El Papa Francisco ha publicado un breve mensaje por la XXXI Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra el próximo 11 de febrero. El Santo Padre ha comenzado advirtiendo de que “la enfermedad forma parte de nuestra experiencia humana. Pero, si se vive en el aislamiento y en el abandono, si no va acompañada del cuidado y de la compasión, puede llegar a ser inhumana”.
Francisco indica que estas experiencias de la enfermedad nos permiten “ver cómo estamos caminando: si realmente caminamos juntos, o si vamos por el mismo camino, pero cada uno lo hace por su cuenta, velando por sus propios intereses y dejando que los demás se las arreglen”.
Los enfermos y el camino sinodal
El Papa invita a que, teniendo en cuenta el camino sinodal, aprovechemos la Jornada Mundial del Enfermo para “reflexionar sobre el hecho de que, es precisamente a través de la experiencia de la fragilidad y de la enfermedad, como podemos aprender a caminar juntos según el estilo de Dios, que es cercanía, compasión y ternura”.
Haciéndose eco de un pasaje del libro del profeta Ezequiel, Francisco reflexiona que “la experiencia del extravío, de la enfermedad y de la debilidad forman parte de nuestro camino de un modo natural, no nos excluyen del pueblo de Dios; al contrario, nos llevan al centro de la atención del Señor, que es Padre y no quiere perder a ninguno de sus hijos por el camino”. Es, por tanto, el mismo Dios quien nos enseña a “ser verdaderamente una comunidad que camina unida, capaz de no dejarse contagiar por la cultura del descarte”.
La encíclica Fratelli Tutti
El Papa recuerda su encíclica Fratelli Tutti, firmada el 3 de octubre de 2020, en la cual profundiza en la parábola del buen samaritano que Jesús cuenta en el Evangelio. Dice Francisco sobre este parábola: “La escogí como eje, como punto de inflexión, para poder salir de las “sombras de un mundo cerrado” y “pensar y gestar un mundo abierto” (cf. n. 56)”.
Reclamando la actualidad del mensaje que se pronuncia en el citado pasaje del Evangelio, el Santo Padre afirma que “existe una conexión profunda entre esta parábola de Jesús y las múltiples formas en las que se niega hoy la fraternidad”. Así, continuando con la comparación, observa que “el hecho de que la persona golpeada y despojada sea abandonada al borde del camino, representa la condición en la que se deja a muchos de nuestros hermanos y hermanas cuando más necesitados están de ayuda”.
Analizando la situación de la víctima de la parábola, el Papa dice que “lo importante aquí es reconocer la condición de soledad, de abandono. Se trata de una atrocidad que puede superarse antes que cualquier otra injusticia, porque, como nos dice la parábola, todo lo que se necesita para eliminarla es un momento de atención, el movimiento interior de la compasión”. La actitud del samaritano, pues, “sin siquiera pensarlo, cambió las cosas, generó un mundo más fraterno”.
El miedo a la fragilidad
Francisco continúa su mensaje con una afirmación rotunda: “nunca estamos preparados para la enfermedad”. El Papa va más allá cuando dice que “tenemos miedo a la vulnerabilidad y la cultura omnipresente del mercado nos empuja a negarla. No hay lugar para la fragilidad. Y, de este modo, el mal, cuando irrumpe y nos asalta, nos deja aturdidos”.
Las consecuencias de esto se dejan ver pronto y “puede suceder, entonces, que los demás nos abandonen, o que nos parezca que debemos abandonarlos, para no ser una carga para ellos. Así comienza la soledad, y nos envenena el sentimiento amargo de una injusticia, por el que incluso el Cielo parece cerrarse”.
No solo se ven afectadas las relaciones con los demás, sino que también “nos cuesta permanecer en paz con Dios”. Ante esto, el Papa considera necesario que “toda la Iglesia, también en lo que se refiere a la enfermedad, se confronte con el ejemplo evangélico del buen samaritano, para llegar a convertirse en un auténtico hospital de campaña”.
La experiencia de la fragilidad es un recordatorio de que “todos somos frágiles y vulnerables; todos necesitamos esa atención compasiva, que sabe detenerse, acercarse, curar y levantar. La situación de los enfermos es, por tanto, una llamada que interrumpe la indiferencia y frena el paso de quienes avanzan como si no tuvieran hermanas y hermanos”.
La Jornada Mundial del Enfermo
Por todo esto, la Jornada Mundial del Enfermo es importante y actual, ya que “no sólo invita a la oración y a la cercanía con los que sufren. También tiene como objetivo sensibilizar al pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias y a la sociedad civil sobre una nueva forma de avanzar juntos”.
Volviendo al pasaje evangélico mencionado, el Papa dice que la conclusión de la parábola del buen samaritano nos sugiere cómo el ejercicio de la fraternidad, iniciado por un encuentro de tú a tú, puede extenderse a un cuidado organizado”.
Recordando la gran crisis iniciada por la pandemia del COVID 19, Francisco comenta que “los años de la pandemia han aumentado nuestro sentimiento de gratitud hacia quienes trabajan cada día por la salud y la investigación. Pero, de una tragedia colectiva tan grande, no basta salir honrando a unos héroes”. Es esencial que “la gratitud vaya acompañada de una búsqueda activa, en cada país, de estrategias y de recursos, para que a todos los seres humanos se les garantice el acceso a la asistencia y el derecho fundamental a la salud”.
“Cuida de él”
El Papa finaliza su mensaje con el reclamo que hace Jesucristo a través de la parábola: «Cuida de él» (Lc 10,35) es la recomendación del samaritano al posadero. Jesús nos lo repite también a cada uno de nosotros, y al final nos exhorta: «Anda y haz tú lo mismo». Como subrayé en Fratelli tutti, «la parábola nos muestra con qué iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común» (n. 67)”.
Las situaciones de dolor nos recuerdan que «hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor. No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor» (Encíclica Fratelli Tutti, n. 68).
Francisco ha invitado también a que “el 11 de febrero de 2023, miremos también al Santuario de Lourdes como una profecía, una lección que se encomienda a la Iglesia en el corazón de la modernidad. No vale solamente lo que funciona, ni cuentan solamente los que producen. Las personas enfermas están en el centro del pueblo de Dios, que avanza con ellos como profecía de una humanidad en la que todos son valiosos y nadie debe ser descartado”. Junto a esto, el Papa ha encomendado la intercesión de la Virgen María para todos los enfermos y las personas que se encargan de ellos, y les ha enviado su bendición.