El Papa Francisco se ha hecho eco de dos llamamientos en los últimos días. El primero: ¡Levántate! -que hace referencia a un versículo de los Hechos de los Apóstoles- se dirige a los jóvenes y se se trata del tema de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, la número 36, que a partir de este año se celebrará en las diócesis de todo el mundo en la solemnidad de Cristo Rey, el próximo 21 de noviembre.
El segundo llamamiento – ¡Escuchad! -no asociada a un pasaje bíblico concreto, pero sí significativo- se dirige al mundo de la comunicación en general y a los comunicadores individuales en particular. También se relaciona aquí con el tema de la próxima Jornada de las Comunicaciones Sociales, la 56ª, que tendrá lugar en mayo de 2022.
Esto demuestra que hay una llamada en primera persona, una petición de compromiso directo tanto para los jóvenes como para los comunicadores, estimulándoles a ser protagonistas en esta época de cambio -como el Papa ha reiterado en varias ocasiones- asumiendo en primera persona los retos y las oportunidades que se presentan.
No es casualidad que, dirigiéndose a los jóvenes, Francisco les invite a meditar sobre la conversión de San Pablo, que de «perseguidor justiciero» pasó a ser «discípulo testigo». El mérito, sin embargo, es sin duda de Dios, que elige a quien incluso le persigue, le es hostil, y le cambia el corazón. Demostrando que siempre es posible volver a empezar y que «ningún joven está fuera del alcance de la gracia y de la misericordia de Dios».
Resurgimiento
El Pontífice repite a menudo esta actitud de no «desmoralizarse» ante los propios fracasos. Lo hizo, por ejemplo, en la última Audiencia General. Y es que no importa si caemos y cuántas veces caemos, sino que lo que cuenta es nuestro deseo de volvernos a levantar -como Pablo en el camino de Damasco- para dar testimonio de que toda existencia fallida puede reconstruirse y que «las personas que ya han muerto en el espíritu pueden resurgir».
El Papa va más allá y llega a decir que cuando un joven cae, en cierto sentido cae la humanidad. Al mismo tiempo, también es cierto que «cuando un joven se levanta, es como si se levantara el mundo entero». Una imagen muy significativa para destacar el gran potencial que los jóvenes tienen en sus manos y llevan en su corazón.
Humildad
Y de nuevo: «para resurgir, el mundo necesita la fuerza, el entusiasmo y la pasión que tú tienes». Pero en todo este dinamismo hay un elemento que hay que considerar, y que también tiene que ver con la vida y la experiencia de Saúl: la humildad, la «conciencia del propio límite», que es fundamental para darse cuenta de que uno es pequeño y frágil. Sólo así se puede llegar a reconocer a Cristo, después de haberse reconocido a sí mismo como lo que realmente es.
Al Pontífice le preocupa, sin embargo, que los jóvenes no desperdicien sus mejores años dedicándose a «batallas sin sentido», a causas que aunque aparentemente defienden valores justos pueden convertirse en ideologías destructivas. Más bien, deben aprovechar sus dones y talentos y ponerlos al servicio de la evangelización «hasta los confines de la tierra», como hizo San Pablo, conocido como el «Apóstol de las gentes».
«Esta es la misión que el Señor confía a cada persona, y en particular a cada joven, y a la que debe dedicarse -explica Francisco- para «cambiar la vida». Y desde aquí la invitación a testimoniar que la comunión de la Iglesia supera toda soledad, que el amor y el respeto brotan de las relaciones humanas sanas, que hay que defender la justicia social, la verdad, los pobres, los vulnerables y la creación, y que por eso mismo «¡Cristo vive!».
Un mensaje de amor, de salvación y de esperanza, que debe transmitirse en las escuelas, en las universidades, en el mundo digital, en el trabajo y en todas partes.
Como recordaréis, las nuevas indicaciones para la Jornada Mundial de la Juventud, a partir del cambio de fecha -antes se celebraba el Domingo de Ramos sólo en Roma, cuando no había evento internacional- fueron difundidas por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida con el documento de las Orientaciones Pastorales, como ayuda para que la celebración diocesana fuera aún más fructífera para las comunidades locales y la pastoral juvenil.
La edición internacional de la JMJ se celebrará en Lisboa en 2023, y esta vez la referencia de levantarse es a la Virgen María, que «deprisa» corrió hacia su prima Isabel, como se cuenta en Lc 1,39 y pronunció su Magnificat.