Vaticano

«La hipocresía pone en peligro la unidad en la Iglesia»

El Papa Francisco ha comentado en la audiencia general de este miércoles una actitud que puede darse entre los cristianos: la hipocresía. Y ha animado a desarrollar una conducta coherente, recordando las palabras del Señor: "Sea vuestro lenguaje: ‘sí, sí’; ‘no, no’".

David Fernández Alonso·25 de agosto de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos
audiencia papa francisco

Foto: ©2021 Catholic News Service / U.S. Conference of Catholic Bishops.

El Papa Francisco ha centrado la audiencia de hoy en el episodio de la Carta a los Gálatas donde San Pablo usa el término de la «hipocresía». «La Carta a los Gálatas», comenzó Francisco, «informa de un hecho bastante sorprendente. Como hemos escuchado, Pablo dice que hizo una corrección a Cefas, es decir a Pedro, ante la comunidad de Antioquía, porque su comportamiento no fue bueno. ¿Qué había sucedido tan grave para obligar a Pablo a dirigirse en términos duros incluso a Pedro? ¿Quizá Pablo ha exagerado, ha dejado demasiado espacio a su carácter sin saber contenerse? Veremos que no es así, sino que una vez más está en juego la relación entre la Ley y la libertad».

«Escribiendo a los Gálatas» continúa el Papa, «Pablo menciona a propósito este episodio que había sucedido en Antioquía años antes. Pretende recordar a los cristianos de esas comunidades que no deben absolutamente escuchar a los que predican la necesidad de circuncidarse y por tanto caer “bajo la Ley” con todas sus prescripciones. Objeto de la crítica hacia Pedro era su comportamiento en la participación en la mesa. A un judío la Ley le prohibía comer con los no judíos. Pero el mismo Pedro, en otra circunstancia, había ido a Cesárea a la casa del centurión Cornelio, incluso sabiendo que trasgredía la Ley. Entonces afirmó: ‘me ha mostrado Dios que no hay que llamar profano o impuro a ningún hombre'».

Francisco se detuvo en este momento, cuando san «Pablo, en su reproche, utiliza un término que permite entrar en el fondo de su reacción: hipocresía (cfr Gal 2,13). La observancia de la Ley por parte de los cristianos llevaba a este comportamiento hipócrita, que el apóstol pretende combatir con fuerza y convicción. ¿Qué es la hipocresía? Se puede decir que es miedo por la verdad. Se prefiere fingir en vez de ser uno mismo. Fingir impide la valentía de decir abiertamente la verdad y así se escapa fácilmente a la obligación de decirla siempre, sea donde sea y a pesar de todo. En un ambiente donde las relaciones interpersonales son vividas bajo la bandera del formalismo, se difunde fácilmente el virus de la hipocresía».

«En la Biblia se encuentran diferentes ejemplos en los que se combate la hipocresía. Un bonito testimonio es el del viejo Eleazar, a quien se le pedía que fingiera que comía carne sacrificada a las divinidades paganas para salvar su vida. Pero ese hombre con temor de Dios respondió: ‘Porque a nuestra edad no es digno fingir, no sea que muchos jóvenes creyendo que Eleazar, a sus noventa años, se ha pasado a las costumbres paganas, también ellos por mi simulación y por mi apego a este breve resto de vida, se desvíen por mi culpa y yo atraiga mancha y deshonra a mi vejez'».

«El hipócrita» concluyó Francisco, «es una persona que finge, adula y engaña porque vive con una máscara en el rostro y no tiene el valor de enfrentarse a la verdad. Por esto, no es capaz de amar verdaderamente: se limita a vivir de egoísmo y no tiene la fuerza de demostrar con transparencia su corazón. Hay muchas situaciones en las que se puede verificar la hipocresía. A menudo se esconde en el lugar de trabajo, donde se trata de aparentar amigos con los colegas mientras la competición lleva a golpearles a la espalda. En la política no es inusual encontrar hipócritas que viven un desdoblamiento entre lo público y lo privado. Particularmente detestable es la hipocresía en la Iglesia. No deberíamos olvidar nunca las palabras del Señor: “Sea vuestro lenguaje: ‘sí, sí’; ‘no, no’; que lo que pasa de aquí viene del Maligno” (Mt 5,37). Actuar de otra manera significa poner en peligro la unidad en la Iglesia, por la cual el Señor mismo ha rezado».

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