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«Los proyectos de Manos Unidas muestran que otro mundo es posible»

La ONGD Católica Manos Unidas ha presentado hoy su campaña “Contagia solidaridad para acabar con el hambre” que ha contado con los testimonios de Raquel Reynoso, desde Perú, y Alicia Vacas, desde Israel

Maria José Atienza·10 de febrero de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos
Kuchinate_Manos Unidas

Foto: ©Kuchinate. Manos Unidas

La presentación de la campaña de Manos Unidas para este año 2021 ha tenido como protagonistas algunos de los colectivos más golpeados por el hambre y la pobreza en el mundo: las comunidades indígenas en Ayacucho y mujeres africanas en busca de asilo en Israel.

Durante su intervención, Alicia Vacas, responsable de las Misioneras Combonianas para Oriente Medio y Asia, ha comenzado explicando que, si bien Israel no es un país pobre «existen bolsas de pobreza y sobre todo una situación crónica de discriminación de algunos grupos, como los migrantes africanos o los beduinos palestinos de los territorios ocupados o refugiados iraquíes y sirios».

El proyecto Kuchinate

Alicia Vacas ha centrado su intervención en las mujeres africanas, procedentes de grupos de emigrantes sudaneses del sur y eritreos. Mujeres que han sufrido abusos y violencia y sin reconocimiento de refugiadas por parte del Gobierno. Antes de llegar a Israel han sufrido, como ha relatado esta misionera «todo tipo de penalidades y violencias: una travesía por el desierto para llegar a Israel, el rapto y violencia ejercidos por las mafias, torturas y extorsiones… «.

Cambio de mentalidad

Unas experiencias que no era fácil que compartieran para ayudarlas, hasta que una misionera comboniana de origen eritreo explicó que en su país, las penas de las mujeres se compartían tejiendo. Así nació Kuchinate (Ganchillo en tigriña) que se desarrolla gracias al apoyo de Manos Unidas. Gracias a una donación providencial de tela de camiseta, empezaron a reunirse las mujeres para tejer cestos de ganchillo y así empezaron a tejerse también las relaciones personales y la apertura de las heridas.

En la actualidad Kuchinate atiende a «más de 300 mujeres en situación de vulnerabilidad extrema conforman este proyecto. Reciben, sobre todo, apoyo psicosocial, profesional, facilitando su integración en la sociedad israelí y su reconocimiento como refugiadas».

La responsable de las Misioneras Combonianas para Oriente Medio y Asia, ha subrayado que Kuchinate es «un ejemplo que «otro mundo es posible, que existen alternativas al miedo, a la exclusión… y que la alternativa pasa por la solidaridad y la custodia del bien común que es lo que centra la campaña de Manos Unidas este año y es lo que nos recuerda el papa Francisco en la Fratelli tutti», y ha concluido su intervención con una llamada a «que esta crisis sea una oportunidad para ponernos en la piel de los que más sufren».

Perú: agua y promoción de la mujer

Por su parte, desde Perú, la presidenta de la asociación SER (Servicios Educativos Rurales), Raquel Reynoso, ha puesto el acento en la vulnerabilidad que la pandemia ha mostrado a toda la sociedad.

Reynoso ha relatado la situación de las poblaciones de Ayacucho, (Perú), zona en la que ella trabaja, en proyectos con el apoyo de Manos Unidas, además de la pandemia de Covid, estas poblaciones sufren, desde antes, «falta de agua potable, son comunidades que viven al día y que, si no salían a vender morían de hambre o morían de Covid. Además muchos de ellos no tienen electricidad y no podían conservar alimentos para un confinamiento».

Además ha descrito la situación de las mujeres con las que trabaja y que han sufrido las consecuencias de los conflictos armados que, desde hace decenios, golpea la zona, así como las discriminación por su condición femenina. Son estas mujeres, sin embargo las que se ocupan de trabajar la tierra.

Reynoso se ha centrado en dos líneas que se trabajan, con el apoyo de Manos Unidas, con esperanzadores resultados: la puesta en marcha de proyectos de saneamiento y acceso al agua y el impulso a proyectos de promoción de la mujer para que, tanto ellas como el entorno familiar y social, entendieran sus derechos colectivos, sean reconocidas y valoradas y accedan también a puestos directivos como los varones.

Reynoso ha destacado la solidaridad que las comunidades rurales de esta zona peruana an mostrado en estos tiempos de pandemia, que ha golpeado con mucha fuerza la zona. Una solidaridad entre los propios vecinos pero que también les ha llevado por ejemplo, a enviar alimentos a las zonas urbanas y a crear huertos familiares y comunitarios para ayudarse mutuamente. Una solidaridad de la que «podemos contagiarnos y ver cómo se puede compartir lo poco que tiene».

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