Cultura

Las fuentes de los informadores religiosos

El papel del vaticanista en el panorama mediático actual, sus retos y dificultades, son el objeto de estudio de la X edición del Curso de Especialización en Información Religiosa organizado por la Asociación ISCOM en colaboración con la Facultad de Comunicación de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y la Asociación Internacional de Periodistas Acreditados ante el Vaticano (AIGAV).

Antonino Piccione·4 de marzo de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos
vaticanista

Foto: Fachada de San Pedro del Vaticano ©Aberico Bartoccini /Unsplash

El sector de la información religiosa es uno de los más complejos en el panorama del periodismo, debido a la necesidad de competencias muy específicas y a la necesidad de difundir noticias a un público no especializado, sin trivializarlas ni distorsionarlas. No es infrecuente el desinterés de las fuentes oficiales por colaborar a tiempo y de forma exhaustiva con los periodistas. Hasta el punto de que el silencio se convierte en norma de trabajo.

Estos son algunos de los puntos que han surgido en la mesa redonda que ha presentado la X edición del Curso de Especialización en Información Religiosa, una iniciativa promovida por la Asociación ISCOM en colaboración con la Facultad de Comunicación de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y la Asociación Internacional de Periodistas Acreditados ante el Vaticano (AIGAV).

Fuentes oficiales y oficiosas

«La primera fuente sigue siendo el propio Papa. Sus discursos, alocuciones, homilías, entrevistas». Así se expresa Manuela Tulli, periodista de ANSA, para cuya agencia cubre el Vaticano y la información religiosa. Entre sus publicaciones ‘Francesco, un nome un destino’ (Laruffa) sobre la vida de San Francisco de Paula, ‘Eroi nella fede’ (Acs) sobre la situación de los cristianos en Egipto. Ganador en 2017 del premio de periodismo dedicado a Giuseppe De Carli sobre información religiosa. Recientemente ha participado en el proyecto editorial ‘Quaderni del Vaticano’ en preparación del Jubileo 2025 con un ensayo breve sobre ‘El sentido de la vida’.

Entre las fuentes oficiales, continúa Tulli, «la sala de prensa vaticana, el Boletín, los comunicados, los medios de comunicación vaticanos (Vatican News, Osservatore Romano, Radio Vaticano). Y luego las cuentas oficiales en las redes sociales: Pontifex, TerzaLoggia, las de los cardenales, obispos y dicasterios».

Para la información nacional o local, Tulli menciona la oficina de comunicación social de la CEI, la agencia Sir, Avvenire, Tv2000, los sitios web y las publicaciones de las diócesis.

Interesante es la referencia a la cobertura de la actividad judicial, «útil no sólo para conocer los hechos de tal o cual juicio, sino también los mecanismos de las decisiones y las prácticas seguidas». Más allá de los casos en sí, uno se da cuenta, a través de las audiencias en el tribunal vaticano, de retazos de la vida dentro de los muros leoninos que de otro modo permanecerían desconocidos. Como ejemplo, Tulli recuerda el proceso por presuntos abusos en el Preseminario.

En referencia a las fuentes no oficiales, el periodista de ANSA subraya cómo «la información vaticana tiene que construirse pacientemente a lo largo del tiempo. Es el resultado de relaciones que no siempre son fáciles de construir. Es necesario tener un amplio espectro de fuentes para evitar ser instrumentalizado». Están los funcionarios de los dicasterios de la Curia pero, concluye Tulli, también las embajadas ante la Santa Sede, las universidades pontificias, los expertos en la materia: «Todo puede contribuir a la construcción de un cuadro como tantas pequeñas piezas de un mosaico».

Competencia y compañerismo

Un cuadro enriquecido por las intervenciones de Francesco Antonio Grana y Loup Besmond de Senneville. El primero, vaticanista de il fattoquotidiano.it y secretario del Premio Cardenal Michele Giordano, observa «que incluso la más alta de las fuentes -el pontífice- puede mentir y manipular al periodista».

Entre las publicaciones de Grana sobre la vida de la Iglesia, ha editado el libro del Papa Francisco Una encíclica sobre la paz en Ucrania (Terra Santa Edizioni).

De Bergoglio, de quien es amigo personal, ensalza «el gran sentido periodístico y la gran capacidad para gobernar la comunicación de crisis (pederastia, caso Orlandi, etc.)».

A pesar de la sana e inevitable competencia entre vaticanistas, Grana identifica la profesionalidad, el oficio y la delicadeza de algunos de sus colegas como el valor añadido de la información religiosa objetiva, porque en última instancia, dice, «es la propia firma la que da veracidad a los hechos».

«No existe una estrategia de comunicación verdaderamente organizada»

«La dificultad de las fuentes de información religiosa, la necesidad de un alto grado de competencia, la incomunicación de los actores, su escasa profesionalidad, la elección del silencio, con la convicción de que lo bueno no hace ruido». Éstas son, en opinión de Loup Besmond de Senneville, corresponsal en el Vaticano del diario francés «La Croix» y presidente de la AIGAV, las críticas más evidentes de un sistema en el que «no existe una estrategia de comunicación verdaderamente organizada, con la falta de dos elementos esenciales que existen en todas las demás instituciones políticas: el off y el on».

Esto obliga a los profesionales de la información religiosa «a tener sus propias fuentes», señala Besmond de Senneville, «para aportar nueva información y ayudar a comprender la realidad: por qué el Papa ha dicho una palabra o no; por qué ha actuado de una determinada manera o no».

En cuanto a la información religiosa, dice, las universidades son también excelentes recursos, a menudo olvidados, que albergan a muchos expertos. «Pienso en Sant’Anselmo para la liturgia, en Pisai para la islamología, en la Gregoriana y en la Santa Cruz para el derecho canónico. En Roma, los diplomáticos también constituyen una red importante».

La dificultad estriba en disponer de fuentes que hablen y acepten ser citadas. Personalmente», concluye Besmond de Senneville, «esto plantea bastantes problemas a nuestros lectores, que no comprenden las dificultades. Muchos están convencidos de que una fuente anónima es una fuente inventada.

El autorAntonino Piccione

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