
Prácticamente al final del motu proprio, Francisco detalla que “la teología está al servicio de la evangelización de la Iglesia y de la transmisión de la fe”. Gracias a ella, la fe se convierte en cultura, es decir, “en el ‘ethos’ sabio del pueblo de Dios, una propuesta de belleza humana y humanizadora para todos”.
Reflexión en comunidad
Considerando la misión renovada de la teología, “la Pontificia Academia de Teología está llamada a desarrollar, en constante atención a la naturaleza científica de la reflexión teológica, un diálogo transdisciplinar con otros saberes”. También hay que abrir un espacio para las aportaciones que pueden darse en la conversación entre creyentes y no creyentes, entre “hombres y mujeres de diferentes confesiones cristianas y de diferentes religiones”.
El Santo Padre invita, por tanto, a crear “una comunidad académica de fe y estudio compartidos, que teja una red de relaciones con otras instituciones formativas, educativas y culturales y que sepa penetrar, con originalidad y espíritu de imaginación, en los lugares existenciales de la elaboración del saber, de las profesiones y de las comunidades cristianas”.