El Papa ha informado en la Audiencia de esta mañana que ha recibido hoy mismo “a dos delegaciones, una de israelíes que tienen parientes rehenes en la franja de Gaza, y otra de palestinos con parientes encarcelados en Israel. He escuchado cómo sufren ambas partes. Las guerras hacen esto. Hemos ido más allá de las guerras, esto no es hacer la guerra, esto es terrorismo”.
E inmediatamente, ha rogado: “Por favor, esforcémonos por la paz, oremos mucho por la paz. Que el Señor nos ayude a resolver los problemas. Oremos por el pueblo palestino, recemos por el pueblo israelí, para que reine la paz”.
El Papa ha alentado a todo el pueblo de Dios a rezar. “No olvidemos perseverar en la oración por los que sufren a causa de las guerras en tantas partes del mundo, especialmente por los queridos pueblos de Ucrania, Israel y Palestina”.
Precisamente esta madrugada ha llegado el anuncio de un alto el fuego, una tregua humanitaria de cuatro días entre Israel y Hamás, que entrará en vigor en las próximas 24 horas y podrá ampliarse en el futuro. Según las últimas informaciones, el acuerdo prevé la liberación de rehenes israelíes y de prisioneros palestinos.
El llamamiento del Pontífice ha venido precedido del recordatorio de que “el próximo domingo, último del Tiempo Ordinario, celebraremos la Solemnidad de Cristo, Rey del universo. Les exhorto a poner a Jesús en el centro de nuestras vidas, y de Él recibirán luz y valor en cada elección cotidiana”.
“Para todos, sin excluir a nadie”
En la catequesis habitual de la Audiencia, el mensaje central del Santo Padre ha sido que el anuncio del Evangelio es “para todos, universal”. Si la semana pasada el Papa se fijó en la alegría, el tema ha sido hoy la universalidad, con dos textos evangélicos.
El primero, el mandato de Jesús que recoge san Mateo: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a conservar todo cuanto os he mandado. Y mirad que Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».
“Cuando encontramos verdaderamente al Señor Jesús, el estupor de este encuentro impregna nuestra vida y pide ser llevado más allá de nosotros. Esto desea Él, que su Evangelio sea para todos. En Él, de hecho, hay un “poder humanizador”, una plenitud de vida que está destinada a todo hombre y a toda mujer, porque Cristo ha nacido, muerto y resucitado por todos”, ha manifestado. Es preciso “salir de nosotros mismos, ser abiertos, expansivos, extrovertidos”, como Jesús.
“Con la cananea, impulso universal”
En ese momento, el Pontífice ha comentado el “sorprendente encuentro” del Señor con la mujer cananea, extranjera, que tenía a su hija enferma. Impresiona a Jesús lo que dijo la cananea: “También los perrillos comen bajo la mesa migajas de los niños”.
“Somos elegidos por Él para alcanzar a otros”, ha subrayado el Papa. “La llamada no es un privilegio sino un servicio, el amor es universal, la llamada es para todos. El Señor me ha elegido para transmitir su mensaje. La vocación es un don para asumir un servicio”.
“Recordemos: cuando Dios elige a alguien es para amar a todos. Necesitamos de la audacia generosa de este impulso universal”, ha añadido el Santo Padre. “También para prevenir la tentación de identificar el cristianismo con una cultura, con una etnia, con un sistema. Así, sin embargo, pierde su naturaleza verdaderamente católica, es decir su rasgo específico universal, y se convierte en introvertido, termina por doblegarse a los esquemas del mundo y se presta a convertirse en elemento de división, de enemistad, contradiciendo el Evangelio que anuncia. No lo olvidemos: Dios elige a alguien para amar a todos”.
Posteriormente, en la catequesis en las diversas lenguas, el Papa ha incorporado algunas ideas en torno al mismo mensaje. Por ejemplo, a los cristianos árabes les ha manifestado que “cada bautizado es sujeto activo de la evangelización, pero no en solitario, de modo individual, sino de modo comunitario”.