La guerra, con sus atrocidades e iniquidades, agrava la condición de los más débiles e indefensos. Al presentar el mensaje, Mons. Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, recordó en primer lugar la carga de dolor y violencia que el conflicto de Ucrania produce y que constituye el telón de fondo del texto del Papa. En el centro está la invitación a mantener nuestra mirada en Jesucristo que, como dice el título, «se hizo pobre por ti».
Lejos de toda retórica, la fe debe ser practicada y testimoniada con responsabilidad y plenitud, sin delegar. Tres son los pasajes clave del mensaje de Francisco, identificados por Fisichella: el rechazo de toda laxitud o indiferencia, frutos envenenados de un laicismo exacerbado («el sueño de la indiferencia», homilía del 29 de noviembre de 2020); la vigilancia de la caridad, sin la cual no se puede ser cristiano; el compartir con los que no tienen nada, para lo cual «el pobre es un hermano que me tiende la mano para que despierte del letargo en el que he caído».
El sentido cristiano del dinero
El dinero no puede convertirse en un absoluto, no podemos acabar deslumbrados por el ídolo de la riqueza para una vida efímera y sin éxito: una actitud -acusa el Papa- que nos impide mirar con realismo la vida cotidiana y nos nubla la mirada, impidiéndonos ver las necesidades de los demás».
Por el contrario, el apoyo a los que están en dificultades es un deber del cristiano que debe ser honrado sin un comportamiento asistencialista, «como ocurre a menudo», sino comprometiéndose «para que a nadie le falte lo necesario». Por ello, es urgente encontrar nuevas vías que superen el enfoque de aquellas políticas sociales «concebidas como una política hacia los pobres, pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y menos aún parte de un proyecto que una a los pueblos».
Dos tipos de pobreza
A la luz de la fe, además, existe una paradoja que define dos tipos de pobreza: «La que mata -escribe Francisco- es la pobreza, hija de la injusticia, de la explotación, de la violencia y de la injusta distribución de los recursos. Es la pobreza desesperada, privada de futuro, porque la impone la cultura del descarte que no concede perspectivas ni salidas».
Por el contrario, hay una libertad que libera: «es la que se presenta ante nosotros como una elección responsable para aligerar el lastre y centrarse en lo esencial. De hecho, es fácil encontrar esa sensación de insatisfacción que muchos experimentan, porque sienten que les falta algo importante y van en su búsqueda como vagabundos sin rumbo. Ansiosos por encontrar lo que puede satisfacerles, necesitan dirigirse a los pequeños, a los débiles, a los pobres para comprender por fin lo que realmente necesitan. El encuentro con los pobres pone fin a tantas angustias y temores insustanciales».
El ejemplo es Charles de Foucauld, la expresión para hacerla nuestra es de San Juan Crisóstomo: «Si no puedes creer que la pobreza te enriquece, piensa en tu Señor y deja de dudar de ello». Si él no hubiera sido pobre, tú no serías rico; esto es extraordinario, que de la pobreza salieron abundantes riquezas. Pablo quiere decir aquí por ‘riquezas’ el conocimiento de la piedad, la limpieza de los pecados, la justicia, la santificación, y mil otras cosas buenas que nos han sido dadas ahora y siempre. Todo esto lo tenemos gracias a la pobreza».
La Jornada Mundial de los Pobres
El próximo 13 de noviembre, el Papa presidirá la celebración de la Santa Eucaristía en la Basílica de San Pedro, con la participación de miles de pobres, asistidos por las distintas asociaciones de voluntarios presentes en Roma. En referencia a la Jornada del 2021, Fisichella recordó cómo el Papa Francisco quiso dedicar una atención especial a las Casas de Familia presentes en el territorio de la diócesis de Roma, gracias también a la generosidad de las cadenas de supermercados Elite, Antico Molino y Pastificio La Molisana, con la entrega de una reserva de alimentos y productos de cuidado personal, especialmente productos para la primera infancia, suficiente para más de dos meses.
También se entregaron suministros a algunas parroquias y organizaciones benéficas. Otra iniciativa consistió en la distribución de 5.000 «kits» de ayudas básicas para la salud y el cuidado personal a unas 60 parroquias de Roma, que luego los distribuyeron a las familias más necesitadas.
Además de la ayuda mediante la distribución de alimentos y medicinas, la Jornada Mundial de los Pobres del año pasado se caracterizó también, concluyó Fisichella, por otra iniciativa que fue posible gracias a la generosidad de UnipolSai. Para unas 500 familias con dificultades económicas, fue posible hacer frente al pago de las facturas de gas y electricidad. Estos gastos suponen una carga para las familias que, para poder acceder a estos servicios, a menudo dejan de recibir alimentos u otros gastos médicos, como denunció el Papa Francisco en el Mensaje 2021: «Algunos países están sufriendo consecuencias muy graves por la pandemia, de modo que las personas más vulnerables se encuentran privadas de las necesidades básicas. Las largas colas ante los comedores sociales son un signo tangible de este deterioro».