“Urbs Aquensis, urbs regalis, regni sedes principalis, prima regum curia“. “Ciudad de Aquisgrán, ciudad real, sede principal del reino, primera corte de los reyes”. Así comienza el himno compuesto en 1165 para la canonización de Carlomagno, que todavía hoy se entona en celebraciones tanto profanas como litúrgicas.
Aquisgrán, sede real
El “Himno de Aquisgrán” resalta la importancia significativa que tuvo esta ciudad, especialmente durante la época de Carlomagno, a finales del siglo VIII y principios del IX.
En aquel entonces, el reino franco (anterior al alemán) no tenía una capital fija, siendo una monarquía itinerante para mantener proximidad con los vasallos. El rey y su séquito se trasladaba de un “Pfalz” (palacio real) al siguiente; el tiempo que pasaba en uno u otro variaba mucho.
Aquisgrán se destacó como lugar de residencia, no solo por su ubicación geopolítica, sino también por la preferencia personal de Carlomagno, quien, afectado por la gota, encontraba alivio en las aguas termales con propiedades medicinales desde la época romana.
El nombre “Aquae Granni” o “Aquisgrani”, del cual derivan tanto la denominación española como la italiana de la ciudad, hace referencia a las aguas termales asociadas al dios celta “Grannus”. El nombre alemán «Aachen» o el neerlandés «Aken» también aluden a las aguas termales.
El renacimiento carolingio
La construcción del “Pfalz” de Aquisgrán comenzó con Pipino el Breve, rey franco desde 751 y padre de Carlomagno (747/748-814). Sin embargo, fue este último quien le dio el impulso decisivo al convertirlo en su residencia invernal ya desde el primero de su reinado en 768.
Desde 777, la “curia” real albergó a destacados eruditos de toda Europa (Alcuino, Paulino II de Aquilea, Paulus Diaconus, Teodulfo de Orleans). Se convirtió en un centro de erudición latina (teología, historiografía, poesía), a lo que contribuyó muy particularmente la nueva escritura, la denominada letra “minúscula carolingia”, y la inspiración se extendió desde allí a todo el Imperio franco. Da comienzo así el denominado “renacimiento carolingio”, tras décadas de declive cultural.
Capilla palatina de Aquisgrán
Una de las grandes empresas llevadas a cabo por Carlomagno fue la construcción de la capilla palatina (“Pfalzkapelle”), precursora de la actual Catedral de Aquisgrán.
El edificio octogonal, erigido entre los años 795 y 803, tomó como modelo las iglesias bizantinas, en especial San Vitale de Ravena.
Construido sobre los restos de un complejo termal romano, utilizó materiales de construcción provenientes de diversas partes del Imperio franco, incluyendo “espolios” como antiguas columnas y otros materiales de construcción romanos.
El octógono interior está rodeado por una construcción hexadecagonal (polígono de 16 lados), coronado por una imponente cúpula.
Con sus 31,40 metros de altura, la capilla no sólo no tenía parangón al norte de los Alpes; pasarían más de 200 años para que se construyera un edificio similar.
La relación 1:1 entre altura y anchura de la construcción central alude a la armonía de la Jerusalén celestial: “la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales”(Ap 21, 16).
La capilla palatina será el lugar de coronación de los reyes alemanes entre 936 y 1531. Más que la entrega de la corona y demás insignias imperiales, el acto constitutivo es la entronización en el trono de Carlomagno.
Especialmente en los primeros siglos, hasta que con la “Querella de las investiduras” (1075-1122) se logra la división entre “trono” y “altar” –uno de los hitos más significativos de la cultura occidental, considerado por algunos como su hecho fundacional–, la coronación/entronización tiene un carácter sacro.
Según uno de los “ordines” de coronación más antiguos, utilizado para los Otones en el siglo X, el rey era aclamado con las palabras “Tu es Melchisedech”, el paradigma de la unión personal entre rey y sacerdote.
En la Misa de coronación, el rey leía el Evangelio y utilizaba la mitra episcopal. Por este motivo, Enrique II mandó construir, entre 1002 y 1014, el púlpito revestido de oro, piedras preciosas y marfiles, uno de los tesoros más espléndidos del arte otoniano, y más preciados de la actual catedral, junto al altar con el frente (“Pala d’oro”) del siglo IX y al “candelero de Barbarroja”, donado por el emperador Federico I “Barbarroja” con ocasión de la canonización de Carlomagno.
Destino de peregrinaciones
Además de ser el lugar del descanso eterno de Carlomagno y de Otón III (fallecido en 1002), la actual catedral de Aquisgrán destaca por ser uno de los más importantes lugares de peregrinación desde la Edad Media.
En Aquisgrán se veneran cuatro reliquias textiles (vestido de la Virgen, pañales del Niño Jesús, perizonium o lienzo de la crucifixión y el paño empleado en la decapitación de San Juan Bautista), que probablemente llegaron a Aquisgrán bajo Carlomagno.
Los anales imperiales francos cuentan que un legendario tesoro de reliquias fue enviado desde Jerusalén para la consagración de la Capilla Palatina en 799.
Aunque ya se llevaban a cabo peregrinaciones en esa época, experimentaron un gran impulso en el siglo XIII, durante el reinado del emperador Federico II.
La devoción a las reliquias tuvo también repercusiones constructivas. Aunque se exhibían desde la galería de la torre desde 1322, en 1355 se inició la construcción del coro gótico, ya que el edificio carolingio resultaba insuficiente para acoger al gran número de peregrinos que visitaban Aquisgrán.
Esta construcción se completó en 1414 y tiene dimensiones notables: 25 metros de largo, 13 de ancho y 32 de alto. Su muro exterior, en gran parte dividido por vidrieras, cuenta con 25,55 metros de altura, siendo una de las más altas de estilo gótico en Europa.
Con más de 1.000 metros cuadrados de cristal, se le conoce como la “Casa de Cristal de Aquisgrán”. Simultáneamente, se erigió un conjunto de capillas alrededor del octógono para ofrecer a los peregrinos un espacio de devoción y oración.
Tras la devastadora epidemia de peste que azotó Europa, a partir de 1349, las peregrinaciones se celebran cada siete años. En los siglos XIV y XV, Aquisgrán se convirtió en el tercer destino de peregrinación más importante de Occidente junto con Santiago de Compostela y Roma.
La última estaba programada para 2021, pero debido a las restricciones de la COVID, se pospuso a junio de 2023. No obstante, la próxima peregrinación está planeada para 2028, retomando el ciclo original.
Dedicación mariana
La dedicación de la Capilla Palatina o Iglesia de la Virgen como catedral es relativamente reciente, ya que Aquisgrán no se convirtió en sede episcopal hasta el siglo XIX. Hasta entonces estuvo bajo la jurisdicción de la diócesis de Maastricht/Lieja o la de Colonia.
Fue Napoleón quien designó a Aquisgrán como sede episcopal de la diócesis que fundó en 1802 para los nuevos departamentos de Roer y Rhin et Moselle. Sin embargo, en 1821, la diócesis fue abolida mediante la bula papal “De salute animarum” e incorporada al arzobispado de Colonia.
El restablecimiento de la diócesis de Aquisgrán no se llevaría a cabo hasta el 13 de agosto de 1930, por decisión del papa Pío XI. Joseph Vogt se convirtió en el primer obispo de la diócesis después de su elección en diciembre de 1930. Desde septiembre de 2016 ocupa la sede episcopal Helmut Dieser, hasta entonces obispo auxiliar de Tréveris.
La actual Catedral de Aquisgrán fue reconocida Patrimonio de la Humanidad en septiembre de 1978, durante la segunda sesión del comité de la UNESCO.