Vaticano

«La alegría de sabernos amados por Dios nos hace afrontar con fe las pruebas de la vida»

El Papa Francisco comentó el evangelio del domingo reflexionando sobre el amor que nos tiene Dios y como ser conscientes de ello nos lleva a una alegría para afrontar las dificultades de la vida.

David Fernández Alonso·10 de mayo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos
papa Regina Coeli

Foto: ©2021 Catholic News Service / U.S. Conference of Catholic Bishops.

«En el Evangelio de este domingo» comenzaba el Papa Francisco este domingo, comentando el evangelio, durante el rezo del Regina Coeli en la Plaza de San Pedro, «Jesús, después de haberse comparado a Sí mismo con la vid y a nosotros con los sarmientos, explica cuál es el fruto que dan quienes permanecen unidos a Él: este fruto es el amor. Retoma una vez más el verbo clave: permanecer. Nos invita a permanecer en su amor para que su alegría esté en nosotros y nuestra alegría sea plena (vv. 9-11)».

Jesús nos trata como amigos

Francisco lanzó una pregunta fundamental: «¿cuál es este amor en el que Jesús nos dice que permanezcamos para tener su alegría? Es el amor que tiene origen en el Padre, porque «Dios es amor» (1 Jn 4,8). Como un río, fluye en el Hijo Jesús, y a través de Él llega a nosotros, sus criaturas. De hecho, Él dice: «Como el Padre me ama, así os amo yo a vosotros» (Jn 15, 9). El amor que Jesús nos dona es el mismo con el que el Padre lo ama a Él: amor puro, incondicionado, gratuito. Donándonoslo, Jesús nos trata como amigos, dándonos a conocer al Padre, y nos involucra en su misma misión por la vida del mundo».

Y continuaba con otro interrogante: «¿Y qué hemos de hacer para permanecer en este amor? Dice Jesús: «Si cumplís mis mandamientos, permaneceréis en mi amor» (v. 10). Jesús resumió sus mandamientos en uno solo, este: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (v. 12). Amar como ama Cristo significa ponerse al servicio de los hermanos, tal como hizo Él al lavar los pies de los discípulos. Significa salir de uno mismo, desprenderse de las propias seguridades humanas, de las comodidades, para abrirse a los demás, especialmente a quienes tienen más necesidad. Significa ponerse a disposición con lo que somos y lo que tenemos. Esto quiere decir amar no de palabra, sino con obras».

Habitar en el amor de Dios

«Amar como Cristo significa decir no a otros “amores” que el mundo nos propone: amor al dinero, al éxito, al poder… Estos caminos engañosos nos alejan del amor al Señor y nos llevan a ser cada vez más egoístas, narcisistas y prepotentes. La prepotencia conduce a una degeneración del amor, a abusar de los demás, a hacer sufrir a la persona amada. Pienso en el amor enfermo que se transforma en violencia -¡y cuántas mujeres son sus víctimas hoy en día!-. Esto no es amor. Amar como ama el Señor quiere decir apreciar a la persona que está a nuestro lado y respetar su libertad, amarla como es, gratuitamente. En definitiva, Jesús nos pide que habitemos en su amor, no en nuestras ideas, no en el culto a nosotros mismos; que abandonemos la pretensión de dirigir y controlar a los demás para fiarnos y donarnos a ellos».

El amor conduce a la alegría

Y continuando con este examen de conciencia, el Santo Padre se pregunta: «¿a dónde conduce este permanecer en el amor del Señor?» Y responde con las palabras de Jesús: ««Para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea plena» (v. 11). El Señor quiere que la alegría que Él posee, porque está en comunión total con el Padre, esté también en nosotros en cuanto unidos a Él».

«La alegría de sabernos amados por Dios a pesar de nuestras infidelidades», concluía Francisco, «nos hace afrontar con fe las pruebas de la vida, nos hace atravesar las crisis para salir de ellas siendo mejores. Ser verdaderos testigos consiste en vivir esta alegría, porque la alegría es el signo característico del cristiano».

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