Vaticano

Jubileo 2025: Roma se transforma… y el Papa espera lo mismo para la Iglesia

Roma está en plena transformación con obras para restaurar sus monumentos más emblemáticos, preparándose para el Jubileo de 2025, un evento especial en la Iglesia católica que promueve la esperanza como tema central. El Papa llama a toda la humanidad a renovar su fe y buscar sentido en un mundo marcado por divisiones, violencia y desafíos.

Luísa Laval·22 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos
Jubileo obras

CNS photo/Lola Gomez

Muchos turistas ansiosos por conocer la ciudad eterna se han encontrado en los últimos meses con una sorpresa quizás no tan agradable a primera vista: Roma está cubierta de «cantieri» (obras) para restaurar los puntos más icónicos de la ciudad: el baldaquino de la Basílica de San Pedro ya luce después de los trabajos de remodelación, continúan los arreglos en la Cátedra proyectada por Bernini, en los alrededores del Coliseo, en las grandes fuentes de la Piazza Navona y muchos otros lugares de la capital italiana.

Lo que estas reformas tienen en común está escrito en grandes letras en sus cercas: Roma se transforma. Es el lema del proyecto «Caput Mundi», que ha destinado 500 millones de euros para preparar la ciudad para un evento único en la historia de la Iglesia: el Jubileo de 2025, algo que solo ocurre cada 25 años, salvo en casos extraordinarios, como el Jubileo de la Misericordia de 2015. La ciudad se prepara para una gran afluencia de peregrinos, y ya hay reportes de hoteles y alojamientos llenos durante todo el Año Santo.

¿Por qué todo esto?

El Papa Francisco tiene una propuesta no solo para los cristianos, sino para todo el mundo: la Esperanza, gran tema del Jubileo de 2025. En un mundo marcado por la creciente polarización, los conflictos y la marginación de las minorías, el líder de la Iglesia alza la voz para reavivar un deseo quizás dormido en cada persona, o que no sabemos cómo llamarlo.

«Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana», dice el Papa en la bula «Spes non confundit» (la esperanza no engaña, en traducción del latín), que convoca al Jubileo. Francisco utiliza las palabras del apóstol San Pablo en su Carta a los Romanos para invitar a toda la humanidad a lo que espera que «sea, para todos, una ocasión de reavivar la esperanza».

Recorrer un camino

El llamado Año Jubilar comenzará en la noche del 24 de diciembre de este año, cuando el Papa abra la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro (aún rodeada de andamios), y terminará el 6 de enero de 2026, solemnidad de la Epifanía, cuando la cerrará. Durante este periodo, la Iglesia convoca 33 jubileos relacionados con diversas profesiones y grupos sociales: comunicadores, artistas, jóvenes, ancianos, gobernantes…

Esta Puerta será la primera de muchas que se abrirán en las diócesis de todo el mundo el 29 de diciembre: los fieles que pasen por estas Puertas podrán ganar una indulgencia plenaria (el perdón de la culpa de todos los pecados). Para ello, deben cumplir otras condiciones: comulgar y confesarse una semana antes o, después de la entrada por la puerta, rezar por las intenciones del Santo Padre y tener total desapego por cualquier signo de pecado. En las diócesis, las Puertas Santas se cerrarán el 28 de diciembre de 2025.

El último Jubileo Ordinario ocurrió a principios del nuevo milenio, en el año 2000, durante el pontificado de San Juan Pablo II. 25 años después, Francisco invita a cada uno a volver a recorrer el «camino» de la vida cristiana, ya que «ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida» (n. 5). Su deseo es que las iglesias jubilares sean «oasis de espiritualidad» para «restaurar el camino de la fe y saciarse en las fuentes de la esperanza».

Iglesia en salida

Desde el inicio de su papado, Francisco dice que la Iglesia debe estar en salida. Ahora, destaca que sus puertas deben estar abiertas para recibir a «todos, todos, todos», como defendió en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa en 2023. Para ello, toda la Iglesia debe transformarse para «ofrecer la experiencia viva del amor de Dios, que despierta en el corazón la esperanza segura de la salvación en Cristo» (n. 6).

Francisco también ha recorrido su propio camino: como afirma en su última encíclica «Dilexit Nos» (n. 217), mantiene la continuidad con sus encíclicas sociales «Laudato si» y «Fratelli tutti», y sigue defendiendo el papel de cada uno en la misión de restaurar el mundo. «Lo expresado en este documento (…) no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de cada ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común», concluye en el texto publicado en octubre.

Signos de esperanza

En el documento de proclamación del Jubileo, Francisco propone que la Iglesia y la sociedad se esfuercen por ofrecer “signos de esperanza” para los principales problemas que observa en el mundo contemporáneo, comenzando por la paz. «La humanidad, desmemoriada de los dramas del pasado, está sometida a una prueba nueva y difícil cuando ve a muchas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia», escribe.

Además, no duda en presentar temas espinosos como la caída de la natalidad en muchos países, motivada por la «pérdida del deseo de transmitir la vida». También se dirige a uno de sus públicos favoritos, los presos, para quienes quiere abrir una puerta santa en una prisión (e invita a que los gobiernos tomen iniciativas para ayudar a las personas de este contexto). El Papa tampoco olvida de los enfermos, los jóvenes, los migrantes, los ancianos y los pobres e invita a que las naciones ricas «determinen condonar las deudas de los países que nunca podrán saldarlas» (n. 16). Nadie está excluido de la invitación a transmitir esperanza.

El mundo necesita esperanza, y el Papa lo sabe. Por eso, espera no sólo una transformación externa, como la reforma de edificios y la apertura de puertas. Espera que toda la Iglesia, en cada uno de sus fieles, abra las puertas de su interior para «que la luz de la esperanza cristiana pueda llegar a todas las personas, como mensaje del amor de Dios que se dirige a todos» (n. 6).

El autorLuísa Laval

Periodista en Roma

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