Vaticano

Los tres caminos hacia una paz duradera

Mientras el número de muertes causadas por las guerras y los conflictos sigue aumentando y el gasto militar en el mundo se incrementa a un ritmo desorbitado, el Papa Francisco nos recuerda en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 2022) que sólo a través del diálogo, la educación y el trabajo podemos esperar una paz duradera.

Giovanni Tridente·1 de enero de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos
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Foto: ©2021 Catholic News Service / U.S. Conference of Catholic Bishops.

Las cifras son dramáticas: según los últimos datos disponibles, en junio de 2021 hay más de 4,5 millones de muertes oficiales por guerras y conflictos de todo tipo en diversas partes del mundo. Basta con volver a escuchar el Urbi et Orbi del Papa Francisco el día de Navidad para tener una estimación de la situación global en todas las regiones del planeta. 40 millones de personas sufren inseguridad alimentaria, según las estimaciones de Save the Children. De ellos, 5,7 millones son niños menores de cinco años que están al borde del hambre, lo que supone un aumento del 50% respecto a 2019.

A esto hay que añadir el impacto de la crisis climática: inundaciones, sequías, huracanes, incendios forestales… por no hablar de los numerosos problemas provocados por la pandemia del Covid-19, en detrimento sobre todo de los más vulnerables, que han visto multiplicados sus problemas. Al mismo tiempo, el gasto militar está aumentando de forma espectacular, alcanzando los 2 billones de dólares en todo el mundo.

En este contexto, la Iglesia celebra la 55ª Jornada Mundial de la Paz, el 1 de enero de 2022, que contempla la situación global del planeta no sólo en términos de conflictos armados, sino también en cuanto a la resolución concreta de las numerosas amenazas que afectan al futuro de la humanidad.

No es casualidad que, en su mensaje escrito para la ocasión, el Papa Francisco proponga de forma insólita tres instrumentos alternativos «para construir una paz duradera». Y cuando hablamos de paz nos referimos también al renacimiento de los escombros y a la esperanza de un futuro mejor para todos aquellos que sufren todo tipo de violencia y abusos. Los «tres caminos» propuestos por el Pontífice se refieren a: el diálogo entre generaciones como base para la construcción de proyectos compartidos; la educación para la libertad, la responsabilidad y el desarrollo; el trabajo, como expresión completa de la dignidad humana.

En las intenciones del Papa, estos son aspectos que están en la base de un verdadero «pacto social», que debe ser diseñado a través de una «artesanía» desinteresada -como ya había indicado en mensajes anteriores- que debe involucrar a cada individuo y, por tanto, a toda la colectividad.

¿Por qué es importante el «diálogo entre generaciones» con vistas a la paz? Porque a través de la confrontación libre y respetuosa se genera la confianza mutua -reflexiona Francisco- nos escuchamos, nos ponemos de acuerdo y caminamos juntos. Las diferentes generaciones, que a menudo también a causa del desarrollo económico y tecnológico han sufrido divisiones, deben volver a ser aliadas, y esto es posible mediante el diálogo «entre los custodios de la memoria -los mayores- y los que llevan la historia adelante -los jóvenes».

Para construir juntos un camino hacia la paz, no podemos ignorar la educación, precisamente para que los ciudadanos sean más conscientes de su libertad y responsabilidad. En este sentido, debemos invertir el rumbo que asigna una inversión exorbitante al gasto militar mientras priva a la educación de importantes tajadas de financiación. En efecto, la inversión en educación contribuye a resolver las numerosas fracturas de la sociedad si este planteamiento se inscribe realmente en un «pacto global» que amplíe las numerosas riquezas culturales e implique a las familias, las comunidades, las escuelas, las universidades y todas las instituciones.

Por último, el trabajo, «un factor indispensable para construir y preservar la paz», precisamente porque es una expresión de «compromiso, esfuerzo, colaboración con los demás», «el lugar donde aprendemos a hacer nuestra contribución a un mundo más habitable y hermoso». Sin embargo, hay muchas injusticias en este mundo, denunciadas por el Papa: la precariedad, la falta de perspectivas para los jóvenes, la falta de reconocimiento legislativo de los trabajadores migrantes, la ausencia en muchos casos de sistemas de bienestar y protección social. En este sentido, por tanto, la invitación del Pontífice es a «unir ideas y esfuerzos para crear las condiciones e inventar soluciones, para que todo ser humano en edad de trabajar tenga la posibilidad, con su trabajo, de contribuir a la vida de la familia y de la sociedad».

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