Vaticano

Francisco centra en la Eucaristía la acción misionera de la Iglesia

Con ocasión de la 97 Jornada Misionera Mundial de la Iglesia, que tendrá lugar el 22 de octubre, el Papa Francisco ha trazado el perfil de los discípulos misioneros y de la acción misionera de la Iglesia, al comentar el pasaje de los discípulos de Emaús, y ha alentado a todos a “contribuir a este movimiento misionero con la oración y la acción”.

Francisco Otamendi·25 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
misioneros

Foto: Un misionero francés celebra misa con la tribu dayak meratus en Kalimantan (Indonesia). ©CNS/suministrada por UCAN

El Mensaje del Papa para la próxima Jornada Misionera Mundial, fechado en la pasada solemnidad de la Epifanía del Señor, tiene tres apartados. El primero, como todo el texto, se apoya en el pasaje evangélico de los discípulos de Emaús, y recuerda los “corazones que ardían ‘mientras […] nos explicaba las Escrituras’. “En la misión, la Palabra de Dios ilumina y trasforma el corazón”, señala el Santo Padre.

“En el relato evangélico, percibimos la trasformación de los discípulos a partir de algunas imágenes sugestivas: los corazones que arden cuando Jesús explica las Escrituras, los ojos abiertos al reconocerlo y, como culminación, los pies que se ponen en camino”, escribe el Papa como introducción. “Meditando sobre estos aspectos, que trazan el itinerario de los discípulos misioneros, podemos renovar nuestro celo por la evangelización en el mundo actual”.

El segundo pone el acento en los “ojos que ‘se abrieron y lo reconocieron’ al partir el pan. Jesús en la Eucaristía es el culmen y la fuente de la misión”.

Y el tercero subraya los “pies que se ponen en camino, con la alegría de anunciar a Cristo Resucitado. La eterna juventud de una Iglesia siempre en salida”.

“Aquellos dos discípulos estaban confundidos y desilusionados, pero el encuentro con Cristo en la Palabra y en el Pan partido encendió su entusiasmo para volver a ponerse en camino hacia Jerusalén y anunciar que el Señor había resucitado verdaderamente”, añade el Papa.

Cercanía a todos los misioneros

El Santo Padre expresa su “cercanía en Cristo a todos los misioneros y las misioneras del mundo, en particular a aquellos que atraviesan un momento difícil. El Señor resucitado, queridos hermanos y hermanas, está siempre con ustedes y ve su generosidad y sus sacrificios por la misión de evangelización en lugares lejanos. No todos los días de la vida resplandece el sol, pero acordémonos siempre de las palabras del Señor Jesús a sus amigos antes de la pasión: ‘En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo’ (Jn 16,33)”.

En la parte final de su mensaje, el Romano Pontífice destaca que “todos pueden contribuir a este movimiento misionero con la oración y la acción, con la ofrenda de dinero y de sacrificios, y con el propio testimonio. Las Obras Misioneras Pontificias son el instrumento privilegiado para favorecer esta cooperación misionera en el ámbito espiritual y material. Por esto la colecta de donaciones de la Jornada Mundial de las Misiones está dedicada a la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe”.

Cooperación mutua y ponerse en camino

Además, resalta el Papa dos ideas. En primer lugar, la cooperación entre todos. “La urgencia de la acción misionera de la Iglesia supone naturalmente una cooperación misionera cada vez más estrecha de todos sus miembros a todos los niveles. Este es un objetivo esencial en el itinerario sinodal que la Iglesia está recorriendo con las palabras clave comunión, participación y misión”.

Y en segundo término, el perfil del itinerario sinodal. Este “itinerario no es de ningún modo un replegarse de la Iglesia sobre sí misma, ni un proceso de sondeo popular para decidir, como se haría en un parlamento, qué es lo que hay que creer y practicar y qué no, según las preferencias humanas. Es más bien un ponerse en camino, como los discípulos de Emaús, escuchando al Señor resucitado que siempre sale a nuestro encuentro para explicarnos el sentido de la Escrituras y partir para nosotros el Pan, y así poder llevar adelante, con la fuerza del Espíritu Santo, su misión en el mundo”.

El Pan eucarístico, acción misionera por excelencia

Al referirse a la Eucaristía ―el Papa cita a Jesús como “Jesús Eucaristía”―, Francisco escribe que  “partir el Pan eucarístico, que es Cristo mismo, es la acción misionera por excelencia, porque la Eucaristía es fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia”.

Y cita expresamente al recién fallecido Benedicto XVI: “Lo recordó el Papa Benedicto XVI: ‘No podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el Sacramento [de la Eucaristía]. Éste exige por su naturaleza que sea comunicado a todos. Lo que el mundo necesita es el amor de Dios, encontrar a Cristo y creer en Él. Por eso la Eucaristía no es sólo fuente y culmen de la vida de la Iglesia; lo es también de su misión: “Una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera” (Exhort. ap. Sacramentum caritatis, 84)”.

El Papa Francisco prosigue describiendo los elementos necesarios para llevar cabo la misión: “Para dar fruto debemos permanecer unidos a Él (cf. Jn 15,4-9). Y esta unión se realiza a través de la oración diaria, en particular en la adoración, estando en silencio ante la presencia del Señor, que se queda con nosotros en la Eucaristía. El discípulo misionero, cultivando con amor esta comunión con Cristo, puede convertirse en un místico en acción. Que nuestro corazón anhele siempre la compañía de Jesús, suspirando la vehemente petición de los dos de Emaús, sobre todo cuando cae la noche: “¡Quédate con nosotros, Señor!” (cf. Lc 24,29)”.

Un anuncio alegre

“Como aquellos dos discípulos ‘contaron a los otros lo que les había pasado por el camino’ (Lc 24,35)”, prosigue el Santo Padre, “también nuestro anuncio será una narración alegre de Cristo el Señor, de su vida, de su pasión, muerte y resurrección, de las maravillas que su amor ha realizado en nuestras vidas.

Finalmente, el Papa alienta al orbe católico: “Pongámonos de nuevo en camino también nosotros, iluminados por el encuentro con el Resucitado y animados por su Espíritu. Salgamos con los corazones fervientes, los ojos abiertos, los pies en camino, para encender otros corazones con la Palabra de Dios, abrir los ojos de otros a Jesús Eucaristía, e invitar a todos a caminar juntos por el camino de la paz y de la salvación que Dios, en Cristo, ha dado a la humanidad. Santa María del camino, Madre de los discípulos misioneros de Cristo y Reina de las misiones, ruega por nosotros”.

El autorFrancisco Otamendi

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