El 2 de febrero de 1870, Antonia María de Oviedo y Schönthal, con la sabiduría de quien camina en constante proceso de búsqueda, eligió un nombre nuevo: Antonia María de la Misericordia.
En las historias de los profetas, la misericordia es una sobrecogedora característica de Dios, que oye el sufrimiento de los que han sido condenados en la tierra por otros seres humanos, e interviene desde el amor.
Para Madre Antonia, las mujeres se convierten en clave misionera y el amor entregado a ellas en la savia y el talante congregacional. Ellas nos revelan el rostro de Dios.
La vida de Antonia María, su identidad de mujer fuerte e inteligente y su identidad de madre, maestra y religiosa, anuncian vida para las mujeres de hoy. Antonia María fue una mujer, habitada por Dios, que descubrió la libertad y la humildad de estar plenamente presente para entregar con generosidad su vida en beneficio de los demás.
Su principal deseo fue estar en el deseo de Dios. Con mirada humana, descubrió la vida y, con mirada humanizadora, la potenció. Mujer apasionada por la vida, contempló la belleza y el arte de la Creación. Sus habilidades artísticas en literatura, música y pintura, refinaron su sensibilidad. Desarrolló profundamente el estudio y cultivó el talento propio, en medio de una sociedad en la que la esfera de la actividad femenina era muy restringida.
Antonia María supo aprovechar los factores de culturización para entrar en el mundo moderno por medio de la cultura. Usó su inteligencia y entusiasmo para aprender durante toda su vida y para enseñar con valentía.
El dolor de muchas mujeres que ejercían la prostitución no le pasó desapercibido. Sorprendida y conmovida, descubrió la llamada a un servicio que levanta la dignidad.
Su disponibilidad a entregar la vida, abriendo la primera casa de acogida, supuso una transformación interior, que incidió radicalmente en su vida y en la de muchas mujeres
La vocación oblata
La vocación que hemos recibido nos hace especialmente sensibles a las injusticias, en que están inmersas muchas mujeres en situación de prostitución, violencia de género y trata con fines de explotación sexual.
Esto nos lleva a vivir siendo contemplativas en la acción, a orar con las mujeres a un Dios que las escucha y que las ayuda a creer en ellas mismas y a creer en que la opresión y la muerte no tienen la última palabra.
Convocadas a vivir en comunidad, formamos una familia que es expresión de fraternidad y signo de alegría, misericordia, ternura y esperanza en las diferentes realidades. Y esto es posible porque creemos en un Dios que nos ofrece cada día la posibilidad de liberarnos de lo que nos oprime y de darnos la fuerza para ponernos en pie y caminar mirando hacia el futuro con esperanza.
Volver a la esencia del carisma
Este segundo centenario del nacimiento de Antonia María de Oviedo y Schönthal, es una oportunidad de visibilizar la vida de una gran mujer que, con la total confianza puesta en Dios, se atrevió a fundar y dinamizar una Congregación, con un nombre propio, del que ella misma hizo honor: las Oblatas del Santísimo Redentor.
Una mujer, en cuya vida se revela la gratitud, la aceptación, el perdón, la compasión, la inteligencia, el coraje, la alegría y la fortaleza combinada con la fragilidad, de quien se sabe que sólo pertenece a Dios.
Para la congregación supone la posibilidad de revitalizar, actualizar y desplegar el carisma y la misión, insertas en la realidad del mundo, atentas a los cambios sociales y a las situaciones de mayor vulnerabilidad que padecen las mujeres.
Un tiempo propicio para impulsar la devoción a la Venerable Madre Antonia de la Misericordia, cuyo proceso de beatificación sigue activo, a la espera de que sea reconocida su santidad por la Iglesia.
Deseamos seguir impulsando el carisma y la misión oblata con talante innovador. Atentas y abiertas a lo que las realidades más vulnerables del mundo reclaman, y respondiendo de forma creativa y audaz.
Impulsando la igualdad y la inclusión y denunciando la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual y todo tipo de situaciones que violan los derechos humanos.
Deseamos dar a conocer al mundo, que la vida puede ganarle el pulso a la muerte. Que es posible vivir desde los valores fundamentales de la acogida, el respeto, la justicia, la igualdad y el amor.
Vicepostuladora de la causa de beatificación de Madre María Antonia