Los monasterios y conventos de vida contemplativa encaran una difícil situación: su actividad productiva continúa muy afectada por la pandemia que ha agravado la situación vital de monasterios y conventos, unida a su pequeño número y en muchos casos, a la avanzada edad de las monjas y monjes de estas comunidades.
La fundación DeClausura, a través de la que se ayuda a muchas de estas comunidades, anima a todos los que puedan a que colaboren con limosnas al sostenimiento de estas comunidades que han abierto sus puertas a esa fundación en un vídeo en el que comparten su vida y explican su situación.
Los últimos años han supuesto una disminución de vocaciones y una mayor desprotección por la despoblación de las zonas rurales en las que se ubican estos monasterios.
La pandemia ha sido especialmente dura para unas comunidades que intentan a duras penas seguir viviendo de su trabajo y pagar las costosas obras que requieren la conservación de los monasterios y conventos en los que habitan.
Estos últimos años de pandemia las comunidades contemplativas han sufrido la muerte de hermanas y hermanos, unos por edad y otros a causa de la Covid-19; la parálisis de su actividad productiva durante el confinamiento; la falta de huéspedes y la escasez de ventas de sus productos a causa de la crisis socioeconómica y de su situación geográfica en un entorno rural afectado también por la crisis del turismo.
Una situación que ha llevado a no pocas comunidades a tener que acudir al banco de alimentos para cubrir sus necesidades alimentarias básicas y a ayudarse entre los conventos para intentar paliar esta situación.
La Fundación DeClausura
Fundación DeClausura es una entidad sin ánimo de lucro gestionada por laicos de la Iglesia que apoya desde 2006 a monasterios y conventos. Este acompañamiento permite a la Fundación conocer la situación real de las comunidades que oran y trabajan en clausura. En el último año, la Fundación ha apoyado a 73 comunidades al asumir los gastos corrientes de electricidad, gas, calefacción, mantenimiento y manutención; el pago de deudas a la Seguridad Social; o gastos de entierros.
Además, no son pocos los trabajos realizados en favor del bienestar de las hermanas y hermanos mayores: reparación de ascensores, instalación de rampas o grúa para facilitar su movilización.
La Fundación, además, apoya las iniciativas puestas en marcha por las comunidades para seguir viviendo de su trabajo artesano a través de la compra de maquinaria, equipamientos y utensilios y busca ayuda para la conservación de los edificios.
España alberga 751 cenobios con comunidad contemplativa activa, lo que representa un tercio de los monasterios y conventos del mundo. En cuanto a los monasterios y conventos catalogados como Bien de Interés Cultural (BIC), tan solo un 33% está siendo habitado por comunidades contemplativas. En total, son 183. De los 565 BIC construidos en su día para la vida en clausura, 355 se emplean ahora como hoteles, universidades o tienen otro uso privado. Esperanzador es saber que las joyas monásticas declaradas Patrimonio de la Humanidad son habitadas por comunidades monásticas estables: los monasterios de Yuso y Suso en San Millán de la Cogolla; y los de Guadalupe, El Escorial y Poblet.