América Latina

Mons. Lozano:“Esperamos la participación de diversos carismas”

Entrevista al Secretario General del Consejo Episcopal de Latinoamérica, monseñor Jorge Eduardo Lozano, sobre la recién comenzada Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe.

David Fernández Alonso·7 de julio de 2021·Tiempo de lectura: 6 minutos
mns lozano

La Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe ha comenzado con la fase de escucha, y con sus respectivos trabajos en los diferentes países. En concreto, el equipo de animación sobre la Asamblea Eclesial de la Conferencia episcopal de Argentina ha reunido de manera virtual, el 19 de junio, a delegados diocesanos, de áreas pastorales, y responsables nacionales de Movimientos, con el propósito de alimentar el proceso de escucha.

Todo ello “en comunión con toda la Iglesia que peregrina en la Argentina, caminando juntos hacia la Asamblea Eclesial propuesta por el Consejo Episcopal Latinoamericano a iniciativa del Papa Francisco”, han mencionado desde la Conferencia de Obispos de Argentina.

Según afirma el presidente del CELAM Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, “este proceso de escucha, en perspectiva sinodal, será la base de nuestro discernimiento, y nos iluminará para orientar los pasos futuros que, como Iglesia en la región y como CELAM, debemos dar al acompañar al Jesús encarnado hoy en medio del pueblo, en su “sensus fidei” que es su sentido de fe. Este proceso de escucha se llevará a cabo entre abril y agosto de este año 2021, por lo que les pedimos que estén atentos (as) y soliciten a sus organismos eclesiales de referencia su participación”.

Omnes entrevista, con ocasión de este buen comienzo de la Asamblea Eclesial, a monseñor Jorge Lozano, Secretario General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), sobre los temas que se están tratando en este proceso, así como de las ideas que lo han motivado y los objetivos que se plantean.

Mons. Lozano nació en la Ciudad de Buenos Aires el 10 de febrero de 1955, es el 1° de dos hermanos. Se recibió de Electrotécnico en la Escuela Industrial Nº 1 “Ingeniero Otto Krause”. Después de estudiar un año de Ingeniería, ingresó al Seminario en Villa Devoto. Obtuvo el grado de Bachiller en Teología en la Pontificia Universidad Católica Argentina.

Fue ordenado sacerdote el 3 de diciembre de 1982 en el Estadio Obras Sanitarias de la ciudad de Buenos Aires por el cardenal Juan Carlos Aramburu, arzobispo de Buenos Aires. Elegido obispo auxiliar de Buenos Aires por San Juan Pablo II; recibió la ordenación episcopal el 25 de marzo de 2000 en la catedral de Buenos Aires por el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, actual papa Francisco, (fueron co-consagrantes: Mons. Raúl Omar Rossi, obispo de San Martín y Mons. Mario José Serra, obispo auxiliar de Buenos Aires).

Fue designado obispo de Gualeguaychú por el Papa Benedicto XVI el 22 de diciembre de 2005; tomó posesión de esta diócesis e inició su ministerio pastoral el 11 de marzo de 2006.

En el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) fue responsable de la Sección Laicos Constructores de la Sociedad en el período 2003-2007, y de la Sección Pastoral Social del 2007 al 2011.

Durante la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y El Caribe de 2007 en Aparecida, Brasil, fue responsable de la Oficina de Prensa de la Asamblea. Fue uno de los cuatro obispos argentinos que participaron del Sínodo sobre la Nueva Evangelización en Roma en Octubre 2012.

Actualmente, en la Conferencia Episcopal Argentina, es presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, y asesor de la Comisión Nacional de Justicia y Paz.

Invitado con frecuencia a paneles, mesas de debate y medios de comunicación, publicó numerosos artículos en medios provinciales y nacionales. Es autor de los siguientes libros: Tengo algo que decirte (Lumen, 2011);Vamos por la vida (San Pablo, 2012), Por el camino de la justicia y de la solidaridad (2012) y Nueva Evangelización: Fuerza de auténtica libertad —del 2013 y en colaboración con Fabián Esparafita, Claudia Carbajal y Emilio Inzaurraga— (los tres de la Colección Dignidad para todos de editorial San Pablo) y La sed, el agua y la fe (Ágape, 2013). Todas las semanas, una columna-reflexión de su autoría se publica en medios provinciales y nacionales.

Designado por el Papa Francisco el 31 de agosto de 2016 Arzobispo Coadjutor para la Arquidiócesis de San Juan de Cuyo, asumió esta misión el 4 de noviembre de 2016. Tomó posesión de la Arquidiócesis como Arzobispo el 17 de Junio de 2017.

En los últimos tiempos se habla mucho de sinodalidad eclesial, ¿cómo definiría este concepto y cuál es su opinión sobre este modo de caminar en la Iglesia?

—La Sinodalidad implica escucha, diálogo, discernimiento comunitario. La palabra sínodo es de origen griego, y significa “hacer camino juntos”. San Juan Crisóstomo en el siglo IV afirmó “Iglesia y sínodo son sinónimos”. Guiados por el Espíritu Santo se busca cómo asumir los desafíos que se presentan para la evangelización.

Es un modo de trabajo participativo y que compromete a todos. 

Puesta en marcha la inédita 1ª Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, ¿nos podría contar cómo ha surgido la idea de la Asamblea y en qué se nota que es inédita?

—En mayo de 2019 se reunió la Asamblea del CELAM, integrada por los Presidentes y Secretarios de las 22 Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe. En esa oportunidad se resolvió proponer al Papa que convocara la VI Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe. La V había sido en Aparecida en 2007. Francisco respondió que todavía hay mucho por implementar y asumir de Aparecida, y propuso pensar en un encuentro del Pueblo de Dios, convocando representantes de las diversas vocaciones. A partir de estos diálogos se fue diseñando la Asamblea Eclesial.

Lo inédito es la amplitud de la convocatoria. Se han realizado en estos años Asambleas en las diócesis, o incluso a nivel nacional. Pero de dimensión Continental es la primera vez.

La Asamblea afronta desafíos en la Iglesia Latinoamericana, ¿cuáles son estos nuevos desafíos que afronta la Asamblea, para la Iglesia en América Latina y el Caribe?

—Los nuevos desafíos y las respuestas pastorales son objeto del discernimiento de la Asamblea. Sin duda estarán  muy influenciados por la pandemia que estamos atravesando.

Entre los objetivos que pretenden en la Guía de la Asamblea hablan de reavivar la Iglesia de una nueva manera, presentando una propuesta reformadora y regeneradora. ¿Cuál sería su propuesta para alcanzar este objetivo?

—La propuesta renovadora ya se está poniendo en marcha con la participación de todos los miembros del Pueblo de Dios en diversos lugares del Continente.

Si bien la Asamblea Eclesial sesionará del 21 al 28 de noviembre, este tiempo de escucha ya es parte del camino de la Asamblea.

En la presentación de la Asamblea, el presidente Mons. Cabrejos en nombre del CELAM afirmó que “la Conferencia de Aparecida nos dejó una tarea pendiente, la de la puesta en marcha de una Misión Continental para «ir hacia aguas más profundas» para encontrar a los más alejados y construir juntos”. ¿A que se refería con esa expresión?

—En el evangelio de San Lucas, después de la pesca milagrosa, Jesús invita a los discípulos a ir “mar adentro” (Lc 5, 4), hacia aguas más profundas. Es una imagen que San Juan Pablo II utilozó para alentar a la Iglesia en el inicio del tercer milenio.

Precisamente en las conclusiones de la V Conferencia de Aparecida, hablan “del avance de fuertes influencias culturales que le son extrañas al pueblo cristiano y muchas veces hostiles. De hecho hay poderes que se han propuesto acabar con costumbres y convicciones que han caracterizado la vida y las legislaciones de nuestros pueblos”. ¿Cuáles son estas influencias y cómo es hoy esta situación en América Latina?

—Las influencias son diversas. Por un lado, el fuerte individualismo que nos empuja al encierro y la autorreferencialidad desentendiéndonos de los demás. A eso se suma el consumismo derrochador que compromete el equilibrio ecológico.

El proceso de escucha, en perspectiva sinodal, que se está llevando a cabo desde abril hasta agosto de este año 2021, ¿cómo se está desarrollando y qué frutos se esperan?

—El proceso de escucha se está desarrollando muy bien. El plazo concluye a fines de agosto y ya hay miles de aportes. Además de las cantidades, se busca que sea espacio de reflexión comunitaria.

Si pudiera hacer un balance general, ¿qué espera de esta Asamblea Eclesial, a todos los niveles, para la Iglesia en América Latina y el Caribe, y para la Iglesia universal?

—Espero que logremos la participación amplia de las diversas vocaciones, carismas y ministerios. Que podamos escuchar las voces de las periferias geográficas y existenciales.

El estilo de trabajo puede servir de estímulo para el camino hacia el Sínodo del 2021 –2023, por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión.

Hacia el encuentro de noviembre

La Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe comenzó con un proceso de preparación en junio de 2020, en el cual un comité de contenidos se dedicó a trabajar para establecer y definir los contenidos que se trabajarían durante las siguientes fases del camino.

Entre noviembre y enero de 2021 se llevó a cabo la redacción del documento e inmediatamente después se diseñó el proceso y documento de Escucha.

Entre abril y la mitad de julio se está desarollando el proceso de Escucha, con foros telemáticos en los diversos países, que por lo que nos ha dicho Mons. Lozano, está teniendo buena acogida y amplia participación. Durante el mes de septiembre y octubre se trabajará el documento y el discernimiento de los convocados, previo a la Asamblea Eclesial presencial en noviembre de 2021.

La propia Asamblea afirma que es imprescindible que todas las mujeres y hombres que conforman la Iglesia de Cristo en América Latina y el Caribe, y que quieren aportar su palabra y testimonio, soliciten su participación en el amplio proceso de escucha. Para ello, es necesario que consulten con sus obispos y los respectivos organismos diocesanos, las parroquias, Cáritas, otros organismos eclesiales, congregaciones religiosas, movimientos laicales y otras instituciones eclesiales y sociales, para así asegurar que su voz sea acogida.

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