La basílica de san Pedro volvió a acoger a los cientos de personas, entre ellas muchos niños, y decenas de sacerdotes que acompañaron al Santo Padre en la celebración eucarística.
El Papa quiso volver su mirada al pesebre, señalándolo como el lugar en el que encontramos el verdadero sentido de la navidad, que a veces se ahoga entre regalos y adornos. “Para encontrar el sentido de la Navidad, hay que mirar allí (al pesebre). Pero, ¿Por qué es tan importante el pesebre? Porque es el signo, no casual, con el que Cristo entra en la escena mundial». Y del pesebre, el Papa señaló tres significados sobre los que reflexionar: cercanía, pobreza y concreción.
En cuanto a la proximidad, el Papa señaló que “el pesebre sirve para acercar la comida a la boca y consumirla más rápidamente. Una idea que recuerda la voracidad del mundo, ávido de comodidades y dinero. Por el contrario, “en el pesebre del rechazo y la incomodidad”, prosiguió el Papa.
“Dios se acomoda: llega allí, porque allí está el problema de la humanidad, la indiferencia generada por la voraz prisa por poseer y consumir. Cristo nace allí y en ese pesebre lo descubrimos cerca”.
Sobre la pobreza del pesebre, apuntó el Papa, “el pesebre nos recuerda que no tenía a nadie más a su alrededor que a quienes le amaban”. Una realidad que “pone así de manifiesto las verdaderas riquezas de la vida: no el dinero y el poder, sino las relaciones y las personas. Y la primera persona, la primera riqueza, es el propio Jesús”.
Y por último, el Papa se detuvo en la concreción que supone la entrada de Cristo en la historia del hombre. En un niño concreto, en una tierra y un año concreto: “Desde el pesebre hasta la cruz, su amor por nosotros fue tangible, concreto: desde el nacimiento hasta la muerte, el hijo del carpintero abrazó la rudeza de la madera, la rudeza de nuestra existencia”.
“Jesús, te miramos a Ti, acostado en el pesebre. Te vemos tan cerca, siempre cerca de nosotros: gracias, Señor. Te vemos pobre, enseñándonos que la verdadera riqueza no está en las cosas, sino en las personas, especialmente en los pobres: perdónanos, si no te hemos reconocido y servido en ellos. Te vemos concreto, porque concreto es tu amor por nosotros: Jesús, ayúdanos a dar carne y vida a nuestra fe” concluyó el Papa.
Durante la celebración, el Santo Padre renovó la costumbre de la adoración a la imagen del Niño Jesús y se detuvo, especialmente recogido, ante el pesebre instalado en el interior de la basílica petrina.