España

Libertad y compromiso, claves para el mundo contemporáneo

El X Simposio San Josemaría, celebrado en Jaén el 19 y 20 de noviembre, ha tratado sobre la relación entre libertad y compromiso. Políticos, pensadores, influencers, teólogos y religiosos se dieron cita para reflexionar sobre estos aspectos de las enseñanzas de san Josemaría en la sociedad actual.

David Fernández Alonso·30 de noviembre de 2021·Tiempo de lectura: 10 minutos

Libertad y compromiso constituyen dos conceptos indisolublemente unidos entre sí, siempre y cuando comprendamos correctamente el significado de la libertad”. Así comenzó el ex ministro del Interior, ex eurodiputado y ahora Promotor de la Federación Europea One of Us, Jaime Mayor Oreja, su intervención en la conferencia inaugural del X Simposio San Josemaría, que se celebró en Jaén, el 19 y 20 de noviembre, y que llevaba por título Libertad y compromiso

El Simposio Internacional San Josemaría es un encuentro que pretende reflexionar sobre las enseñanzas de San Josemaría en el mundo de hoy. Se lleva celebrando de forma bienal, desde el año 2002, con temas como la educación, la convivencia, la familia o la libertad. El Simposio es organizado por la Fundación Catalina Mir, una entidad sin ánimo de lucro que promueve actividades de carácter asistencial y de orientación en favor de la familia y de los jóvenes que están en periodo de formación. Fomenta el voluntariado social y el desarrollo en los países del Tercer Mundo. Se inspira en los valores éticos de la civilización cristiana. En esta edición, como en otras anteriores, abundó el público joven.

El elenco de ponentes en el Simposio ha sido amplio y variado, entre los que encontramos nombres destacados, además del exministro Mayor Oreja, como el filósofo Jose María Torralba; el catedrático Rafael Palomino; Isabel Rojas, psicóloga y psicoterapeuta; Juan Jolín, sacerdote encargado de atender a los enfermos de COVID durante la pandemia en el IFEMA; Rosa María Aguilar Puiggrós, coordinadora de la Fundación Aprender a Mirar; Víctor Petuya, presidente de European Parents Association; Harouna Garba, migrante de Togo; Toñi Rodríguez, numeraria auxiliar del Opus Dei; Joaquín Echeverría, padre de Ignacio Echeverría; Enrique Muñiz y Jesús Gil, autores del libro Que solo Jesús se luzca; y Javier López Díaz, Director de la Cátedra San Josemaría de 2013 a 2019 de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz.

De modo paralelo, se celebró un programa dirigido exclusivamente a jóvenes, titulado Millenials de la fe. Entre los ponentes, se encuentran, entre otros, la pareja de novios Marieta Moreno González-Páramo e Iñigo Álvarez Tornos, Pietro Ditano, Carla Restoy, Teresa Palomar, o la Madre Verónica Berzosa, fundadora de Iesu Communio

La verdad os hará libres

Mayor Oreja hiló su discurso usando dos expresiones antagónicas, como una propuesta para definir dos maneras de entender la libertad: la primera, es la sentencia evangélica “la verdad os hará libres”. La segunda, es la tergiversación de este aforismo, “la libertad os hará verdaderos”. Se trata de “dos actitudes de vida que se confrontan en el principal debate que hoy tenemos delante de nosotros”. Considerar que la libertad nos hace verdaderos “constituye una mentira”. Es más, vivir así, pensando que hacer lo que a uno “le da la gana, cuando le da la gana, como le da la gana, acerca al egoísmo, al capricho, a lo superficial, a lo material, a la banalidad. Constituye la expresión del relativismo moral. Esto es, la nada. Lleva a no creer en nada o en casi nada. Y de esta manera se ha convertido en moda dominante”, aseguró el exministro. 

Sin embargo, “abrazar el dicho evangélico ‘la verdad os hará libres’, significará un cambio profundo y total sobre la vida”, quiso subrayar Mayor. Aun así, considera que la actual moda dominante se fundamenta más en la sentencia tergiversada que en el dicho evangélico. Por ello, “tenemos que preguntarnos el por qué de esta prevalencia de la mentira sobre la verdad, sobre todo en los últimos tiempos. No se ha sabido administrar nuestra mejora de bienestar material. Se ha pasado del prestigio de la verdad al resentimiento hacia ella. La moda dominante ha transformado la jerarquía de valores”. 

En consecuencia, el ex eurodiputado recordó que hace años señalábamos a aquellos que no tenían fundamentos como unos “sin-fundamentos”, y en cambio ahora se tacha de “fundamentalistas” a aquellos por el mero hecho de tener unas convicciones, unos fundamentos, precisamente porque ha cambiado la moda dominante. 

El alcalde de Jaén, Julio Millán; el exministro Jaime Mayor Oreja; y el presidente de la Fundación Catalina Mir, Daniel Martínez Apesteguía.

Una crisis de civilización

La crisis que vive la sociedad occidental, expuso Mayor, “no es una crisis política, ni económica; es una crisis de civilización, una crisis de la verdad, una crisis de los fundamentos, una crisis de las conciencias”. Es por tanto que “cuando esta crisis penetra en la persona, el resultado es una sociedad presidida por el desorden social, que es la característica principal de la política y la sociedad española y europea actual”. 

Por tanto, continuó el ponente, “todos tenemos la obligación de buscar la verdad, pero los que no escondemos nuestra fe, tenemos un grado de obligación superior a los demás, porque creemos en una verdad absoluta. Este hecho de nuestra fe no constituye una razón para una supuesta y absurda superioridad moral ni de ningún tipo. Lo que significa es un mayor grado de obligación y de servicio con el conjunto de nuestra sociedad”. Entonces, es una obligación para el cristiano “no quedarse en la superficie de los hechos, sin enterarse de nada, de lo que realmente se está produciendo en nuestra sociedad”. 

Un momento único de la historia

No vivimos cualquier momento de la sociedad occidental”, aseguró Mayor Oreja. “Después de la fractura política y social que están viviendo los Estados Unidos muchos pretenden sustituir en Europa un orden basado en los fundamentos cristianos por un desorden social”. Subrayó que este es el principal reto al que nos enfrentamos los cristianos en la sociedad actual. Un reto que se enfrenta a una “acelerada ofensiva cultural que comenzó hace tiempo, que se ha acelerado en la ultima década”. Un proceso cultural que en la legislación comenzó legitimando el aborto, aseguró. Parafraseando al pensador y filosofo español Julián Marías, “ha sido lo mas grave que ha ocurrido en el siglo XX: la aceptación social del aborto, incluso hasta llegar a creer que es un avance y no una regresión a las formas más oscuras de la historia como la tortura o la esclavitud”. El aborto, por tanto, constituiría “la primera expresión del mal, en este proceso. Al cabo de los años llegó la sofisticación del mal, en una segunda fase, más difícil de combatir: la ideología de genero. Y en un tercer momento, la socialización del mal: la eutanasia. Que significa la ampliación y la extensión de la cultura de la muerte”. 

Esta crisis de fundamentos, concluía Mayor Oreja, está basada en otra crisis. Se trata de una “crisis de fe”. “El desprecio por la dimensión espiritual y religiosa de la persona y de la sociedad”, prosiguió. Por tanto, hay que combatir esa “obsesión enfermiza que nos persigue contra los fundamentos cristianos de Europa y contra la cultura de la vida”. “El debate mas importante de Europa tendrá lugar, ante el avance del relativismo, entre el relativismo y los fundamentos cristianos. Entre los que no creen en nada o en casi nada y los que intentamos creer, aunque por ello nos llamen fundamentalistas. Ni Europa ni España se regenerarán despreciando su dimensión espiritual. No se regenerarán con una venganza frente a los fundamentos que han sido el núcleo de nuestra civilización”. Por el contrario, concluyó, “nosotros tenemos que buscar la verdad. Queremos confirmar que la verdad nos hará libres, desde la autenticidad de nuestras convicciones, de nuestros fundamentos. Y sobre todo desde el compromiso. Libertad y compromiso”. 

La libertad como peregrinos o como errantes

La relación entre la libertad y el compromiso fueron los temas marco de las jornadas celebradas en Jaén entre el 19 y el 20 de noviembre. “Enseñar hoy a vivir la libertad es el mayor reto de la educación”, afirmó el profesor Josemaría Torralba en una de las conferencias principales. 

El profesor Torralba explicó que “la libertad se puede entender como vista de un ‘peregrino’, aquel que camina por la vida desde un origen, saliendo de su hogar y yendo hacia otro lugar, hacia una meta, otro hogar que le espera. El peregrino sabe de donde viene y sabe a donde va. Por tanto, para él, la libertad es la capacidad de llegar al fin que se ha marcado. En cambio, la otra manera de ir por la vida es la del ‘errante’; aquel que va de un sitio hacia otro sin ningún fin, y no tiene hogar. El errante entiende la libertad como simplemente un decidir cosas sin un fin claro, sin una meta, ni orientación. Va por la vida sin dirección clara”. 

El profesor aseguró que hoy en día es cada vez mas frecuente encontrar ese pensamiento sobre la libertad. El hecho de poder vivir sin ataduras, “las ataduras que ofrecen un hogar, unos vínculos, una familia”.

Precisamente esos vínculos, “el compromiso”, afirmó Josemaría Torralba, “es un camino de libertad”. El compromiso, por tanto, no es algo que simplemente nos limita. “El compromiso nos permite alcanzar bienes, como la amistad o la familia”. “Y se podría decir”, continuó, “que a través de los compromisos adquirimos una libertad realizada. Uno consigue hacer real la libertad”. El profesor de ética consideró que vivimos en una sociedad donde parece que la libertad se consigue en cuanto no limita la propia vida, aquella que consiste en no adquirir compromisos. Sin embargo, “eso es una falacia, un engaño, un espejismo”. En cambio, “se podría decir que es más libre la persona que ha sabido comprometerse bien. Ha sabido elegir los compromisos que valen la pena. La amistad, el amor, la familia, la sociedad, la religión”. 

Torralba razonó diciendo que “hoy día esa capacidad que permite a cada uno dirigir su vida produce cierta sensación de malestar”. Una sensación que se da porque “no es fácil orientarse entre tantas opciones”. Aseguró que la solución pasa por descubrir que la libertad no se reduce a la autonomía. “Necesitamos aprender a caminar por la vida como peregrinos, que tienen un hogar y saben a donde se dirigen. Y no como errantes, que se creen libres por carecer de ataduras, pero en realidad no lo son”. 

Sentirse en casa en el mundo

El filósofo usó una imagen muy ilustrativa para considerar el verdadero sentido de la libertad: “La libertad en sentido pleno se podría definir con esta imagen, sentirse como en casa en el mundo”. Sentirse en casa porque uno “encaja en las circunstancias de la propia vida. Las que ha elegido, pero también las que han sobrevenido”. “La grandeza de la libertad es saber no dejarse condicionar por las circunstancias difíciles que sobrevienen en la vida, sino sobreponerse a ellas”. 

Es frecuente asociar el relativismo dominante con la libertad. El ponente transmitió la idea que la libertad nos hace capaces de lo más bajo, pero también, y este es el punto importante y valioso, la libertad nos hace capaces de lo más alto y lo más noble. Por tanto, “sin libertad no habría amor”. Y así, en su significado más profundo, “amar consiste en entregar y compartir la vida con otra persona. Es lo más valioso que tenemos. Es la respuesta definitiva de para qué tenemos libertad. Somos libres para poder amar. Hoy día es mas necesario que nunca reivindicar la libertad”. 

Amar consiste en entregar y compartir la vida con otra persona. Es lo más valioso que tenemos. Es la respuesta definitiva de para qué tenemos libertad. Somos libres para poder amar. Hoy día es mas necesario que nunca reivindicar la libertad.

Josemaría TorralbaFilósofo y director del Core Curriculum de la Universidad de Navarra

Al final de su intervención, el profesor Torralba hizo un inciso sobre la idea de bien, que precisamente se persigue con la libertad. “El bien”, dijo, “siempre tiene nombre de persona. Tiene el nombre de un amigo, de un hijo, de un cónyuge, de Dios. El bien está de modo paradigmático y principal en las acciones que realizamos para esas personas o junto con ellas. No se puede entender el bien como algo abstracto. Conviene evitar la confusión tan frecuente de pensar que el compromiso es libre exclusivamente porque nadie nos ha forzado y porque podemos deshacerlo”. 

Así, “es más libre quien se ha comprometido”. Esta es “la libertad del peregrino, que con cada paso va acercándose a su fin. La libertad del errante, es en su versión extrema, quien no toma decisiones importantes ni establece vínculos profundos. Es menos libre, porque no sabe hacia donde vale la pena dirigirse. Precisamente porque la libertad es apertura incierta al futuro, requiere, si queremos crecer en libertad, una mirada capaz de encontrar sentido a las situaciones en las que la vida nos coloca. Quien ama, sufre”.

Integrarlo todo en la vida

El sentido que le conferimos a nuestra vida “nos permite integrar en la propia vida lo sobrevenido y adaptarnos a las circunstancias que no podemos cambiar”. “El errante siempre se queda insatisfecho. Y es un reflejo de lo que abunda hoy día. El errante no consigue encontrar sentido a lo que hace. Y el sentido no es un sentimiento superficial. Es la experiencia de que uno encaja en su situación vital”. 

“Es libre”, concluyó, “la persona que en la situación en la que vive, consigue encajar las piezas, encontrar sentido”. 

La fe en la cultura del siglo XXI

Tras la conferencia, en el programa del Simposio se contemplaban tres paneles, el primero titulado ¿Son buenos los tiempos que corren?, el segundo La libertad ante el dolor y el miedo, y un tercero con testimonios. 

En el primero cabe destacar la intervención del profesor Rafael Palomino, a su vez colaborador de Omnes. Su reflexión se basó sobre la fe en la cultura del siglo XXI. Una reflexión que se puede englobar bajo las palabras de monseñor Javier Echevarría, predecesor del actual Prelado del Opus Dei: “No permitamos que caiga en el vacío el sano reto de fomentar que muchas personas e instituciones, en todo el mundo, promuevan —empujados por el ejemplo de los primeros cristianos— una nueva cultura, una nueva legislación, una nueva moda, coherentes con la dignidad de la persona humana y su destino a la gloria de los hijos de Dios en Jesucristo”.

El profesor Palomino enmarcó sus palabras con los datos del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). En junio de 1979, según estos datos, se consideraba católico en España un 90,03 %. De ellos, el 55 % se consideraba practicante, y el 34 % no practicante. En septiembre de 2021, el mismo barómetro, indica que solo el 57,4 % se considera católico y se invierte la relación entre practicante y no practicante: el 18,4 % se considera practicante y el 39 % no practicante. Encontramos un 2,5 % de creyentes en otras religiones y el 38,9 % restante se considera agnóstico, indiferente o ateo. 

Por tanto, se aprecia que el catolicismo ha dejado de ser una fuerza cultural influyente. Y esto se manifiesta porque “uno de los elementos para medir la cultura de un país”, reflexionó Palomino, “que es la legislación, desde el año 1981 ha ido introduciendo una ingeniería social, un experimento para cambiar la sociedad española. Comenzó con la modificación que introdujo el divorcio causal, que inició un proceso en la legislación. Continuó con la despenalización del aborto, el divorcio no causal, el matrimonio de personas del mismo sexo, la eutanasia”. Y el drama está en que “la legislación hace que aquello que de suyo es contrario a la dignidad humana, parezca totalmente normal”. 

Un cambio climático cultural

Se puede decir, en este sentido, que “estamos viviendo una glaciación espiritual en occidente, y un cambio climático cultural, también para las religiones”. “La religión cristiana necesita inculturarse, vivir en la carne de la gente que la profesa”. 

El profesor Palomino ofreció unas consideraciones concretas acerca de esta situación: en primer lugar, “es importante que en el debate público, sepamos cambiar los marcos conceptuales. Si te dicen que ‘no pienses en un elefante’, lo que haces es pensar en un elefante. Cuando te imponen los marcos de reflexión, ya te están poniendo los límites del debate”. En segundo lugar, que “el medio es el mensaje. Que la interposición de los medios no impida la exposición a las personas. Lo que comunica en una comunidad es la alegría de ser cristianos, es una familia que sonría”. En tercer lugar, es necesario “tener siempre un plan de formación en marcha. Nuestra fe es la fe del Logos. Estamos obligados a tener una formación sólida. A tener siempre abierto un plan de formación”. Y por último, que “si no eres parte de la solución ni parte del problema, eres parte del paisaje. Y un cristiano no puede ser parte del paisaje. Para que triunfe el mal basta que los hombres de bien no hagan nada”. 

La religión cristiana necesita inculturarse, vivir en la carne de la gente que la profesa.

Rafael PalominoCatedrático de Derecho Eclesiástico del Estado.

Concluyó subrayando que hay que “hacer presente la fe en la cultura. Y no es lo de siempre”. Se trata de “una nueva evangelización”.  

En la clausura del Simposio, el vicario de la Prelatura del Opus Dei en Andalucía Oriental leyó el Mensaje del Prelado del Opus Dei, monseñor Fernando Ocáriz. En su mensaje afirmaba que «los conceptos de libertad y compromiso se presentan a menudo como contrarios y, sin embargo, son complementarios. Es más, se exigen mutuamente. Sin libertad no me puedo comprometer, y el compromiso siempre entraña una decisión libre». Aseguró también que, precisamente, si «tenemos claros los motivos de nuestros compromisos, los porqués de las obligaciones cotidianas, podremos cumplirlos libremente, por amor, aunque a veces nos cansemos y se nos hagan cuesta arriba».

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