El proyecto de ley sobre cuestiones bioéticas que el presidente Macron llevará al Parlamento en otoño desvelará su modelo de diálogo.
Texto – José Luis Domingo, Marsella
Los llamados “Estados Generales de la Bioética” están abiertos hasta junio en Francia. Esta amplia consulta organizada por el Comité Consultivo Nacional de Ética (CCNE) tiene como objetivo “recoger un amplio panorama de las opiniones de la sociedad sobre los temas que la preocupan”. Los intercambios se extenderán a lo largo de varios meses y deberían alimentar la próxima ley de bioética que se espera en el Parlamento en otoño.
Entre los grandes temas que se discutirán y debatirán (centros de acogida de discapacitados, fin de la vida, donación de órganos, inteligencia artificial, neurociencias…), la apertura de la procreación médicamente asistida (PMA) a mujeres solteras y parejas de mujeres, a la que Emmanuel Macron es favorable, ocupará un lugar destacado en los debates. Los obispos han manifestado sus reservas a algunos proyectos de ley incluidos en la campaña de Macron.
Mons. Pontier, presidente de la Conferencia episcopal, expresó ante el presidente su preocupación sobre las cuestiones debatidas. “¿Debemos permitir ahora que la ley prive a los niños de un padre? Este reconocimiento produciría desigualdad entre los niños, abriría un gran riesgo de mercantilización del cuerpo y cuestionaría el criterio terapéutico actual, garante del rechazo de la formación de un gran mercado de la procreación”. Al mismo tiempo afirmó el deber de vigilancia para la defensa de los más débiles, “del embrión al recién nacido, de los discapacitado al paralitico, del anciano al dependiente en todas las cosas. No podemos dejar a nadie solo”. Excluyó también la legitimación de la desesperanza: “No podemos contentarnos con la soledad o el abandono de aquellos que ven en la muerte una salida envidiable”.
La Iglesia y las cuestiones éticas
Si bien Emmanuel Macron, a diferencia de los grupos laicistas, considera que el Estado no debe dialogar considerando que siempre lleva la razón, e imponiéndose por la fuerza a la sociedad civil, en particular a la religiosa, no ha dejado sin embargo de realizar una consideración sobre la actitud de la Iglesia en las cuestiones éticas. Ese fue, quizá, el punto débil del discurso en los Bernadirnos. A su juicio, en ese ámbito, la palabra de la Iglesia debería ser “cuestionadora” y no “conminatoria”.
Esta frase ha sido entendida como una manera de mantener a la Iglesia a una cierta distancia, defendiendo su visión y la acción de su gobierno realizada en nombre de un «humanismo realista”, que debe adaptarse a la sociedad. “Cuidado con que el realismo no se convierta en fatalismo”, advierte Martin Choutet, de la Asociación para la Amistad (APA), temiendo una actitud complaciente con las derivas sociales.
“Ha halagado a su público con un discurso de gran calidad y bellas referencias, pero el mensaje básico ha sido: ‘no me deis lecciones, en cualquier caso al final decido yo’”, analiza Nicolas Sevillia, secretario general de la Fundación Jérôme-Lejeune. Este escepticismo parece ser compartido por muchos católicos, especialmente en las redes sociales, preocupados de que el proceso presidencial sea sólo una operación de comunicación.
Por supuesto, se comprende bien que las declaraciones no deben impedir el diálogo y las preguntas. Pero también es misión de la Iglesia y de los católicos recordar que hay “líneas rojas” en la ética, puntos de referencia éticos fundamentales que no pueden ser cuestionados ni negociados. De lo contrario, estos “diques de la humanidad” se debilitarán.
Cuando el presidente del Consejo Nacional Consultivo de Ética explica que “no sabe qué es el bien o el mal” o que “todo es relativo”, es un deber afirmar y defender claramente estos puntos de referencia que protegen a los más frágiles o a los más pequeños. También podría decirse a Emmanuel Macron que Francia hace lo mismo cuando defiende los derechos humanos en el mundo. Hay derechos que no se cuestionan. La palabra de Francia no es entonces “cuestionamiento” sino “conminación”. Es su fuerza y su deber. También es un deber de la Iglesia.
¿Un mercado de la procreación?
Con el fin de advertir de los peligros de la aparición de un mercado de la procreación en Francia, que a través de la aceptación de la PMA abriría las puertas a la GPA (gestación surogada)), Alliance Vita abrió un “falso” centro comercial el 17 de abril en un lujoso barrio de París. En la parte delantera de la tienda se puede leer: “Alquiler – Vientre- Compra” o “Concepción a medida”. Al empujar la puerta, uno pensaría que está entrando en una tienda de moda. Nada de eso. En el interior, en los expositores, descubrimos una veintena de bebés-muñecos etiquetados con códigos de barras. A su izquierda, modelos de mujeres embarazadas salen de cajas de cartón marcadas “GPA”. A su derecha, tres maniquíes de hombres tienen la cabeza cubierta de cartón, cada uno con una letra: “P”, “M” y “A”.
Tugdual Derville, delegado general de la asociación, explica: “Exponemos en la tienda, con pruebas de apoyo, toda la gama de un mercado desenfrenado de la procreación que queremos evitar”. Nos asegura: “No es una fantasía, sino una realidad ya presente y en plena expansión”. Y advierte al presidente: “¡Es la última llamada antes de la movilización general!”.