Vaticano

Jubileo 2025: una llamada a la esperanza y la renovación espiritual

El próximo 24 de diciembre comenzará el Año Jubilar ordinario en la Iglesia, un evento centrado en la esperanza como virtud teologal, que busca renovar la fe y promover la unidad entre los cristianos mediante peregrinaciones, encuentros y la celebración de hitos históricos como el Concilio de Nicea.

José Carlos Martín de la Hoz·10 de diciembre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos
Puerta Santa

Preparación de la Puerta Santa para su apertura el 24 de diciembre. @CNS/Vatican Media

Dentro de dos semanas, el 24 de diciembre, comenzará el año Jubilar ordinario en la Iglesia católica y se espera que confluyan en Roma en los próximos meses más de 50 millones de personas provenientes del mundo entero.

Son muchas las ilusiones que el Santo Padre ha puesto en este evento de especial de gracia de Dios, de conversión del pueblo cristiano y de ocasión de un encuentro en directo con el papa, es decir, con el Padre común. 

Impresiona la lectura del programa del Jubileo pues está lleno de encuentros significativos con colectivos muy variados a los que conmoverá la atención paternal del Romano Pontífice: niños, jóvenes, intelectuales, obreros, artistas y tantos más.

Es habitual que en los años jubilares el Santo Padre se dirija al pueblo cristiano para invitarles a peregrinar a Roma o a la catedral de cada diócesis del mundo, en el corazón de las Iglesia particulares en donde se realiza el ser de la Iglesia Universal, para experimentar el perdón y la misericordia de Dios.

La esperanza, eje del jubileo

Precisamente, el santo Padre Francisco ha planteado el nuevo año jubilar ordinario del 2025 con un título muy significativo: «spes non confundit«; es decir: «La esperanza no defrauda» («Romanos» 5,5) y añadirá al comienzo de la misma: «Pienso en todos los peregrinos de esperanza que llegarán a Roma para vivir el Año Santo y en cuantos, no pudiendo venir a la ciudad de los apóstoles Pedro y Pablo, lo celebrarán en las Iglesias particulares. Que pueda ser para todos un momento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, ´puerta` de salvación (cf. Jn 10,7.9); con Él, a quien la Iglesia tiene la misión de anunciar siempre, en todas partes y a todos como nuestra esperanza (1 ´Timoteo` 1,1)» (n.1).

En estas palabras tan significativas nos está proponiendo la virtud teologal de la esperanza como línea de fuerza del jubileo y, además, nos está recordando una virtud teologal, un don de Dios que hemos de pedir con humildad.

Con estos años jubilares toda la Iglesia universal se rejuvenece y se renueva en las tres virtudes teologales con las que la vida cristiana se renueva por un don de Dios, puesto que esas virtudes no crecen por repetición de actos, sino por la benevolencia de Dios que lo concede a quien lo pide y dispone su alma.

Por una parte, la imagen que el papa desea trasmitir en este año jubilar es una vibrante llamada a la esperanza bien fundada en Cristo y su doctrina salvadora que es la piedra angular de la redención y cuyos méritos infinitos son precisamente los que la Iglesia reparte a manos llenas en los años jubilares.

Peregrinar

El Santo Padre recuerda también el sentido de peregrinar apoyada en la meta: «No es casual que la peregrinación exprese un elemento fundamental de todo acontecimiento jubilar. Ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida. La peregrinación a pie favorece mucho el redescubrimiento del valor del silencio, del esfuerzo, de lo esencial. También el año próximo los peregrinos de esperanza recorrerán caminos antiguos y modernos para vivir intensamente la experiencia jubilar. Además, en la misma ciudad de Roma habrá otros itinerarios de fe que se añadirán a los ya tradicionales de las catacumbas y las siete iglesias» (n. 5).

La bula del Santo Padre también subraya la centralidad de Jesucristo: «Este Año Santo orientará el camino hacia otro aniversario fundamental para todos los cristianos: en el 2033 se celebrarán los dos mil años de la Redención realizada por medio de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús. Nos encontramos así frente a un itinerario marcado por grandes etapas, en las que la gracia de Dios precede y acompaña al pueblo que camina entusiasta en la fe, diligente en la caridad y perseverante en la esperanza (cf. 1 Ts 1,3)» (n.5).

Otras efemérides

En esa misma línea recordará que toda la Iglesia celebrará en el año jubilar el aniversario del concilio de Nicea: «Estuvieron presentes alrededor de trescientos obispos, que se reunieron en el palacio imperial el 20 de mayo del año 325, convocados por iniciativa del emperador Constantino. Después de diversos debates, todos ellos, movidos por la gracia del Espíritu, se identificaron en el Símbolo de la fe que todavía hoy profesamos en la Celebración eucarística dominical. Los padres conciliares quisieron comenzar ese Símbolo utilizando por primera vez la expresión ´Creemos`, como testimonio de que en ese ´nosotros` todas las Iglesias se reconocían en comunión, y todos los cristianos profesaban la misma fe» (17).

Es significativo que el Santo Padre haya querido dejar constancia en la Bula del jubileo de la importancia de los mártires del siglo XX en el mundo entero y de la beatificación y canonización de algunos de ellos, pues no quedará su ejemplo sin producir frutos: «El testimonio más convincente de esta esperanza nos lo ofrecen los mártires, que, firmes en la fe en Cristo resucitado, supieron renunciar a la vida terrena con tal de no traicionar a su Señor. Ellos están presentes en todas las épocas y son numerosos, quizás más que nunca en nuestros días, como confesores de la vida que no tiene fin. Necesitamos conservar su testimonio para hacer fecunda nuestra esperanza. Estos mártires, pertenecientes a las diversas tradiciones cristianas, son también semillas de unidad porque expresan el ecumenismo de la sangre. Durante el Jubileo, por lo tanto, mi vivo deseo es que haya una celebración ecuménica donde se ponga de manifiesto la riqueza del testimonio de estos mártires» (21).

Byung-Chul Han

Antes de terminar quería hacer una breve referencia a la nueva obra del ensayista y profesor universitario coreano Byung-Chul Han, afincado en Alemania, acerca de la esperanza pues una vez más este autor ha sabido acertar con las necesidades del pensamiento contemporáneo y entregarnos un tratado breve e interesante.

Byung-Chul Han ha planteado de modo muy positivo su trabajo sobre la esperanza abriendo una puerta al deseo de revivir cada día, de estrenar la vida con una primavera renovada: “la clave fundamental de la esperanza es la venida al mundo como nacimiento” (140). En realidad, Byun-Chui Han, aportará un buen número de citas que tienen de común que “nos hacen pensar” sobre la esperanza, pues como afirma nuestro autor: “La esperanza agranda el alma para que aloje las cosas grandes. Por eso es una excelente vía de conocimiento” (99).

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