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Soñar la paz, la inmigración “no es un virus”, y proteger la vida, ejes de Francisco

La tristeza por la debilidad del “entusiasmo por la paz” tras la II Guerra Mundial, y el aliento a “escuchar la sed de paz de la gente” ante el riesgo de “una guerra fría ampliada”; la “corresponsabilidad europea” ante la inmigración, “que no es un virus del que hay que defenderse”, y la defensa de la “belleza de la vida”, han marcado el discurso del Papa el sábado en La Valeta (Malta).

Rafael Miner·2 de abril de 2022·Tiempo de lectura: 7 minutos
papa viaje malta

Foto: El Papa Francisco, acompañado por el presidente maltés George Vella, saluda a la multitud reunida frente al palacio en La Valeta, Malta, el 2 de abril de 2022. ©2022 CNS.

“Vuestros antepasados ofrecieron hospitalidad al apóstol Pablo cuando se dirigía a Roma, tratándolo a él y a sus compañeros de viaje con ‘una cordialidad fuera de lo común’; ahora, viniendo de Roma, yo también experimento la cálida acogida de los malteses, tesoro que se transmite en este país de generación en generación”. 

Así comenzó el Papa Francisco su discurso a las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático, pronunciado desde la Sala del Gran Consejo del Palacio del Gran Maestre en La Valeta, capital de Malta, en presencia del presidente de la República, George William Vela, que le había recibido en el aeropuerto junto a su mujer, y del primer ministro Robert Abela.

“Por su posición, Malta puede ser definida el corazón del Mediterráneo. Pero no sólo por su posición: el entramado de acontecimientos históricos y el encuentro de los pueblos hacen de estas islas, desde milenios, un centro de vitalidad y de cultura, de espiritualidad y de belleza, una encrucijada que ha sabido acoger y armonizar influjos provenientes de muchas partes.”, prosiguió el Santo Padre.

El Romano Pontífice aprovechó, ya desde sus primeras horas en Malta, para subrayar algunos de los elementos más significativos de sus mensajes desde que fue elegido para la Sede de Pedro, dirigidos a los Estados y las instituciones, y al mismo tiempo a cada persona, resaltando la vida y la dignidad de la persona humana.

Por ejemplo, cuando animó “a seguir defendiendo la vida desde el inicio hasta su fin natural, pero también a protegerla en todo momento del descarte y del abandono. Pienso especialmente en la dignidad de los trabajadores, de los ancianos y de los enfermos. Y en los jóvenes, que corren el peligro de desperdiciar el bien inmenso que son, persiguiendo espejismos que dejan tanto vacío interior”.

La rosa de los vientos

La rosa de los vientos es la imagen que el Papa Francisco tomó prestada, dijo, para delinear las cuatro influencias esenciales para la vida social y política de la República de Malta, y “no es casual que en las representaciones cartográficas del Mediterráneo la rosa de los vientos se colocara a menudo cerca de la isla de Malta”. Entonces el Papa miró al norte, Europa y la Unión Europea; al oeste, Occidente; al sur, hacia África, con el tema de la inmigración ―”¡son personas!”, diría― y finalmente al este, donde fijó su atención en la guerra en Ucrania, en la paz y el desarme, y en lo que se ha entendido como una referencia al presidente ruso, Vladimir Putin, sin citarle, y a los Estados:

Éste fue uno de los párrafos textuales del Papa en este punto: “Cuánto necesitamos una’ medida humana’ frente a la agresividad infantil y destructiva que nos amenaza, frente al riesgo de una ‘guerra fría ampliada’, que puede sofocar la vida de pueblos y generaciones enteros. Y es triste ver cómo el entusiasmo por la paz, que surgió después de la segunda guerra mundial, se haya debilitado en los últimos decenios, así como el camino de la comunidad internacional, con pocos poderosos que siguen adelante por cuenta propia, buscando espacios y zonas de influencia. Y, de este modo, no sólo la paz, sino tantas grandes cuestiones, como la lucha contra el hambre y las desigualdades han sido de hecho canceladas de las principales agendas políticas. Pero la solución a las crisis de cada uno es hacerse cargo de las de todos, porque los problemas globales requieren soluciones globales”.

Viaje a Kiev: “Está sobre la mesa”

Por cierto, el Papa fue preguntado en el avión si valora la posibilidad de viajar a Kiev, y su respuesta fue: “Está sobre la mesa”, informan diversos medios. “Ayudémonos a escuchar la sed de paz de la gente, trabajemos para poner las bases de un diálogo cada vez más amplio, volvamos a reunirnos en conferencias internacionales por la paz, donde el tema central sea el desarme, con la mirada dirigida a las generaciones que vendrán. Y que los cuantiosos recursos que siguen siendo destinados a los armamentos se empleen en el desarrollo, la salud y la alimentación”, reclamó el Papa en el discurso. 

“Ahora, en la noche de la guerra que ha caído sobre la humanidad, no hagamos que desaparezca el sueño de la paz. Malta, que resplandece con luz propia en el corazón del Mediterráneo, puede inspirarnos, porque es urgente devolver la belleza al rostro del hombre, desfigurado por la guerra”.

“Necesitamos compasión y cuidados”

Se refirió entonces el Santo Padre a “una hermosa estatua mediterránea datada siglos antes de Cristo que representa a la paz, Irene, como una mujer que tiene en brazos a Pluto, la riqueza. Nos recuerda que la paz produce bienestar y la guerra solamente pobreza, y nos hace pensar el hecho de que en la estatua la paz y la riqueza se representen como una mamá que tiene en brazos un bebé”.

“La ternura de las madres, que dan la vida al mundo, y la presencia de las mujeres son la verdadera alternativa a la lógica perversa del poder, que conduce a la guerra. Necesitamos compasión y cuidados, no visiones ideológicas y populismos que se alimentan de palabras de odio y no se preocupan de la vida concreta del pueblo, de la gente común”, afirmó en este punto el Papa.

“Pablo fue socorrido: la belleza de servir”

“El fenómeno migratorio no es una circunstancia del momento, sino que marca nuestra época (…). Desde el sur, pobre y poblado, multitud de personas se trasladan hacia el norte más rico. Es un hecho que no se puede rechazar con cerrazones anacrónicas, porque en el aislamiento no habrá prosperidad ni integración. Asimismo, hay que considerar el espacio”. 

“La expansión de la emergencia migratoria —pensemos en los refugiados de la martirizada Ucrania— exige respuestas amplias y compartidas. No pueden cargar con todo el problema sólo algunos países, mientras otros permanecen indiferentes”, añadió Francisco. “Y países civilizados no pueden sancionar por interés propio acuerdos turbios con delincuentes que esclavizan a las personas. El Mediterráneo necesita la corresponsabilidad europea, para convertirse nuevamente en escenario de solidaridad y no ser la avanzada de un trágico naufragio de civilizaciones”. 

A continuación, citó el Santo Padre el episodio del naufragio del apóstol de las Gentes: “A propósito de naufragio, pienso en san Pablo, que en el curso de su última travesía en el Mediterráneo llegó a estas costas de manera inesperada y fue socorrido. Después, mordido por una víbora, pensaron que era un asesino; pero luego, al ver que no le pasó nada malo, fue en cambio considerado un dios (cf. Hch 28,3-6). 

Entre las exageraciones de los dos extremos se escapaba la evidencia principal: Pablo era un hombre, necesitado de acogida. La humanidad está ante todo y recompensa en todo. Lo enseña este país, cuya historia se ha visto beneficiada por la llegada forzosa del apóstol náufrago. En nombre del Evangelio que él vivió y predicó, ensanchemos el corazón y descubramos la belleza de servir a los necesitados”. 

“La narrativa de la invasión”

Hoy, mientras prevalece el miedo y ‘la narrativa de la invasión’, y el objetivo principal parece ser la tutela de la propia seguridad a cualquier costo, ayudémonos a no ver al migrante como una amenaza y a no ceder a la tentación de alzar puentes levadizos y de erigir muros”. 

“El otro no es un virus del que hay que defenderse, sino una persona que hay que acoger”, subrayó el Papa, y “el ideal cristiano siempre invitará a superar la sospecha, la desconfianza permanente, el temor a ser invadidos, las actitudes defensivas que nos impone el mundo actual» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 88). ¡No dejemos que la indiferencia desvanezca el sueño de vivir juntos! Ciertamente, acoger supone esfuerzo y exige renuncias. También le ocurrió a san Pablo: para ponerse a salvo primero tuvo que sacrificar los bienes de la nave (cf. Hch 27,38). Pero son santas las renuncias que se hacen por un bien más grande, por la vida del hombre, que es el tesoro de Dios”. 

Dignidad de la persona humana

“En el fundamento de un crecimiento sólido está la persona humana, el respeto a la vida y a la dignidad de todo hombre y de toda mujer. Conozco el compromiso de los malteses por abrazar y proteger la vida”. [nota: la comisionada de Derechos Humanos del Consejo de Europa ha urgido a Malta a ‘derogar disposiciones que penalizan el aborto’, y Malta ha respondido que las leyes provida de su país no conllevan peligro para la vida de las mujeres].

El Pontífice prosiguió: “Ya en los Hechos de los Apóstoles ustedes se distinguían por salvar a mucha gente”, y a continuación alentó a la defensa y protección de la vida, tal como se ha recogido más arriba: “Los animo a seguir defendiendo la vida desde el inicio hasta su fin natural, pero también a protegerla en todo momento del descarte y del abandono. Pienso especialmente en la dignidad de los trabajadores, de los ancianos y de los enfermos. Y en los jóvenes (…). ¡Protejamos la belleza de la vida!”.

Antes, al referirse a que “el norte evoca Europa, en particular la casa de la Unión Europea, edificada para que allí viva una gran familia unida en la salvaguardia de la paz”, el Papa había recordado la oración escrita por Dun Karm Psaila: “Concede, Dios omnipotente, sabiduría y misericordia a los que gobiernan, salud a los que trabajan, y asegura al pueblo maltés la unidad y la paz”. La paz sigue a la unidad y brota de ella”. [Dun Karm Psaila, 1871-1961, sacerdote y poeta maltés, autor del himno nacional de Malta]. 

“Esto recuerda la importancia de trabajar juntos, de anteponer la cohesión a toda división, de afianzar las raíces y los valores compartidos que han forjado la singularidad de la sociedad maltesa”, subrayó el Papa.

Sobre Oriente Medio

El Santo Padre concluyó con un pensamiento sobre “el vecino Oriente Medio, que se refleja en la lengua de este país, que se armoniza con otras, como la capacidad de los malteses de generar convivencias benéficas, en una suerte de coexistencia de las diferencias. Esto es lo que necesita Oriente Medio: el Líbano, Siria, Yemen y otros contextos destrozados por los problemas y la violencia”.

“Que Malta, corazón del Mediterráneo, siga haciendo palpitar el latido de la esperanza, el cuidado de la vida, la acogida del otro, el anhelo de paz, con la ayuda de Dios, cuyo nombre es paz. ¡Que Dios bendiga a Malta y a Gozo!.Por la tarde, el Papa mantendrá un Encuentro de oración en el Santuario Mariano de Ta’Pinu, en la isla de Gozo. Mañana Francisco celebrará la Santa Misa en uno de los mayores espacios abiertos de Malta, en Plaza de los Graneros en Floriana, y visitará el Centro de Migrantes Juan XXIII Peace Lab, que acoge a personas procedentes de Somalia, Eritrea y Sudán que han embarcado en Libia para cruzar el Mediterráneo. 

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