Las epopeyas, con su característica grandilocuencia, pueden a veces parecernos aburridas. No porque los grandes hitos de los hombres nos parezcan en realidad algo despreciable, sino más bien porque dudamos de su plena veracidad. “Es muy difícil que no estén exagerando”, quizás pensamos. En nuestra rutina habitualmente trivial, lo heroico puede sonar a cuento de hadas.
Sin embargo, debemos reconocer que no siempre es así. Si, en 1492, alguien te contara que unos navegantes descubrieron todo un continente nuevo, al principio podría parecerte fantasioso, pero poco a poco la acumulación de indicios acabaría por constituirte una prueba. La proeza sería del todo verdadera.
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Pues “Los Lusíadas”, de Luís de Camões (1524-1580), no es ni uno ni otro. No es ni un cuento de hadas ni un libro de historia, sino un conjunto de hechos reales mezclado con sucesos imaginarios narrados bajo la forma de poema épico. Su autor parecía pretender narrar los logros del imperio portugués en ultramar introduciendo su obra en la tradición épica que le precedía, a saber, la de Homero, Virgilio y Dante.
Navegante y poeta, Camões fue el que se dedicó a contarlo de forma elevada, digna de la gesta. “Los Lusíadas” fue publicado en 1572 y cuenta el viaje de Vasco da Gama a India de 1497 a 1499. Hasta entonces nadie había conseguido cruzar a navío el llamado “Cabo de las Tormentas” (actual Cape Town, en Sudáfrica), porque las circunstancias marítimas y climáticas de la localidad hacían que todos los navíos que lo intentaban se estrellaran en las rocas o tuvieran que dar media vuelta antes de que esto sucediera. En el poema, Camões personifica el Cabo en un gigante titán llamado Adamastor, que, en su incapacidad de impedir el paso de los portugueses, se limita a proferirles impotentes amenazas a distancia. Como símbolo de la victoria de franquearlo, ahora lo pasan a llamar “Capo de la Buena Esperanza”.
Lusitanos
Ya en Melinde (en el actual Kenia), Vasco se detiene y cuenta al rey local episodios de la historia lusitana, entre los cuales el de Inés de Castro, una noble gallega. El príncipe portugués Pedro I, joven viudo, se enamora de Inés y con ella tiene hijos. Pero el rey Alfonso IV se entera de que su hijo quiere casarse oficialmente con ella y legitimar esos hijos. Temiendo que su trono viniera a recaer sobre un hijo legitimado de Pedro e Inés y así aumentara la influencia gallega en Portugal, el rey decide mandar matarla. Trágicamente Inés es asesinada y poco después fallece también el rey asesino. Cuando Pedro I asume como rey, hace coronar a su amada muerta como reina póstuma.
Tras llegar a Calicut (India), los navegantes disfrutan del éxito y luego regresan victoriosos a Lisboa. Camões se había propuesto cantar “las memorias gloriosas de los reyes que fueron dilatando la fe, el imperio, y las tierras viciosas de África y de Asia conquistando”, y de hecho, gracias a este viaje ordenado por el rey D. Manuel I y liderado por Vasco da Gama, fueron puestas las bases de la Iglesia Católica en India, el país que el año que viene será el más poblado del mundo. A ellos debemos admiración, gratitud y memoria.