El evento congregó a cerca de 3,000 personas, entre laicos, clérigos y organizaciones representantes de las distintas comunidades católicas afroamericanas del país. Durante el evento se ofrecieron presentaciones, charlas, discusiones, así como Misas y momentos de oración. El tema del congreso se inspiró en Habacuc 2, 2-3: «Escribe la visión: una llamada profética a prosperar». Y es que según señalan los organizadores: «Sabemos que Dios siempre está hablando en algún lugar, así que debemos ir a ese sitio y escuchar ¿qué es lo que Dios nos está llamando a a hacer para actuar con justicia y en los caminos del Señor».
El Congreso inició el 21 de julio con una Misa en la Basílica Nacional de la Inmaculada Concepción, en Washington D.C. Fue presidida por el Cardenal Wilton Gregory, arzobispo de la capital. En la liturgia concelebraron, entre otros, el cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston; mons. Timothy P. Broglio, arzobispo de los Servicios Militares de Estados Unidos y Presidente de la Conferencia Episcopal Norteamericana, así como 130 sacerdotes y 60 diáconos permanentes provenientes de 80 diócesis del país. En su homilía, el cardenal Gregory señaló que Jesús nos ofrece una visión redentora de libertad, la libertad de Dios Padre, y hace un llamado a todas las personas a la santidad. «Jesús escogió discípulos -hombres y mujeres ordinarios- y les confió esa visión redentora que cambia la vida. Es un tesoro que debemos compartir con todos los hombres», señaló. En ese sentido, el purpurado aludió a seis católicos afroamericanos cuyas causas están siendo analizadas para su beatificación y canonización, entre ellos la Venerable Madre Mary Elizabeth Lange, quien en 1829 fundó en Baltimore, Maryland, la primera congregación de mujeres afroamericanas: las Siervas Oblatas de la Providencia; y el Venerable Padre Augustus Tolton, el primer sacerdote católico norteamericano negro en vías de la beatificación y quien participó en el primer Congreso Afroamericano en 1889.
En la ceremonia inaugural participaron el Nuncio Apostólico en Estados Unidos, mons. Christophe Pierre, quien leyó un mensaje del Papa Francisco. En su misiva, el pontífice exhortó a los congresistas a ser testigos de la alegría del Evangelio y a construir el reino de Dios como discípulos misioneros de Jesús en el mundo. Por su parte, Mons. William Lori, Arzobispo de Baltimore, quien fue uno de los delegados en este congreso, indicó que el evento tiene una importancia vital para la archidiócesis, pues permite «a la comunidad católica afroamericana reunirse para conocer y compartir sus dones, así como discutir las necesidades pastorales, planificar la evangelización e incluso fomentar la transformación en la vida de la iglesia».
Este congreso tuvo una sesión dedicada a los jóvenes en la que participaron el cardenal Gregory y el obispo emérito de Memphis, Tennessee, J. Terry Steib. En sus alocuciones, los prelados respondieron espontáneamente a las preguntas formuladas por los jóvenes y así se refirieron a su vocación al sacerdocio y al tema del racismo. El arzobispo de Washington invitó a los jóvenes a descubrir su vocación: «¿Que quiere Dios que hagas? ¿Qué es lo que te haría feliz en la vida? ¿Y si uno de esos sueños fuera dar tu vida al servicio de la Iglesia…?». El purpurado también señaló que en su vida ha experimentado el racismo: «Sí. He vivido el racismo, pero también he visto cómo la gente cambia. Mis compañeros en el seminario eran todos blancos. Pero fue una oportunidad para ellos y para mí de encontrarnos», y agregó que estas experiencias sirven para ayudar a las personas a salir de sus zonas de confort para conocerse y reconocerse.
Este congreso concluyó el 23 de julio con una «Misa de envío» que fue presidida por mons. John H. Ricard, obispo emérito de la diócesis de Pensacola-Tallahassee y desde el 2019 superior general de la Sociedad de San José del Sagrado Corazón, Josefitas. En su homilía animó a los congresistas a llevar el fuego del Espíritu Santo a sus comunidades afroamericanas: «Enciendan esa llama y avívenla. No dejen que el fuego se apague», dijo. mons. Ricard también se refirió al legado que dejaron los seis afroamericanos cuyas causas de beatificación y canonización están en proceso: «Este fin de semana estamos aquí cosechando lo que ellos sembraron». Además, mons. Ricard evocó la memoria del periodista afroamericano Daniel Arthur Rudd, quien fue uno de los fundadores del Congreso de Católicos Afroamericanos, reunido por primera vez en Washington en 1889. Ese grupo fundacional, dijo Ricard, «tenía la visión, la determinación y la voluntad de reunirse. Daniel Rudd creía que en la Iglesia católica estaba la plenitud de la revelación y ahí se encontraba la respuesta a todos los problemas que enfrentaban los afroamericanos de ese entonces», precisó.
A lo largo de su historia este congreso también se ha dedicado a abordar cuestiones que afectan a la comunidad afroamericana en su conjunto, en temas como la justicia racial, la desigualdad económica y las disparidades en la atención a la salud y la educación. En ese sentido el Congreso ha hecho importantes contribuciones a la iglesia y a la sociedad actuando como fuerza unificadora en la comunidad católica afroamericana.
Ciudad Juárez