Leisa Anslinger es actualmente Directora asociada de la Oficina de Parish Vitality en la Archidiócesis de Cincinnati (USA). Es también autora, presentadora y consultora de organizaciones, parroquias y diócesis por todo el mundo. Uno de sus libros más conocidos y vendidos es “Forming generous hearts: Stewardship planning for long faith formation”. A Leisa le encanta descubrir los talentos que se esconden en los corazones de la gente que trata. Es ciertamente una gran experta ayudando a los fieles a compartir sus fortalezas y ponerlas al servicio de la evangelización.
Es también Codirectora de Catholic Life and Faith, un Centro de corresponsabilidad, evangelización y desarrollo del liderazgo de servicio. Uno de sus más cuidados proyectos es “Building Bridges to the Heart of Discipleship”.
¿Qué hace que un corazón sea generoso?
¡Qué gran pregunta! Me parece que nuestros corazones responden a todo para lo que hemos sido creados cuando encontramos la gracia y la fortaleza para vivir como Dios desea que vivamos. ¡Por supuesto, esta gracia y esa fortaleza provienen del mismo Dios! Por lo tanto, la generosidad es la respuesta al increíble amor de Dios.
¿El corazón nace o se hace generoso?
Quizá sin darme cuenta ya he empezado a responder a esta pregunta en la anterior. Me parece que el corazón nace generoso, pero perdemos esto de vista conforme maduramos. Nos vamos haciendo egoístas y autorreferenciales. Crecer como discípulos, como seguidores de Jesús, y prestar atención a la multitud de bendiciones que nos llegan puede ser una gran ayuda para convertirnos en nuestra mejor versión.
¿Por qué nos hace tan felices ser generosos?
Pienso que en lo más profundo de nuestro ser alcanzamos a vislumbrar el impacto de nuestros dones, el modo en que quien los recibe es tocado por nuestra generosidad, y esto nos hace felices. Una de mis frases favoritas es de Father Michael Himes, que solía decir que Jesús nos muestra que el camino de Dios es la senda del amor que se entrega a sí mismo. Él afirma que esta es la imagen a la que hemos sido creados, el proyecto conforme al que hemos sido diseñados. Si Dios es un puro don de sí, entonces entregarnos a nosotros mísmos es lo que más deseamos.
¿La generosidad crece en la cabeza o en el corazón?
En ambos. Al menos eso creo yo. La generosidad crece en el corazón ya que es una agradecida respuesta a las múltiples bendiciones que nos han sido confiadas por Dios. Es también una respuesta en la cabeza porque necesitamos estar atentos a esos regalos, y comprometidos con la búsqueda del amor de Dios.
¿Tiene la corresponsabilidad el poder de transformar vidas?
Sin ninguna duda. Ha transformado la mía, y conozco a mucha gente que podría decir lo mismo. Comprendernos a nosotros mismos como discípulos corresponsables es un poderoso modo de poner nuestra fe en acción. Yo suelo escribir una reflexión mensual sobre las lecturas del Domingo que llamo Impact, y el lema principal de este boletín es “Lleva la fe a tu vida. Encuentra vida en la fe” Me parece que es exáctamente lo que sucede cuando crecemos en la corresponsabilidad.
¿Por qué la gente suele poner el foco de la atención en sus debilidades en lugar de en sus fortalezas?
Es muy interesante. Los estudios sobre los talentos en el ámbito global nos confirman que cuando tenemos la opción de conocer nuestros talentos para construir sobre ellos, o de saber nuestras debilidades para arreglarlas, más de la mitad de la gente coincide en que prefiere conocer sus debilidades. Sin embargo, damos lo mejor de nosotros mismos cuando trabajamos en lo que hacemos mejor. Me parece que la idea de trabajar en las debilidades es una perspectiva que adquirimos, como cualquier mal hábito. Algo que proviene de la cultura occidental es que debemos trabajar duro para llegar a ser los que deseamos ser. ¿No sería mucho mejor discernir a qué hemos sido llamados (aunque sea un desafío) y aceptar que tenemos los talentos necesarios para hacerlo realidad?
¿Cómo cambia la vida de las personas cuando se apoyan en sus fortalezas para crecer?
Es particularmente liberador aceptar que cada uno de nosotros tiene unos talentos y combinaciones de ellos – y que también cada uno tenemos cosas que no hacemos bien. Quizá podemos dejar de poner el foco en las cosas que no hacemos y por el contrario construir sobre los talentos que hemos recibido. Además, podemos asociarnos con aquellos que poseen los talentos de los que carecemos. Me parece que esto es justo lo que Dios busca. Piensa en cómo Jesús envió a sus discípulos de dos en dos – cada uno añoraba la compañía del otro, pero quizá también necesitaba sus talentos.
¿De qué modo la corresponsabilidad puede transformar una parroquia?
Cuando una parroquia crece en corresponsabilidad, los fieles perciben sin dificultad que Dios está actuando en sus vidas; al mismo tiempo, crece el deseo de donar su tiempo, su talento y su dinero a la parroquia para sostener la misión de la Iglesia. A menudo los discípulos corresponsables son también gente feliz; concretamente porque han sido llenados con el gozo que es más profundo que la felicidad. El gozo es un lugar interior de paz y de complacencia, y cuando la comunidad tiene personas más llenas de gozo, la parroquia se convierte en más alegre. Los fieles están más preparados para crecer como discípulos de Jesús, que siguió su camino de sacrificio, de misericordia, de perdón y de amor.
¿Lo has podido comprobar?
Sí. Especialmente en la parroquia donde dirigía a los empleados durante doce años. He descubierto familias que han sido transformadas, ministros que crecen, fieles que cuidan de los demás y son muy activos en el servicio de caridad en su propia localidad o hasta el último rincón del planeta. La parroquia crece y hay en ella un mayor y más poderoso sentido de la presencia de Cristo cuando están reunidos para la Misa. No es tan difícil encontrar personas que regalen su tiempo a la parroquia, y de hecho, la gente viene a nosotros pidiéndonos que les dejemos servir más que sientiéndose obligados a hacerlo.
Pero, ¿la Corresponsabilidad afecta a la vida normal de los fieles después o fuera de la parroquia?
Sí. Cuando comprobamos que la corresponsabilidad es un modo de vivir, entonces sabemos que no solo se refiere a la parroquia. De hecho, pienso que lo más poderoso de crecer como un discípulo corresponsable es que me ayuda a estar atento a la presencia de Dios continua, no solo los domingos. Piensa por ejemplo en un padre joven que se levanta por la noche a cuidar de su hijo que llora. O un adulto de mediana edad que cuida a su anciano padre o madre. Ese tiempo que regalan, ese cuidar y compartir su cariño es corresponsabilidad. Entregar con esa conciencia enriquece la vida de quienes dan; caemos más en la cuenta de que actuamos en nombre del Señor y logramos un mayor sentido de realización como resultado. Además hay también cuestiones prácticas sobre esto. Por ejemplo, mucha gente que está creciendo intencionalmente en la corresposnabilidad habla de separar nuestros deseos de nuestras necesidades – nosotros no necesitamos todas esas cosas nuevas que simplmente nos apetecen –, y por eso, con frecuencia adoptan un estilo de vida más sobrio y encuentran la fortaleza para resistir el consumismo extremo que nos tienta continuamente.
¿Cómo consigues que la gente se implique en la misión de la Iglesia?
Empieza por invitar a la gente a que reflexione sobre cómo ha sido bendicido y crezca en gratitud. A continuación, pregunta a la gente si quiere responder donando, quizá inicialmente de formas sencilla, a través de una colecta para comida o para ropa, por ejemplo. Con el tiempo la invitación se hace más y más profunda – quizá mediante la participación en un ministerio, y también incluso ayudando a organizarlo. Aquellos que ya están involucrados invitan personalmente a otros y los acompañan, de modo que los ministerios crecen. Las parroquias que están formando a los fieles como discípulos corresponsables a menudo invitan a sus miembros a compartir sus experiencias a través de una breve charla antes o al final de la Misa – un “testigo laico” que comparte el impacto que produce en su día a día vivir y crecer en la corresponsabilidad.
¿Cuánto tiempo lleva que una parroquia sea corresponsable?
Lo primero es que el párroco esté abierto a la corresponsabilidad. Puede que para él mismo esto sea una novedad, y eso está bien. Actualmente, se podría decir que es algo positivo. De esa forma, él puede compartir con los fieles por qué piensa que es importante. Además, esa novedad le ofrece la posibilidad de hablarles con el corazón en la mano sobre cómo la corresponsabilidad está cambiando el modo en que vive.
Un pequeño grupo de fieles de la parroquia pueden comenzar entonces a llevar el mensaje de la corresponsabiliad a los demás, a través de breves charlas, artículos en el boletín parroquial o en una newsletter, en la web de la parroquia, etc. Ese grupo puede hablar con aquellos que ya están implicados en algún servicio o ministerio, y ayudarles a conocer a los discípulos corresponsables. Así pueden pedirles que inviten a otros y les ofrezcan la corresponsabilidad como un camino. Pienso que sería muy preciso afirmar que lleva tanto tiempo como la parroquia esté decidida a invertir – en atención, tiempo y compromiso. En la medida en que comprobamos que la parroquia vuelve a la vida a través de la corresponsabilidad, es más fácil que continue en esa ruta.
¿Cuál es la fuerza real que supone la formación?
Suelo recordar a la gente que ser discípulo implica una vida de cambio, de continua conversión a Cristo. Sin embargo, el cambio no resulta siempre sencillo y ser discípulo puede suponer un auténtico reto. La formación nos conduce a enamorarnos más profundamente de Dios, a comprender nuestra fe con radicalidad y a estar preparados para compartirla, así como también ofrecer nuestros dones y nuestro dinero como exprensiones del amor de Cristo por el mundo.
¿Cuál es la relación entre gratitud y generosidad?
La corresponsabilidad arranca con la gratitud. En la medida en que nos convertimos en personas atentas a las muchas bendiciones que se nos ofrecen, empezando por la vida misma, nos damos cuenta de que todos los dones buenos son derramados sobre nosotros por Dios con amor. Y como Dios da con generosidad, somos invitados a dar sin egoísmos, con libertad, generosamente, mostrando y compartiendo con los demás el amor de Cristo.
¿Cómo haces para descubrir las fortalezas que cada uno ha recibido de Dios?
Presta atención a las cosas que haces naturalmente bien. Piensa en momentos en que has hecho algo bien y entonces reflexiona sobre qué ocurrió – ¿qué hiciste, qué competencias o talentos pusiste en juego? Una vez que reconozcas las cosas que haces bien, utiliza esos regalos en otras ocasiones.
Algunos recursos interesantes:
- Para descubrir los talentos propongo una herramienta que utilizamos mucho, el CliftonStrengths Inventory que tiene un precio asequible y moderado en castellano: https://www.gallup.com/cliftonstrengths/es/home.aspx
- Además, una amiga mía y yo escribimos un libro de trabajo para aquellos que utilizan CliftonStrengths desde una perspectiva de fe. Podéis encontrarlo en: https://csec.info/bridges-series-workbooks –
- Para aquellos que deben liderar el cambio, la página https://www.gratefuldisciples.net ofrece unos materiales complementarios. En ella se incluye una reflexión sobre la corresponsabilidad en seis partes.
- Además, también se puede leer el libro de trabajo de los dispípulos agradecidos: https://smile.amazon.com/Grateful-Disciples-Guide-Parish-Stewardship/