Los viajes del Papa Francisco, como los de sus predecesores, tienen lugar en los destinos previstos, pero no podrían entenderse adecuadamente sin las palabras del Santo Padre en el avión de ida, y especialmente de vuelta, con los periodistas. En la visita a los Emiratos Árabes Unidos (EAU), cuyas principales ciudades son Abu Dhabi y Dubai, ha sucedido lo mismo.
En el avión de regreso, el Papa introducía el diálogo de este modo: “Ha sido un viaje demasiado breve pero para mí ha sido una gran experiencia. Quiero que cada viaje sea histórico y también que cada uno de nuestros días sea para escribir la historia cotidiana. Ninguna historia es pequeña, cada historia es grande y digna. E incluso si es fea, la dignidad está oculta y siempre puede surgir”.
A continuación, el Papa Francisco se refirió a los EAU: “He visto un país moderno, me ha llamado la atención la ciudad. Incluso la limpieza de la ciudad, me he preguntado cómo hacen para regar las flores en este desierto. Es un país moderno, acoge a muchos pueblos y es un país que mira hacia el futuro: por ejemplo, en la educación de los niños. Educan mirando hacia el futuro. Luego me ha llamado la atención el problema del agua: están buscando para un futuro cercano tomar el agua del mar y hacerla potable, incluso el agua de la humedad y hacerla potable. Siempre buscando cosas nuevas. También he escuchado decir de ellos: nos faltará el petróleo y nos estamos preparando. Me ha parecido un país abierto, no cerrado. También la religiosidad: es un islam abierto, de diálogo, un islam fraterno, de paz. Subrayo la vocación a la paz que he sentido que tenía, a pesar de los problemas de algunas guerras en la zona”.
En el espíritu del Vaticano II
Un Islam abierto, de diálogo, fraterno, decía el Santo Padre. En efecto, un aspecto relevante de la conversación con los medios se centró en el documento sobre la fraternidad humana firmado por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb.
La declaración supone una invitación a la reconciliación y a la fraternidad entre todos los creyentes, también entre creyentes y no creyentes, y entre todas las personas de buena voluntad. Así comentaba el Papa: “Una cosa que quiero decir y lo repito claramente: desde el punto de vista católico, el documento no se ha movido ni un milímetro más allá del Concilio Vaticano II. Nada. El documento ha sido realizado en el espíritu del Vaticano II”.
El Santo Padre se refirió también a posibles divergencias entre los musulmanes. “En el mundo islámico hay diferentes opiniones, unas más radicales, otras no. Ayer, en el Consejo de Sabios había al menos un chiíta y ha hablado bien. Habrá discrepancias entre ellos…, pero es un proceso, los procesos deben madurar, como las flores, como la fruta”.
Intrahistoria del documento
El Papa explicó que el texto “fue preparado con mucha reflexión y también orando. Tanto el gran Imam con su equipo como yo con el mío, hemos rezado tanto para lograr hacer este documento, que nace de la fe en Dios, que es el Padre de todos y el Padre de la paz. Condena toda destrucción, todo terrorismo, desde el primer terrorismo de la historia que es el de Caín. Es un documento que se ha desarrollado en casi un año, con ida y vuelta, oraciones… se ha dejado madurar, un poco confidencial, no para dar a luz al niño antes de tiempo. Para que sea maduro”, informó Andrea Tornielli desde el avión.
En cuanto a otras impresiones de la visita, y a sus resultados, decía el Papa a los medios informativos: “Para mí ha sido muy conmovedor el encuentro con los sabios del islam, un profundo encuentro, eran de diferentes lugares y de varias culturas. Esto también indica la apertura de este país a un cierto diálogo regional, universal y religioso. Luego me ha impresionado el convenio interreligioso: ha sido un evento cultural fuerte. Y lo he mencionado en el discurso, lo que hicieron aquí el año pasado sobre la protección de los niños en internet. Hoy en día, la pornografía infantil es una ‘industria’ que da mucho dinero y se aprovecha de los niños. Este país se ha dado cuenta de esto. También habrá cosas negativas… Pero gracias por la acogida”.
En el vuelo papal, no todas las preguntas fueron vaselina suave. Por ejemplo, ésta: “El Gran Imán Al-Tayyib hizo hincapié en el tema de la islamofobia. ¿Por qué no se dijo algo también sobre la cristianofobia, sobre la persecución de los cristianos?”.
Ésta fue la respuesta del Papa: “Yo he hablado de ello. No en ese momento, pero estoy hablando frecuentemente de eso. Creo que el documento se refería más bien a la unidad y la amistad. Pero condena la violencia y algunos grupos que se autodenominan islámicos —aunque los sabios digan que eso no es Islam— persiguen a los cristianos. Recuerdo a ese padre en Lesbos con sus hijos. Tenía treinta años, lloró y me dijo: Soy musulmán, mi esposa era cristiana y vinieron los terroristas de Isis, vieron su cruz, le pidieron que se convirtiera y después de su negativa le cortaron el cuello delante de mí. Este es el pan de cada día de los grupos terroristas: la destrucción de la persona. Por eso el documento ha sido de fuerte condena”.
Confirmar en la fe
Aunque es difícil tener datos exactos, se calcula que los fieles católicos suman en torno a un millón de personas entre EAU, Omán y Yemen, que componen el Vicariato Apostólico de Arabia del Sur, todas ellas inmigrantes. Un 80 % son de rito latino y el resto de varios países orientales, de más de un centenar de paíes de origen y con fuerte presencia del sudeste asiático.
Al terminar la Santa Misa, a la que asistieron unas ciento cincuenta mil personas (entre ellas varios miles de musulmanes), el San- to Padre saludó a algunas de las autoridades religiosas (el patriarca maronita, el patriarca armenio, obispos de varios países y ritos…) y civiles. También a los chicos y chicas que habían ayudado en la Misa. La última persona a la que saludó, sin estar previsto, fue Eugene, sacerdote capuchino italiano de 90 años, de los que ha pasado 60 en distintos países de la península arábiga.
Fue un saludo-homenaje; un abrazo del Papa a uno de los sacerdotes que llegaron al principio de la historia moderna de la Iglesia en esta parte del mundo. Abrazo silencioso, largo, de más de un minuto, como señalaba el patriarca armenio, emocionante, en el que el Papa Francisco ha besado la mano a Eugene, mientras los que estaban allí guardaban gran silencio.
Este encuentro me parece un buen resumen de uno de los dos motivos del viaje del Santo Padre a Abu Dhabi: confirmar en la fe a los cientos de miles de católicos que viven en los Emiratos, y, con ellos, a los varios millones que viven en toda la península de Arabia. Ayudar a darles visibilidad.
Año de la Tolerancia
El primer motivo de la visita fue la invitación a participar en el encuentro interreligioso sobre la paz, con motivo del “Año de la Tole- rancia” promovido por el gobierno emiratí en 2019. En ese encuentro asistía también el gran muftí de la mezquita de El Cairo, al que el Papa Francisco se refirió como hermano y amigo. Al final del encuentro firmaron la declaración ya mencionada, un documento histórico sobre la fraternidad humana.
El Papa no ha sido un invitado más. Lo prueban los muchos detalles por parte de las autoridades civiles (desde la implicación en cubrir las necesidades organizativas, hasta las ceremonias de bienvenida y de despedida). Y lo prueba también la alegría de tantos emiratís (policías, militares y civiles que participaban en la organización de la Misa). Los EAU tienen a gala ser pioneros en la convivencia religiosa. Mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede desde 2007. En 2017 crearon el Ministerio de la Tolerancia, al frente del cual está el jeque Nahyan bin Mubarak Al Nahyan, y han declarado el vigente Año de la Tolerancia.
La visita del Papa responde a una invitación del jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, príncipe heredero de Abu Dhabi. Además del Papa, los Emiratos han invitado al Gran Muftí de Al-Azhar, una de las mayores autoridades del islam suní, al frente de la mezquita y universidad Al-Azhar en El Cairo.
El Santo Padre recordó recientemente: “Dentro de poco tendré la oportunidad de ir a dos países de mayoría musulmana, Marruecos y los Emiratos Árabes Unidos. Serán dos importantes ocasiones para acrecentar aún más el diálogo interreligioso y el entendimiento mutuo entre los fieles de ambas religiones, en el octavo centenario del histórico encuentro entre san Francisco de Asís y el sultán al-Malik al-Kāmil”.
Primera Misa pública
Por primera vez se ha celebrado una Misa pública y el gobierno de Abu Dhabi ha concedido fiesta a aquellos que iban a asistir. “Nosotros los musulmanes reconocemos la importancia de la inminente visita del Papa Francisco. Este viaje señala que la tolerancia, la compasión y el diálogo permiten la comprensión y la paz. El Papa Francisco admirará la belleza de una comunidad global pacífica compuesta por personas de unos 200 países. Él se une a todos nosotros para alabar a nuestro Creador por convertirnos en un individuo único y salvar nuestras diferencias con valores universales”, explicó el ministro de la Tolerancia antes de la visita.
El Santo Padre aprovechó la ocasión para recordar la necesidad de vivir, de verdad, en el respeto de la diversidad aun reconociendo las diferencias. Y en la homilía de la Misa, comentando las bienaventuranzas, animó a los católicos especialmente a ser sembradores de paz. En referencia a las relaciones con los no cristianos, explicó: “Me gusta citar a san Francisco, cuando da instrucciones a sus her- manos sobre el modo como hande presentarse ante los sarracenos y los no cristianos. Escribe: ‘No entablen litigios ni contiendas, sino que estén sometidos a toda humana criatura por Dios y confiesen que son cristianos’”.
Ánimo y agradecimiento a los fieles
El Papa celebró la Misa según el rito latino, pero tuvo muy presente la variedad y riqueza de la Iglesia en esta tierra. Esa diversidad se sintió también en los idiomas utilizados (inglés, italiano y latín por parte del Santo Padre, además del árabe, francés, tagalo, konaki…, en la oración de los fieles).
“Vosotros aquí conocéis la melodía del Evangelio y vivís el entusiasmo de su ritmo. Sois un coro compuesto por una variedad de naciones, lenguas y ritos [en referencia también al coro que cantó durante la Eucaristía, que manifestaba la diversidad de la que hablaba el Papa]; una diversidad que el Espíritu Santo ama y quiere armonizar cada vez más, para hacer una sinfonía. Esta alegre sinfonía de la fe es un testimonio que dais a todos y que construye la Iglesia”, afirmó en la homilía.
También quiso animar a los fieles. Muchos se encuentran lejos de sus familias, fatigados por los horarios laborales, lejos de la iglesia más cercana: “Ciertamente, para vosotros no es fácil vivir lejos de casa y quizá sentir la ausencia de las personas más queridas y la incertidumbre por el futuro. Pero el Señor es fiel y no abandona a los suyos. […] Frente a una prueba o a un período difícil, podemos pensar que estamos solos, incluso después de estar tanto tiempo con el Señor. Pero en esos momentos, aun si no interviene rápidamente, él camina a nuestro lado y, si seguimos adelante, abrirá una senda nueva. Porque el Señor es especialista en hacer nuevas las cosas, y sabe abrir caminos en el desierto”.
El Papa tuvo palabras de agradecimiento a los fieles: “Una Iglesia que persevera en la palabra de Jesús y en el amor fraterno es agradable a Dios y da fruto. Pido para vosotros la gracia de conservar la paz, la unidad, de haceros cargo los unos de los otros, con esa hermosa fraternidad que hace que no haya cristianos de primera y de segunda clase. Jesús, que os llama bienaventurados, os da la gracia de seguir siempre adelante sin desanimaros, creciendo en el amor mutuo y en el amor a todos”.