El domingo pasado, el Papa Francisco se dirigió a los participantes de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, reunidos en Ciudad de México, con el deseo “de impulsar una Iglesia en salida sinodal, reavivar el espíritu de la V Conferencia General del Episcopado que, en Aparecida en 2007, nos convocó a ser discípulos misioneros, y animar la esperanza, vislumbrando en el horizonte el Jubileo Guadalupano en 2031 y el Jubileo de la Redención en 2033”.
En su Mensaje, el Pontífice agradeció a todos su presencia en esta Asamblea, “que es una nueva expresión del rostro latinoamericano y caribeño de nuestra Iglesia, en sintonía con el proceso preparatorio de la XVI Asamblea general del Sínodo de los Obispos que tiene como tema Para una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.
En base a estas claves que “vertebran y orientan la sinodalidad”, el Papa exhortaba “a tener en cuenta dos palabras de modo especial en este camino que están haciendo juntos: escucha y desborde”. Y explicó brevemente su significado.
Sobre la “escucha”, afirmó: “El dinamismo de las asambleas eclesiales está en el proceso de escucha, diálogo y discernimiento”. “El intercambio facilita escuchar la voz de Dios hasta escuchar con Él el clamor del pueblo, y escuchar al pueblo hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama». “Les pido”, añadía el Papa, “que procuren escucharse mutuamente y escuchar los clamores de nuestros hermanos y hermanas más pobres y olvidados”.
En cuanto al “desborde”, el Santo Padre señaló que “el discernimiento comunitario requiere mucha oración y diálogo para poder hallar juntos la voluntad de Dios, y también requiere encontrar caminos superadores que eviten que las diferencias se conviertan en divisiones y polarizaciones.
En este proceso, pido al Señor que vuestra Asamblea sea expresión del “desborde” del amor creativo de su Espíritu, que nos impulsa a salir sin miedo al encuentro de los demás, y que anima a la Iglesia para que, por un proceso de conversión pastoral, sea cada vez más evangelizadora y misionera”.
El Pontífice alentó así a todos a vivir estos días “acogiendo con gratitud y alegría este llamado al desborde del Espíritu en el Pueblo fiel de Dios que peregrina en América Latina y el Caribe”.
Numerosos cardenales y arzobispos
En la Asamblea Eclesial han participado miles de asambleístas, unos de modo presencial y otros telemáticamente. Pueden ver aquí una guía de la Asamblea en versión popular. Ha sido notoria la presencia de cardenales de la Curia vaticana y de otros cardenales y arzobispos latinoamericanos y de otros lugares.
Por ejemplo, han intervenido los cardenales Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina; Mario Grech, Secretario General del Sínodo de los Obispos; el hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga, el peruano Pedro Barreto, presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM); el arzobispo de Luxemburgo, Jean Claude Hollerich, presidente de las conferencias episcopales de Europa; Oswald Gracias, arzobispo de Bombay; el birmano Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon, presidente de la Federación de Conferencias de Obispos Asiáticos; naturalmente el arzobispo Miguel Cabrejos, presidente del consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), y también el secretario del Dicasterio de la Comunicación, monseñor Lucio Ruiz, entre otros prelados, junto al secretario general de la Comisión Pontificia para América Latina, Rodrigo Guerra.
Escuchar al Espíritu Santo
“¿Cuál es el sueño de una Iglesia sinodal? ¿Una nueva moda? ¿Una estrategia de comunicación? ¿Una ideología disfrazada de programa pastoral? ¿Un método para la conversión misionera de la Iglesia?”. Con estas preguntas, el cardenal Marc Ouellet comenzó explicando en su intervención que más allá de las cuestiones y dudas que puedan surgir sobre el sueño del Papa Francisco de una Iglesia sinodal, la realidad es muy sencilla.
“El Papa cree en el Espíritu Santo”, señaló el cardenal, y “quiere que aprendamos a escucharlo mejor en todos los niveles de la Iglesia, desde el último barrio de las grandes metrópolis de América Latina hasta la cumbre del colegio de los pastores, pasando por las parroquias, las universidades, las asociaciones, los campesinos, los movimientos populares, culturales y sociales, etc.”.
Según el Prefecto de la Congregación para los Obispos, cardenal Ouellet, “el punto central está en escuchar lo que el Espíritu Santo está diciendo a todos y cada uno con atención, “sin precipitación, sin ideas preconcebidas o prejuicios, sin inducir en el momento de la consulta lo que quisiéramos promover como modelo de Iglesia”, ha informado Vatican News.
En este sentido, el presidente de la Pontificia Comisión para América Latina destacó que el Papa, espera que, desde la experiencia de la fe, “todos podamos contribuir a renovar nuestros corazones, nuestra pastoral y nuestras estructuras para que la Iglesia cada día viva más conforme al estilo de Jesús”.
Dimensiones de la Iglesia sinodal
El purpurado vaticano hizo hincapié asimismo en las tres dimensiones de una Iglesia sinodal, que el Papa Francisco ha trazado para orientarnos en la escucha del Espíritu Santo. Son la comunión, la participación y la misión.
“La participación supone despertar la fe, para que nos pongamos todos y todas en camino, que vayamos hacia Jesús, que encontremos a María junto a su Cruz, que nos congreguemos en el Cenáculo para comulgar a su Cuerpo y su Sangre, que salgamos a la calle para dar testimonio de su resurrección y para proclamar las maravillas de su Espíritu de Vida nueva y eterna, Vida de resucitado participada y celebrada en nuestro bautismo”, manifestó el cardenal Ouellet.
Antes de finalizar, el cardenal felicitó al CELAM por el esfuerzo desplegado en la organización de esta Asamblea en tiempos de pandemia, en la cual la figura de la Virgen María desempeña un papel fundamental, más allá de la devoción popular, ya que, añadió, “la Iglesia sinodal en América Latina será mariana o no será”.
“Esto no lo digo por mera devoción”, agregó, “lo digo por los hechos que imponen pensar el futuro de América Latina a la luz del camino mariano de nuestras iglesias a lo largo de los siglos. La experiencia de san Juan Diego al encontrarse con la Virgen de Guadalupe, al llevar una buena noticia al obispo Zumárraga, y en el fondo, al estar disponible para construir comunión y reconciliación; nos educa en la verdadera sinodalidad que puede renovar a la Iglesia”, concluyó.
Relación sinodalidad y misión
El cardenal Mario Grech, Secretario General del Sínodo de los Obispos, destacó en los trabajos el enorme valor de profundizar sobre el vínculo entre sinodalidad y misión. “Estas dos dimensiones de la Iglesia pueden ser uno de los aportes más significativos de esta Asamblea y del camino sinodal de nuestra Iglesia”, señaló.
Teniendo en cuenta la historia de esta Asamblea y citando las fases de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida, “como las etapas de un camino post-conciliar, en el que las Iglesias de América Latina y el Caribe han vivido una extraordinaria experiencia de comunión eclesial”, el cardenal Grech subrayó el enfoque de conversión pastoral promovido también por la Exhortación apostólica Evangelii gaudium.
“Este evento representa una expresión de la visión pastoral del Papa Francisco. Esta Asamblea representa también un puente entre el Sínodo de la Amazonia – Querida Amazonia como una experiencia verdaderamente transformadora para su región y el Sínodo sobre la Sinodalidad. Están explícitamente conectados a través del enfoque periferia-centro y de la Eclesiología del Pueblo de Dios”, añadió el cardenal.
A su juicio,existe una estrecha relación entre sinodalidad y misión. “Se trata de dos dimensiones constitutivas de la Iglesia, que ―precisamente porque son constitutivas―, se mantienen o caen juntas. Intenten pensar en el escenario de la misión de una Iglesia no sinodal; una Iglesia en la que no caminamos juntos, no procedemos en ningún orden particular, cada uno reclamando el derecho a la misión», especificó.
El cardenal Grechcitó también al Papa Francisco en la Evangelii gaudium (nn. 115 y 117), para subrayar la idea de “traducir el único Evangelio de Cristo al estilo latinoamericano». Esto “no amenazará la unidad de la Iglesia”, señaló, sino que la enriquecerá, “mostrando que la Tradición no es un canto al unísono o una línea melódica de una sola voz, sino una sinfonía, donde cada voz, cada registro, cada timbre vocal enriquece el único Evangelio, cantado en una infinita posibilidad de variaciones”, ha informado la agencia oficial vaticana.