El 6 de noviembre, la Hermandad Obrera de Acción Católica, concluye su año de celebración del 75 aniversario del nacimiento de este movimiento de Acción Católica para la Pastoral del Trabajo y de encuentro entre la Iglesia y el mundo obrero. Un tiempo que, desde este movimiento, han vivido como un momento extraordinario de memoria agradecida al pasado, para proyectar el futuro, en la vivencia comprometida de nuestro presente.
Durante este año, además, se produjo la elección de María Dolores Megina Navarro como nueva presidenta de la HOAC. Técnica de prevención laboral y socia de una cooperativa del sector sociosanitario y militante de la diócesis de Jaén, Maru, como la llaman habitualmente, ha concedido una entrevista a Omnes con motivo del cierre de este 75 Aniversario que vuelve a poner en primera plana la necesidad de este movimiento en la Iglesia actual
– Usted ha sido elegida recientemente presidenta de la HOAC ¿Cómo ha vivido este año de 75 aniversario?
Con una gran alegría, desde luego. Ha sido un año para celebrar este tiempo de encuentro entre Iglesia y mundo obrero. Por eso hacemos memoria agradecida de nuestra historia y damos gracias por haber descubierto a Jesucristo en esta realidad sufriente del mundo obrero, por el amor que muestra a cada persona del mundo del trabajo. También damos gracias por la generosa entrega de tantos y tantas militantes que han gastado su vida estando presentes en la lucha por la dignidad del mundo obrero.
Damos gracias por la experiencia de formación de la HOAC que nos ha hecho profundizar en nuestro ser persona y en nuestro ser cristianos y, por supuesto, por ser y sentirnos enviados como comunidad eclesial al servicio del mundo obrero y del trabajo
– Un aniversario siempre es momento de examen e impulso, ¿lo ha sido también para la HOAC y sus militantes?
Por supuesto. La HOAC tiene como tarea fundamental la de formar militantes obreros cristianos. Nuestra fe y nuestra formación nos lleva a contrastar la fe con la vida, a estar en constante proceso de revisión, de conversión y en tensión sobre cómo hemos de evangelizar en el aquí y ahora al mundo obrero y del trabajo, cómo estar encarnados en las periferias del mundo obrero.
Pero es cierto que esta celebración, este dar gracias se convierte para nosotros y nosotras en una renovación de nuestra fidelidad para seguir siendo Iglesia en el mundo obrero y mundo obrero en la Iglesia. Esto nos impulsa también a seguir empeñados en la lucha por la justicia y la fraternidad, de manera que haga posible la vida en condiciones dignas para todas las personas y familias del mundo obrero y del trabajo; y, por otra parte nos lleva, desde nuestro ser eclesial, a colaborar para que el conjunto de la Iglesia crezcamos en este servicio a los empobrecidos y en defensa de la dignidad del trabajo y del trabajo digno.
– Estamos atravesando un momento de crisis socioeconómica que afecta especialmente a los trabajadores y trabajadoras, en este sentido, ¿cuáles son los retos de futuro de la HOAC? Y su compromiso cristiano, ¿cómo se actualiza hoy?
Cuando el mundo obrero más empobrecido no se había recuperado de las consecuencias de la crisis de 2008 ha venido la pandemia a profundizar aún más esta situación de empobrecimiento, precariedad y exclusión. En nuestro análisis de la realidad vemos que los más débiles son los que pagan las mayores consecuencias en cada crisis. Por eso decimos, con el papa Francisco, que este sistema no se aguanta. Necesitamos que la economía ponga en el centro a las personas, sabiendo que afirmar a la persona en su dignidad supone poner en primer lugar sus necesidades y derechos, sobre todo de las más empobrecidas, excluidas y precarias de este mundo del trabajo.
En este sentido definir nuestros retos nos lleva a decir junto con la ITD (iniciativa Iglesia por el trabajo decente) que ahora más que nunca exigimos que el trabajo sea digno y decente. Esto nos lleva a cada militante a seguir encarnados en esta realidad para ser anuncio del evangelio y denuncia de las situaciones que van en contra de la dignidad de las personas. En la HOAC hablamos de tener presentes en nuestro actuar, en nuestro compromiso personal y en nuestro Quehacer Apostólico Comunitario, estas cuatro claves :
– Acompañar la vida de las personas, vivir con ellas sus alegrías y sus angustias.
– Colaborar a un cambio de mentalidad para que descubran qué les pasa y por qué les pasa eso que les pasa. Descubrir cuáles son las causas que les llevan a no tener unas condiciones dignas de vida y trabajo y actuar en consecuencia.
– Colaborar al cambio de las instituciones para que se pongan al servicio de las necesidades de las personas, al servicio del bien común.
– Colaborar a construir y dar visibilidad a experiencias alternativas en las formas de ser y de trabajar (en la vida política, en la empresa, en la manera de entender la solidaridad…)
–¿Cómo ve el compromiso de la militancia? ¿Hay ilusión por el futuro?
La HOAC en estos momentos está en una etapa de gran madurez. Todo este tiempo de caminar común, de aprender unos de otros, de ser comunidad encarnada nos ha llevado a profundizar en nuestra espiritualidad y nuestra formación para cualificar nuestro compromiso. Hemos mejorado y actualizado nuestros medios de comunicación y los hemos puesto al servicio de esta tarea. En los próximos meses empezaremos a preparar nuestra próxima asamblea general que celebraremos en el 2023 y de la que sacaremos nuevos retos y maneras de hacernos presentes en la realidad del mundo obrero y del trabajo.
Todo esto lo vivimos como un tiempo de gracia, siendo conscientes de que es el Espíritu y la comunidad quienes nos sostienen. Para nosotros y nosotras nuestra ilusión, nuestro reto es seguir anunciando a Jesucristo como propuesta de salvación, de liberación, de humanización