Cada año las diócesis norteamericanas celebran en el mes de octubre la llamada “Misa Roja”, que toma su nombre por el color litúrgico de la Misa Votiva del Espíritu Santo. En la ceremonia se invoca la guía y bendición de Dios sobre los miembros de la comunidad jurídica y oficiales gubernamentales, principales invitados de esta liturgia. A ella acuden magistrados, abogados, oficiales de gobierno y miembros de la comunidad académica de derecho. Aunque en la mayor parte de las diócesis esta Misa tiene lugar el domingo que precede al primer lunes de octubre (fecha de inicio del periodo de actividades del Tribunal Supremo de los Estados Unidos), algunas jurisdicciones la realizan en fechas posteriores en octubre.
La primera Misa Roja se celebró en Nueva York en octubre de 1928. Sin embargo, sus orígenes se remontan al siglo XIII. Se cree que la primera liturgia de este tipo, enfocada en los magistrados, tuvo lugar en la catedral de París en 1245 y luego se extendió por toda Europa. Aunque el color rojo actualmente posee un significado teológico que hace referencia al fuego y la presencia del Espíritu Santo, cuando la Misa inició en 1310 en Inglaterra, los magistrados del Tribunal Supremo usaban vestimentas de color escarlata y por ello se popularizó el nombre de “Red Mass”.
Washington DC
Una de las Misas Rojas más conocidas es la que se celebra en la capital norteamericana en la catedral de San Mateo. Este 2023 la ceremonia tuvo lugar el domingo 1 de octubre. A la liturgia asistieron cerca de 900 personas entre ellos dos jueces del Tribunal Supremo (John G. Roberts, Jr., y Amy Coney Barret) así como ministros de otros tribunales, diplomáticos y miembros del gobierno federal. Aunque el cardenal Wilton Gregory, arzobispo de Washington DC suele presidir cada año esta Misa, en esta ocasión estuvo a cargo del obispo auxiliar mons. Juan Esposito (el cardenal se encontraba en Roma para participar en el Sínodo de los Obispos).
En su homilía, mons. Esposito señaló: “Aquí están reunidos eminentes juristas, legisladores, académicos y defensores que hacen el trabajo silencioso de ayudar a la gente con sus problemas cotidianos. También hay hombres y mujeres con diferentes funciones, todos con diferentes orígenes sociales y étnicos y tradiciones religiosas”. Al hacer referencia al Espíritu Santo que descendió sobre los Apóstoles en Pentecostés, el prelado indicó: «Como ellos, esta mañana levantamos nuestras voces en oración confiada para pedir a Dios las bendiciones de la sabiduría, el conocimiento, y la humildad para aceptar lo que es verdadero, distinguiendo claramente entre el bien y el mal, lo justo e injusto”.
Los Ángeles, California
Del otro lado del país, en la costa oeste, esta Misa tuvo lugar el 25 de octubre en la catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles. Fue organizada por el capítulo local de la Sociedad de Santo Tomás Moro y en ella participaron más de 200 personas entre jueces, legisladores estatales, abogados, profesionales del derecho, así como la magistrada Patricia Guerrero, presidenta del Tribunal Supremo de California. La liturgia fue presidida por Mons. José H. Gómez, arzobispo de Los Ángeles y la homilía corrió a cargo del padre Edward Siebert, sacerdote jesuita y rector de la Universidad Loyola Marymount.
Al final de la Misa, la magistrada Guerrero dirigió una alocución durante la cual elogió el ejemplo de Santo Tomás Moro y evocó la violencia y sufrimiento que se vive actualmente en el mundo. Guerrero indicó que santo Tomás Moro “representa una figura guía para los abogados, jueces y servidores públicos para navegar en las complejidades de nuestro trabajo y nuestro mundo. Tomás Moro nos recuerda que en un mundo que a menudo puede parecer turbulento, no debemos abandonar nuestro deber como guardianes de la ley”, señaló Guerrero.