Pasar de la barrera de la barrera del “ellos” y atreverse a pronunciar un nuevo “nosotros” que abrace a todo ser humano, para “buscar la dignidad que nos une y construir así la fraternidad”. En la presentación de la Jornada, que tiene como lema “Hacia un nosotros cada vez más grande”, intervinieron el obispo auxiliar de Madrid y obispo responsable de Migraciones, Mons. José Cobo; el director del departamento de Migraciones, el dominico Xabier Gómez; y la venezolana Milagros Tobías, de la parroquia Nuestra Señora del Camino (Madrid), madre de tres hijos, uno de ellos discapacitado físico, al que denominó en su testimonio “el ángel que llegó a mi vida”.
Monseñor José Cobo comenzó recordando el mensaje de los obispos españoles ante esta Jornada Mundial, en la que “el Papa nos coloca de nuevo ante el horizonte de la fraternidad y nos hace una nueva invitación en la que pone delante la vacuna definitiva que la familia humana necesita: salir de un ‘nosotros’ pequeño, reducido por fronteras o por intereses políticos o económicos, para ir a un ‘nosotros’ incluido en el sueño de Dios, en el que vivamos como hermanos compartiendo la misma dignidad que él nos da”.
“Es un movimiento interno”, añadió, “que pide saltar la barrera del ‘ellos’, para atrevernos a pronunciar un nuevo ‘nosotros’ que abrace a todo ser humano. Es fácil entenderlo para quienes pronunciamos el Padrenuestro como oración venida de Cristo que nos coloca en la disposición de vivir como hijos”.
El obispo responsable de Migraciones señaló: “todos estamos interrelacionados, todos dependemos de todos, y subrayó que “no partimos de cero. Mucha gente está trabajando para que la sociedad acoja el fenómeno de la migración con ojos nuevos”.
Las personas vulnerables siguen llamando
“Hemos pasado un año complicado”, prosigue el mensaje. “Con la pandemia no olvidamos las dramáticas crisis migratorias, tanto en las fronteras de Canarias como en Ceuta y Melilla. Las personas vulnerables en movimiento siguen llamando a nuestras fronteras. Con ellas sentimos que estamos juntos en un mundo plagado de catástrofes, de guerras y consecuencias del cambio climático que siguen obligando a muchos a salir de su tierra. Tampoco dejamos de preocuparnos y rezar por el dolor de quienes, a poco de llegar, intentan abrirse paso en nuestra sociedad y que, en poco tiempo, ha agrandado sustancialmente su desigualdad”.
Más adelante, Mons. Cobo reiteró la idea de la interconexión, de lo que compartimos. “En este tiempo también hemos aprendido a constatar que todos estamos interconectados, que compartimos destino y viaje. Sabemos que estamos en el mismo barco en medio de muchas tormentas, donde o permanecemos juntos, o perecemos juntos”.
Pero junto a las tormentas, “el Espíritu Santo no cesa de ofrecernos una mirada amplia y esperanzadora para poder tejer un futuro donde cada vez el ‘nosotros’ que pronunciamos, pequeño, limitado y que gira alrededor de nuestros intereses, se va transformando en un ‘nosotros’ fraterno y evangélico, que nos vincula y nos da un horizonte al que dirigirnos desde nuestras diversas vocaciones”.
La Iglesia tiende la mano al Estado
“No podemos conjugar un ellos y nosotros, hemos de buscar la dignidad que nos une, y construir así la fraternidad. No hay personas de `primera o segunda categorìa, hay personas humanas. Esta Jornada nos pide tres esfuerzos”, remachó Monseñor Cobo:
1) mirar con ojos nuevos la migración.
2) mirar y agradecer a las comunidades cristianas los esfuerrzos que se realizan para acoger juntos” a los que llegan.
Y 3) mirar a toda la sociedad, y “contemplar la migración como un salvavidas para el futuro. La Iglesia quiere trabajar con el Estado, con la sociedad. Somos expertos en humanidad, y generamos espacios de acogida y espacios de encuentro”.
Los obispos de la subcomisión de Migraciones, que está integrada en la Comisión Episcopal para la Pastoral social y Promoción humana, explican que “para responder en clave de ‘nosotros’ se nos llama a poner todo el esfuerzo en constituir, con todos, un sistema que normalice la migración legal y segura a largo plazo, y que se base plenamente en una ética apoyada en los derechos humanos, en el horizonte de fraternidad universal y en el derecho internacional”.
«Esto nos abre”, aseguran, “a la tarea de ayudar a recrear el modelo de ciudadanía que propicie una cultura de la integración que, además, aprenda a globalizar la responsabilidad de vivir juntos en esta casa común”. Y señalan como ejemplo las propuestas del Papa Francisco en el capítulo que dedica a “la mejor política” dentro de la encíclica Fratelli tutti.
El mensaje de los obispos resalta “la importancia del Pacto Global por las Migraciones y la iniciativa de políticas internacionales que garanticen estos derechos desde el ‘nosotros’ inclusivo y amplio que mire la fraternidad como ‘nueva frontera’. Los cristianos somos parte del ‘nosotros’, señalan.
Añaden además que “no podemos dejar solos a los que toman las decisiones, ni a los gobernantes ni a quienes gestionan la crisis. Es hora de incorporar el grito de tantos y de acoger las huellas ya marcadas. Por eso agradecemos todo el camino emprendido en este tiempo por quienes hacen de puentes de esperanza para tantos desde sus comunidades”.
Globalización de la solidaridad
El dominico Xabier Gómez, director del departamento de Migraciones, recordó las palabras del Papa en Lampedusa en 2013, cuando señaló que se trataba de pasar de la globalización de la indiferencia a la globalización de la solidaridad, y subrayó también que ésta es la 107 Jornada Mundial, es decir, que no se trata de un mensaje propio del Papa Francisco sino que ha habido más de cien jornadas, que se iniciaron en 1914 “Hemos de repensar juntos un modelo más inclusivo que no genere descarte”, manifestó, “y buscar soluciones integrales, coordinadas”. “La Iglesia en España no está dormida”, resaltó, se trata de “la causa de la vida digna”, de forjar “una sociedad más justa, fraterna y hospitalaria”.