Vaticano

El médico del Papa reconoce que Francisco estuvo a punto de morir

El doctor Sergio Alfieri reveló los momentos críticos de la hospitalización del Papa Francisco, destacando dos crisis graves y su resiliencia.

Javier García Herrería·25 de marzo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos
Alfieri

©CNS photo/Pablo Esparza

El cirujano Sergio Alfieri ha sido el jefe del equipo médico que ha atendido al Papa Francisco durante los 38 días de hospitalización en el Gemelli. En varias ocasiones, ha estado a cargo de la atención médica del Pontífice, incluida la cirugía de colon a la que se sometió en 2021. En este último ingreso el papel de Alfieri no se limitó únicamente a los tratamientos, sino que también fue el encargado de la comunicación con el entorno del Papa y con los medios de comunicación.

Ahora, por primera vez, ha ofrecido una entrevista exclusiva al Corriere della Sera contando los momentos más difíciles que atravesó el Santo Padre en el hospital.

El día en que todo se complicó

El 28 de febrero, cuando el Papa Francisco llevaba 14 días ingresado en el Hospital Gemelli, su estado de salud sufrió un deterioro repentino. Un broncoespasmo severo, acompañado de una grave dificultad respiratoria, puso en peligro su vida. En ese momento crítico, el Santo Padre, plenamente consciente de la situación, pidió ayuda.

El profesor Sergio Alfieri, médico responsable de su tratamiento, recordó ese instante como el peor de toda la hospitalización: «Por primera vez vi lágrimas en los ojos de algunas personas a su alrededor. Personas que, según he podido entender durante este período de hospitalización, lo quieren sinceramente, como a un padre».

Una decisión difícil

La situación era extremadamente delicada y requería una elección rápida y decisiva. El equipo médico se enfrentó a un dilema: «Tuvimos que elegir entre parar y dejarlo ir o forzarlo y probar todos los medicamentos y terapias posibles, corriendo el riesgo muy alto de dañar otros órganos», explicó Alfieri. Finalmente, optaron por intentar todo lo posible para salvarlo.

Sin embargo, la decisión final correspondía al propio Papa Francisco. «El Santo Padre siempre decide. Ha delegado todo tipo de decisiones sanitarias en Massimiliano Strappetti, su asistente médico personal, que conoce perfectamente los deseos del Papa». En ese momento, Francisco dio una respuesta clara: «Inténtalo todo, no te rindas».

Una lucha contra el tiempo

Durante las horas siguientes, los médicos enfrentaron el desafío de controlar la infección pulmonar sin dañar otros órganos vitales como los riñones y la médula ósea. La situación seguía siendo crítica, pero poco a poco el tratamiento comenzó a dar resultados.

«Durante días corrimos el riesgo de dañar los riñones y la médula ósea, pero seguimos adelante», relató Alfieri. Finalmente, el organismo del Pontífice respondió a los tratamientos y la infección empezó a ceder.

Un nuevo susto: la segunda crisis

Cuando todo parecía mejorar, un nuevo episodio puso en vilo a los médicos y al entorno del Papa. «Estábamos saliendo del momento más duro, cuando, mientras comía, tuvo una regurgitación y aspiró», recordó el profesor Alfieri. «Fue el segundo momento verdaderamente crítico porque, en estos casos, si no se rescata con prontitud, existe el riesgo de muerte súbita».

Afortunadamente, el equipo médico reaccionó con rapidez, y Francisco superó también esta nueva dificultad.

Un paciente ejemplar

A lo largo de su hospitalización, el Papa mostró una actitud ejemplar. «Se sometió a todas las terapias sin quejarse jamás», destacó el médico. Además, el Pontífice nunca perdió su buen humor.

En una ocasión, al ser saludado por Alfieri con un «buenos días, Santo Padre», Francisco respondió con una sonrisa: «Buenos días, Santo Hijo».

El regreso al Vaticano

Tras 38 días de hospitalización, el Papa fue dado de alta y pudo regresar a su residencia en Santa Marta. Antes de partir, preguntó a los médicos: «Sigo vivo, ¿cuándo nos vamos a casa?». Los médicos han recomendado que guarde dos meses de convalecencia protegida, evitando el contacto con grupos grandes de personas o con niños que puedan ser vehículo de nuevas infecciones. «Conversamos y prometimos no desperdiciar el esfuerzo que habíamos realizado», explicó Alfieri.

Un líder resiliente

El Papa Francisco ha demostrado una notable fortaleza tanto física como mental. Su médico lo reconoce: «Más allá de un corazón muy fuerte, tiene recursos increíbles». Además, no duda en atribuir parte de su recuperación a la fe y las oraciones de los fieles: «Hay una publicación científica según la cual las oraciones dan fuerza a los enfermos. En este caso, todo el mundo empezó a orar».

Finalmente, Alfieri compartió un momento especialmente conmovedor: «Cuando lo vi salir de la habitación del décimo piso del Gemelli vestido de blanco. Fue la emoción de ver al hombre convertirse nuevamente en Papa».

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