El presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Luis Argüello ha inaugurado la sesión plenaria de los obispos españoles con un discurso en el que ha recordado la tragedia de la DANA y algunas de las características de nuestra sociedad actual.
El arzobispo de Valladolid ha desgranado algunos de los principales problemas que la sociedad española afronta en estos momentos. El presidente de la CEE no ha dejado pasar la oportunidad de denunciar los motivos económicos y culturales que destruyen la familia, los matrimonios y han llevado a España a un situación límite en el ámbito demográfico. Junto a esta, el presidente de los obispos españoles se ha referido a la realidad de la inmigración: ”la Iglesia anima a abordar las causas que obligan a salir de la propia tierra, afirmando el derecho a no emigrar, a combatir a las organizaciones que trafican con los emigrantes” y ha hecho además una llamada a la acogida e integración de las personas que huyen a nuestro país en busca de mejores oportunidades.
Dos Españas
Argüello ha lanzado una advertencia ante lo que ha llamado “un ‘déficit’ creciente de vida democrática, caracterizado por la falta de encuentro y de diálogo”. Fijándose en España, el presidente de los obispos ha señalado “dos coordenadas que articulan la andadura de un pueblo: el tiempo, a los españoles nos cuesta reconciliarnos con nuestra historia y, ahora, la lectura “democrática” de la historia es instrumento de polarización (mantenimiento artificial de “las dos Españas”) al servicio de la conquista o mantenimiento del poder; el espacio, nuestro territorio patrio está habitado por “las Españas” que comparten una larga trayectoria de vida social y política expresada en di- versos sones; hoy, de nuevo resuenan las dificultades para armonizar una nación política ‘de nacionalidades y regiones’”.
La tragedia de Valencia
Fijándose en el desastre de la riada ocurrida en Valencia y Albacete, Argüello ha recordado que los sucesos vividos ponen de manifiesto cómo “ni el Estado ni el mercado pueden salvarnos” y ha señalado como “la fraternidad ejercida en estas semanas es un indicador de la bondad que anida en el alma humana como la respuesta adecuada a nuestra vulnerabilidad irremediable. (…) En estos días también hemos visto la rapiña y el populismo de la antipolítica. Por eso, la pregunta sigue en pie: ¿quién nos librará de la culpa originaria de la que brotan la codicia y la dominación?, ¿quién nos dará esperanza ante la muerte? Muchos están descubriendo en estos días que en la entrega de la vida se descubre el secreto de su significado”.
Argüello ha descrito el “círculo vicioso con aparentes perplejidades políticas: los partidos autodenominados progresistas, críticos del sistema económico dominante, promueven y defienden antropologías radicalmente insolidarias en el campo de la vida, los afectos y el «empoderamiento» de identidades parciales y desvinculadas, lo que les hace abandonar de facto una propuesta de verdadera innovación económica y social; mientras los partidos que se resisten a ser denominados conservadores y que, aun con la boca pequeña algunos, dicen defender vida, familia y subjetividad de la sociedad, promueven y defienden un sistema económico y una manera de ejercer la política que promueve la misma práctica antropológica que sus adversarios políticos promueven sin complejos. Una concepción individualista del ciudadano los une, aún sin saberlo o a sabiendas. Y sus prácticas políticas, muy enfrentadas en el foro y en los medios, se complementan y retroalimentan”.
Las preguntas fundamentales
El presidente de la CEE ha realizado cuestionamiento de las raíces de la vida social, cultural y política actual resaltando que la pregunta fundamental siempre es ¿Quien es el hombre?: “La pregunta quizás no sea si el capitalismo funciona, sino qué tipo de humanidad produce; la pregunta no es si la democracia es el mejor de los sistemas de gobierno, sino, unida al estado del bienestar, qué tipo de ciudadanos genera; la pregunta no es si tiene sentido innovar si no qué significa el progreso del hombre. En definitiva, hemos de hacernos la pregunta central: ¿qué es ser hombre, varón y mujer?”
Tras este análisis de la sociedad española, el presidente de la CEE ha centrado su discurso en los temas que se han de abordar en esta Plenaria de los obispos españoles. En relación a la sinodalidad, Mons. Argüello ha recordado que “el anuncio del Evangelio nos concierne a todos y juntos hemos de discernir lo que el Señor nos sugiere para impulsar la misión, tomar las decisiones oportunas, y prever también la evaluación y rendición de cuentas”. El próximo congreso de vocaciones y el impulso de una dinámica vocacional en España será otro de los temas clave de estas jornadas. Estamos llamados a dar un giro en nuestra propuesta pastoral conforme a la antropología vocacional que reconocemos y anunciamos”, ha afirmado el arzobispo de Valladolid, que ha destacado el trabajo de los seminarios españoles sobre cuya reforma y reestructuración se hablará en esta plenaria.
El presidente de los obispos y cerrado su discurso con una llamada a la esperanza, en consonancia con el próximo Jubileo de la Iglesia católica: “el momento que estamos viviendo puede llegar a ser una gran ocasión! Lo será si nuestros ojos iluminados descubren el paso del Señor por la historia”.