Con ocasión de la fiesta de la Asunción de la Virgen, Omnes ofrece una entrevista a Federico Enrique Lanati, escritor de “Fiestas Religiosas del Norte Argentino y Luján”, sobre el lugar e importancia que tiene la Virgen María en la devoción del Norte Argentino. Sabemos que la piedad popular es algo innato en la identidad de todos los pueblos del mundo. Son expresiones de una religiosidad donde el pueblo de Dios va manifestando su fe y su cultura. Es el sensum fidelium de la fe popular y allí Dios se manifiesta.
Compartimos esta experiencia desde la tierra del Papa y en sintonía con nuestra identidad de pueblos creyentes que manifiestan su fe a través de la vivencia de sus pueblos.
¿Que te motivó a trabajar sobre el tema de la Religiosidad en el Norte Argentino?
Me impactó participar de la espiritualidad de la gente de los pueblitos de la montaña, perdidos en la Argentina profunda, que viven la fe de un modo diferente, que va más allá de saber y tratar de cumplir los mandamientos, de rezar las oraciones conocidas, de participar en la misa semanal. Ellos manifiestan sus sentimientos hacia Jesucristo Crucificado, la Virgen María y los santos patronos, como algo muy importante en sus vidas: les piden en sus oraciones, les agradecen, lo acompañan, están presentes, y lo hacen con alegría, en comunidad bien organizada, brindando su música, sus danzas, su colorido, sus signos que lo manifiestan orgullosamente, y que saben transmitirlo de abuelos, a padres y a hijos.
¿Qué lugar ocupa la Virgen en la piedad de la gente? ¿Cómo distinguir los elementos y características del amor a la Virgen según las distintas advocaciones?
Es principal la figura de la “mamita”. Me animaría a decir que quizás es tan importante como Jesucristo para ellos. Reconocen que una madre siempre está al lado, que lo que le pedís ella intercederá ante Dios, y el lo concederá, porque a una madre “no se le dice que no”.
Las cientos de advocaciones, demuestran que la Virgen, está cerca de cada lugar, en cada ocasión, acompañándolos y acercándolos a Jesucristo.
¿Se puede pensar en elementos mezclados de culturas ancestrales y cristiana como una mezcla en las manifestaciones de fe?
Algunos le llaman sincretismo, yo prefiero seguirlo al querido Obispo José Demetrio Jiménez (fallecido unos días después que participe del 50º aniversario de la Prelatura de Cafayate, en honor a la Virgen del Rosario, el 7 de octubre del 2019), que lo llama “simbiosis cultural e imaginario mestizo. Es una conjunción, un encuentro de ambas culturas, que sigue dinámica año tras año, y que hace que al decir de nuestro Papa Francisco en la Evangelii Gaudium, “el pueblo evangeliza al pueblo y es inspirado por el Espíritu Santo”.
Ha puesto en valor el Papa Francisco, para toda la Iglesia universal, lo que se insinuó en el Concilio Vaticano II, San Juan Pablo II y Benedicto XVI con más fuerza y sobre todo en Latinoámerica que adoptó con fuerza en la reuniones de los obispos en Puebla y Aparecida, siendo un regalo que se hace en nuevas formas de evangelización y de una Iglesia en salida, que reconoce que en todas las comunidades puede relacionarse de un modo distinto con Dios y eso enriquece la fe de la Iglesia, sintiéndola más cerca del diario vivir de las comunidades locales.
¿Qué importancia tiene la religiosidad y amor a la Virgen en la identidad cultural del Norte, sobre aquello que San Juan Pablo II decía, que “una fe no hecha cultura es una fe no madura y realizada”?
Es superlativa la Virgen en la identidad cultural del norte, de toda Argentina y Sudamérica (de las 33 fiestas que participe durante 15 años, 19 fiestas son sobre la Virgen en sus distintas advocaciones y en el libro están reflejadas las fiestas de la Patrona de la Argentina, la Virgen del Luján, entre otras).
¿Qué le pediría a los pastores sobre cómo mantener viva esta experiencia de fe y en que la Iglesia debería mejorar?
Les sugeriría que intensifiquen su presencia en cada fiesta patronal de su provincia y se unan en esos días festivos. Y aquellos que todavía no participan lo suficiente, que vean que este estilo de fe, es lo que los acerca a los fieles, que no siempre participan en la liturgia de la Iglesia en forma asidua, sino en forma esporádica. La inculturación del Evangelio, la piedad popular expresa los sentimientos más puros, entonces jamás debe ser despreciada, y debe conducirnos a la Eucaristía, a los sacramentos, para ello también los obispos deben fortalecer la pastoral de Santuarios.
Usted ha sido Presidente de la Federación de Cámaras de Turismo de la República Argentina (FEDECATUR) y actualmente es vicepresidente de la Comisión Argentina de Turismo Religioso, ¿cómo relaciona el Turismo Religioso y la dimensión evangelizadora? ¿La Iglesia está trabajando en esto?
El Turismo Religioso se lo considera una faceta del turismo cultural. Distinto de las visitas a santuarios y peregrinaciones, en la que participan específicamente para contactarse espiritualmente con Dios, y que según estadísticas del 2010 fueron 300 millones de personas, cifra superada ampliamente en años posteriores (aunque en pandemia se ha pasado a presencia virtual). Es muy importante la dimensión evangelizadora, aparte de la visita y conocimiento del patrimonio y arte de la Iglesia en todo el mundo, se ven muchas conversiones, se facilita el aprovechamiento del tiempo libre en reflexionar. Ese tiempo hay que aprovecharlo, y tener los guías y personal específico en cada lugar para que sepan hacer apreciar este dimensión espiritual del ser humano.
La Iglesia participa en la Comisión Argentina de Turismo Religioso a través de su representante de la “Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes”, o más conocida como “Pastoral de Turismo Religioso”, estando presente en 22 diócesis.
No podemos negar que la cultura moderna está más secularizada, ¿ve usted una esperanza en la Piedad Popular?
La devoción popular, religiosidad popular, espiritualidad popular como la llama el Papa Francisco, es el modo de que la Iglesia se abre a la cultura de cada región. Ya no se concebir que desde Roma se imparta un único modo de vivir la fe, como fue durante siglos. La apertura que se tiene hoy, es y será cada vez más fuente de acercamiento del ser humano a Dios,a la Virgen y los Santos, modo inmejorable para revertir el secularismo y relativismo. De hecho Sudamérica es el mejor ejemplo. El pueblo, con la ayuda de sus pastores, tiende a mostrar que el hombre, ser religioso en su gran mayoría en el mundo, necesita estar más cerca y a su modo de nuestro Creador.
Para terminar, hoy celebramos una gran fiesta de la Virgen, ¿qué importancia cree que tiene la Virgen María en Argentina, y cual fue su experiencia en sus viajes?
Nuestro Papa Francisco dijo: “¿Si quieres saber quién es María? Pregúntale al teólogo, pero si quieres saber ¿Cómo amar a María? Pregúntale al pueblo. El pueblo te dirá como amar, como querer a la madre”.
La Virgen María, es en primer lugar la madre del pueblo misionero, siempre está, cada uno de nosotros somos sus hijos, sus hermanos. Ella es mi mamá “con la única que puedo llorar”. Es la gran misionera.
Como dijo el Padre Enrique Bianchi, está la Virgen en el ADN de los pueblos de Sudamérica. Dios es consciente de la carga emocional de una madre, madre en la tierra y en el cielo. Ella es la matriz de la piedad popular.
Eso lo vivi acompañando en pueblitos a casi 4000 metros de altura, con miles y miles de peregrinos, bajando desde la “Virgen de Copacabana de Punta Corral” en Semana Santa a Tilcara y Tumbaya, con decenas de bandas de sikuris acompañando a la Virgen con su música; o caminando durante días y noches frías cientos de kilómetros desde Cachi a Salta para la Virgen y el Señor de Milagro, con una gran sacrificio y alegría, o en procesiones en todas las grandes ciudades capitales honrando a su Patrona. Como dice en el prólogo del libro “Fiestas Religiosas del Norte Argentino y Luján” el Cardenal y Arzobispo Emérito de Tucumán Luis Héctor Villalba, ”nuestro pueblo peregrina masivamente a los santuarios marianos: “Nuestra Señora del Valle” en Catamarca, “Señor y Virgen del Milagro en Salta” (donde 800 mil personas renuevan el pacto de Fidelidad anualmente), “Nuestra Señora de la Merced” en Tucumán, “Nuestra Señora de Itatí” en Corrientes, “Nuestra Señora de Luján” en Buenos Aires (donde el Papa Francisco fue docenas de veces), “Nuestra Señora de la Candelaria” y “Nuestra Señora del Rosario de Río Blanco y Paypáya” en Jujuy, “Nuestra Señora del Carmen” y “Nuestra Señora de Huachana” en Santiago del Estero, expresando su profunda devoción y amor a la Virgen”.