Vaticano

Mansedumbre y humildad en el camino sinodal

"El Papa Francisco ha pedido que toda la Iglesia sea partícipe, que todos sean protagonistas de la lógica de la eclesiología del Pueblo de Dios. Esto explica que Episcopalis communio transforme el Sínodo de un evento en un proceso, articulado en fases"

Antonino Piccione·3 de octubre de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

Foto: Participantes del Sínodo en el retiro previo a las reuniones ©CNS photo/Vatican Media via YouTube

El primer Sínodo que se celebrará según la Constitución Apostólica Episcopalis communio del 15 de septiembre de 2018. «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión»: el 4 de octubre será la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

Etapa de un proceso iniciado el 10 de octubre de 2021, que culminará en una nueva sesión el próximo año también en octubre. La primera con la participación activa y con derecho a voto de setenta no obispos, así como con la presencia de medio centenar de expertos, divididos en facilitadores y teólogos. 

Redescubrir la dimensión del silencio para escuchar la voz del Espíritu y hacer del Sínodo un lugar de fraternidad: este es el «camino» espiritual indicado por el Papa Francisco a la Iglesia, durante la vigilia ecuménica de oración «Juntos – Encuentro del Pueblo de Dios», el 30 de septiembre en la Plaza de San Pedro.

Junto a Francisco, diecinueve representantes ecuménicos rezaron juntos y escucharon significativos testimonios ofrecidos por jóvenes, algunos de ellos refugiados y discapacitados intelectuales.

El retiro previo

Tras la vigilia ecuménica y en el último día de retiro espiritual en la «Fraterna Domus» de Sacrofano para los participantes en el Sínodo, la Madre Ignazia Angelini señaló en la celebración «la íntima energía del camino sinodal. En todos sus pasos y pasajes. El Sínodo mismo se desarrolla como una «celebración».

«¡Hazme justicia, Dios!» (Sal 42,1) da voz», observó, «al gemido de la humanidad oprimida y de la creación sometida a la vanidad y con dolores de parto (Rom 8,20-24), presa de una tristeza generalizada que nubla nuestros días».

Pero luego, sin solución de continuidad, entonamos: «Todas las cosas cantan y gritan de alegría» (Sal 63,14). Es precisamente este contrapunto de súplica y alabanza el canto inmóvil de la fe, que reúne armonías disonantes de mundos visibles y cultos, acompañándonos hasta la noche en la lucha por creer, por estar en compañía de los humanos como «todos hermanos».

Se hizo eco de él, el Padre Radcliffe, para quien «la convocación vespertina de cada día, en el Magnificat, nos acoge y nos revela cómo llevar a término toda obra emprendida en la obediencia de la fe. Al caer la tarde, la Madre de Dios nos espera con su canto. Un canto extraordinario por su potencial de lectura profética de la historia. Una síntesis «materna» que recoge y da luz a nuestra deshilachada historia humana. Y muestra el camino».

El canto de María se entrega así a la Iglesia de Dios en su camino «para recoger en la oración el ocaso de la tarde y abrir el futuro a cada uno de sus pasos. Incluso las reuniones sinodales».

El Magnificat es -en opinión del Padre Radcliffe- para la Iglesia y su proceso sinodal, «una gracia cotidiana de cumplimiento; una gracia que la impulsa hacia adelante, más allá de diferencias y oposiciones. Impulsa con la íntima certeza de que el Señor, no obstante, da la gracia, mira la pobreza, conoce -desde el Egipto del pueblo oprimido hasta el Gólgota del Hijo- nuestros trabajos y aflicciones».

Con mansedumbre y humildad. Nombres, rostros, preguntas, comparaciones, opciones, bajo esa mirada unificadora, «sin mirar atrás».

Proceso sinodal

En  Avvenire, entrevistado hoy por Stefania Falasca, don Dario Vitali, profesor ordinario de eclesiología en el Departamento de Teología Dogmática de la Pontificia Universidad Gregoriana, nombrado por el Papa Francisco coordinador de los expertos teólogos implicados en el Sínodo, explica así la metodología de los trabajos sinodales: «El Papa Francisco ha pedido que toda la Iglesia sea partícipe, que todos sean protagonistas de la lógica de la eclesiología del Pueblo de Dios. Esto explica que Episcopalis communio transforme el Sínodo de un evento en un proceso, articulado en fases. En la primera fase se produjo la participación de toda la Iglesia y de todos en la Iglesia, a través de la consulta al Pueblo de Dios en las Iglesias particulares y después de los dos momentos de discernimiento, en las Conferencias Episcopales y en las Asambleas Continentales. Según el Concilio Vaticano II, el Pueblo de Dios participa en la función profética de Cristo (Lg 12). Por eso participan plenamente en la Asamblea los miembros no obispos, que no representan al Pueblo de Dios, pero son testigos de la unidad del proceso sinodal. Su presencia y contribución dicen queel Sínodo no consiste en una Asamblea circunscrita y que la primera fase es esencial para el discernimiento. Y que los temas que se abordan son los surgidos de la consulta al Pueblo de Dios».

El objetivo último del proceso», sostiene Vitali, «es arraigar un estilo y una forma de Iglesia sinodal, de modo que la sinodalidad, como dimensión constitutiva de la Iglesia, pueda y deba configurar la Iglesia misma, su vida, sus instituciones, su modo de pensar y de trabajar, su misión».

Un principio madurado en la estela de la Tradición, en continuidad con el Concilio, «que no contradice -concluye el teólogo- a la Iglesia de siempre, sino que la ilumina con una luz nueva, con esa novedad que está siempre en el orden de la gracia, por tanto nova et vetera, nueva porque antigua».

También en los últimos dias el Papa Francisco ha respondido a los 5 Dubia, las preguntas de algunos cardenales que han hecho llegar al Santo Padre el pasado mes de julio. Las respuestas del Papa, en español, han sido publicadas en la página web del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

El autorAntonino Piccione

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