La Santa Sede ha hecho público esta mañana el Mensaje para la Cuaresma 2025 del Papa Francisco, que sigue ingresado en el Hospital Gemelli de Roma. El tema central de su mensaje es ‘Caminemos juntos en la esperanza’.
En la parte final, hay unas palabras del Pontífice que producen un cierto sobresalto. La esperanza es el ancla del alma, y “la Iglesia suplica para que «todos se salven» (1 Tm 2,4) y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo”.
“Vela con cuidado”, recoge el Papa
Y continúa Francisco: “Así se expresaba santa Teresa de Jesús: ‘Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo» (Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3)”.
El Papa concluye rogando que “la Virgen María, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos acompañe en el camino cuaresmal”. El Mensaje está fechado en Roma, San Juan de Letrán, 6 de febrero de 2025, memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires.
Caminemos juntos en la esperanza
Las reflexiones del Mensaje tienen tres partes: 1) “Una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida”. 2) “En segundo lugar, hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales”.
Y 3) En tercer lugar, recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo, sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual”.
Benedicto XVI en Spe Salvi
En este punto, el Papa Francisco menciona a Benedicto XVI: “Como nos enseñó el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Spe Salvi, “el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: ‘Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro’ (Rm 8,38-39)». Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado, y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo”.
“Esta es, por tanto, la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna”, manifiesta el Pontifice.
La ceniza
El miércoles de Ceniza tiene lugar el próximo día 5 de marzo, y así comienza el Papa: “Queridos hermanos y hermanas: Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, iniciamos la peregrinación anual de la santa cuaresma, en la fe y en la esperanza. La Iglesia, madre y maestra, nos invita a preparar nuestros corazones y a abrirnos a la gracia de Dios para poder celebrar con gran alegría el triunfo pascual de Cristo, el Señor, sobre el pecado y la muerte, como exclamaba san Pablo: «La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?» (1 Co 15,54-55)”.
Llamada a la conversión
Enseguida, tras recordar el lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, Francisco hace alusion al primer punto: “Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort?”, ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad?
“Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante”.
“Hagamos este viaje juntos”
Hagamos este viaje juntos, invita el Papa.” La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos”.
“Caminar juntos”, añade, “significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia”.
Examen
“Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos. Esta es una segunda llamada: la conversión a la sinodalidad”.
En tercer lugar, «recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo, sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual».