La Valencia en la que Vives pasó sus primeros 17 años de vida, era la metrópoli más próspera de la Corona de Aragón (el reino de Aragón incluía a Aragón, Cataluña y Valencia). La mayor parte de los judíos valencianos prefirieron hacerse cristianos antes que dirigirse al exilio tras el decreto de expulsión de 1492. En sus obras, Vives expresa un grato recuerdo de Valencia, por su gente “alegre, optimista, afable…” y por su fertilidad y belleza. Recuerda con especial afecto la armonía del hogar paterno y las virtudes ejemplares de su madre, lo que terminó por irritar a Erasmo, que carecía de una especial devoción hacia sus padres.
En 1964, Miguel de la Pinta, especialista en Historia de la Inquisición, y José Mª Palacio, archivero valenciano, publicaron, con el título “Procesos inquisitoriales contra la familia judía de Luis Vives” (C.S.I.C.) Madrid, unos documentos que prueban, sin duda alguna, que:
Juan Luis Vives fue judío, por línea paterna (su padre, Luis Vives Valeriola) y materna (su madre, Blanquina March y Almenara).
Su madre se hizo cristiana en 1491, un año antes del decreto de expulsión. Y murió en la peste de 1509, en un pequeño pueblo al sur de Valencia.
Su padre, probablemente hijo de judíos conversos, tuvo problemas con la Inquisición valenciana a los 17 años. Entre 1522 y 1524 tuvo lugar un proceso más largo que terminó con la sentencia fatal: “fue entregado al brazo secular”, expresión sombría que quiere decir que fue ejecutado, probablemente quemado en la hoguera.
En 1525, las hermanas de Juan Luis (Beatriz, Leonor y Ana) recuperaron en un proceso legal la propiedad de sus padres, que había sido confiscada por la Inquisición.
En 1528, casi 20 años tras la muerte de su madre, fue abierto un nuevo proceso para esclarecer la conducta de ella tras su conversión. El testimonio afirmó que había visitado la sinagoga, siendo cristiana y, en consecuencia, sus restos fueron sacados del cementerio cristiano y quemados públicamente. Las hermanas de Vives fueron privadas seguidamente de todo derecho a la herencia de las propiedades paterna y materna.
Permaneciendo en España tras el decreto de 1492, sus padres dieron a Juan Luis la única filiación religiosa que podían para una vida futura en una sociedad cristiana. En 1508, Vives entró en el Estudio General de Valencia, centro fundado en 1500 por el Papa español Alejandro VI. En 1505 se publicaron en Valencia las “Introductiones latinae”, de Antonio de Nebrija, el único estudioso español que Vives siempre recomendó y admiró (cuando Nebrija hizo pública su intención de imprimir una gramática de la Biblia, el Inquisidor general fray Diego de Deza inició, en 1504, un proceso contra él. En 1507, se publicó la “Apología” de Nebrija, uno de los documentos más importantes del humanismo español).
En 1509 Vives cambió Valencia por París donde estuvo tres años. La Universidad de París había nacido como una corporación de maestros bajo la dirección del canciller de Nôtre Dame. Hacia los días en que Vives llegaba a París, Erasmo hacía su última visita a esa Universidad y publicaba su “Elogio a la locura”.
Aunque por entonces la universidad parisina estaba en decadencia, Vives vivió en uno de los centros- el Colegio de Monteagudo- más importantes para la reforma moral y religiosa de Francia. En 1483 Jean Standonck se había hecho cargo de Monteagudo, llevando a él el fervor religioso de los Hermanos de la Vida Común (que trabajaban, especialmente copiando textos cristianos, sin votos, rechazando la mendicidad para su sostenimiento) -fundados por Geert Groote (1340/1384), un holandés que predicó -a instancia de su obispo- la conversión y la salvación de las almas y la denuncia del lujo, la usura y la simonía, enseñanzas que estaban en consonancia con la doctrina de la Iglesia católica. Impulsó también la traducción de la Biblia a la lengua vernácula para beneficio de todos. El Colegio de Monteagudo contó entre sus alumnos a hombres como Ignacio de Loyola, Erasmo, Rabelais o Calvino.
Vives siguió en París el programa de la Facultad de Artes (las siete artes liberales del trivium y quadrivium). Pero, como ya había estudiado en Valencia gramática y retórica, dedicó principalmente los tres años en París al estudio de filosofía (un curso largo de lógica, un curso abreviado de física y rudimentos de filosofía moral y metafísica).
En 1512 fijaría su residencia en los Países Bajos viviendo en Brujas desde aquel año. En la ciudad de Brujas vivía una importante colonia de judíos españoles, entre ellos la familia de los Valdaura, procedentes de Valencia. La mansión de los Valdaura fue el primer refugio de Vives en Brujas.
Allí trabajó como preceptor de los hijos del matrimonio, entre los que estaba Margarita, la futura esposa de Vives. En Brujas se hizo buen amigo de Francisco Cranevelt, apoderado municipal de la ciudad, devoto cristiano, con buen gusto literario y doctor en Derecho por la Universidad de Lovaina.
El primer libro de Vives, Christi Iesu Triumphus (1514) es una conversación sobre el triunfo de Cristo en el día de su Resurrección y un ataque contra la exaltación y glorificación de las guerras y del heroísmo cesarista; uno de los personajes de esta obra dice que Cristo sostuvo cinco guerras: contra los demonios, contra el mundo, contra la carne, contra los judíos y contra la muerte. La segunda parte de esta obra, titulada Virginis Dei Parentis Oratio, aplica a María el mensaje central del libro: el verdadero heroísmo consiste en luchar y vencer al pecado y al mal.
En el verano de 1516 se encontraron por vez primera Vives y Erasmo y el encuentro tuvo lugar en Brujas. En marzo de ese año había dedicado Erasmo a León X sus Anotaciones al Nuevo Testamento y en mayo su Institutio Principis Christiani. En diciembre publicaría Tomás Moro su Utopía.
En el año 1517, tal vez por recomendación de Erasmo, Guillermo De Croy –íntimo amigo de Erasmo – eligió a Vives como preceptor privado suyo. Aunque tenía 19 años, Guillermo era ya obispo de Cambray, cardenal y arzobispo electo de Toledo para suceder a Cisneros. En compañía de su pupilo, Vives se trasladó de Brujas a Lovaina, donde había un Colegio trilingüe para el estudio de griego, latín y hebreo. Dentro del círculo de Vives en Lovaina estaba el judío español Mateo Adriano, uno de los mejores hebraístas de entonces.
El profesorado de Lovaina se dividía en teólogos conservadores y humanistas, éstos de mentalidad más abierta. Aunque las simpatías de Vives estaban con los humanistas, procuró mantenerse al margen de las rivalidades personales y moderar la posición de los teólogos.
En los cuatro años (1517/1521, año de la muerte del pupilo) del preceptorado de De Croy, las ideas personales de Vives comenzaron a tomar cuerpo. En ese tiempo escribió Vives cuatro obras de contenido religioso (Meditationes in septem Psalmos Poenitentiales, Genethiacon Iesu Christi, De tempore quo, id est, de pace in qua natus est Christus, Clypei Christi Descriptio), en las que expresa un tipo de piedad que, como la de sus amigos íntimos, había bebido en las fuentes de la Devotio Moderna y en escritos de Erasmo. El mensaje de aquellas obras de Vives era claro y ortodoxo: los destinos del Cristianismo están dirigidos por la providencia, lo sobrenatural no debe separase del plano de la naturaleza y de la historia; sigue Vives – en las dos últimas obras citadas – la concepción agustiniana de la historia como síntesis entre las libres decisiones humanas y la providencia divina. Abunda además en un elogio de la paz, característico del círculo erasmiano.
En 1519 Erasmo decía que Vives, como español nativo, habla castellano y, habiendo vivido largo tiempo en París, está muy versado en el francés. Nuestra lengua la entiende mejor que la habla. Vives sabía el griego suficiente como para usarlo en su correspondencia privada como subterfugio para la crítica atrevida. En la introducción de la obra de Vives Declamationes Syllanae, dice Erasmo: Mientras otros gritan, Vives declama con sabiduría y serenidad única… Apenas conozco a nadie de este tiempo comparable a Vives… y, finalmente, no conozco a nadie en el cual el torrente de elocuencia vaya de tal modo apoyado por su mucho saber filosófico.
El último período de la vida de Vives llevó consigo un fuerte avivamiento de su fervor religioso. Su primera ocupación tras su partida de Inglaterra fue la de escribir, a petición de un eclesiástico de San Donaciano y con ocasión de la plaga que infestó Brujas en 1529, una plegaria al sudor de la sangre de Cristo en Getsemaní (Sacrum Diurnum de sudore Domini Nostri Iesu Christi). En 1535 escribió una colección de plegarias bajo el título Excitationes animi in Deum, que incluye normas para la meditación, preces diurnas, preces para cualquier ocasión y un comentario de la oración dominical.
Otra obra maestra de Vives es el tratado enciclopédico De Disciplinis (1531) que, a juicio de Ortega y Gasset es, no sólo un programa revolucionario de educación sino también la primera reflexión del hombre occidental sobre su cultura y una ambiciosa meditación sobre los propósitos, la corrupción y la reforma de toda la cultura humana.
El tercer gran tratado de Vives fue impreso dos años antes de su muerte, De anima et vita, con el que inauguró el estudio del hombre basado en la observación y en la reflexión. Por ese libro Lange llama a Vives el padre de la psicología moderna.
En 1538 publicó Vives su Lingua Latinae Exercitatio, brillante colección de diálogos escritos con un texto de vocabulario básico y una gramática latinos, dedicados a Felipe, el hijo del emperador Carlos. De este libro dijo Azorín: Acaso no haya libro en nuestra literatura más íntimo y gustoso. Abridlo; ved cómo pasa la existencia menuda y prosaica de los pueblos en una serie de pequeños cuadros.
En los dos últimos años de su vida (1538/1540), Vives se dedicó a escribir una obra apologética de conjunto que pretendía ofrecer al Papa. Aunque no terminó el libro, después de su muerte y a petición de su viuda, su amigo Cranevelt lo publicó en enero de 1543 y se le dedicó a Paulo III. Este libro, De Veritate Fidei Christianae, es el mejor documento para apreciar cómo Vives contemplaba la vida cristiana en sus últimos años.
El exceso de trabajo había puesto a Vives más de una vez a las puertas del agotamiento. A partir de los cuarenta, estuvo sufriendo un caso maligno de artritis que casi lo lisió. El 6 de mayo de 1540, Juan Luis Vives murió en Brujas probablemente de un cálculo biliar. Fue inhumado debajo del altar de san José, en la iglesia de san Donaciano, que actualmente no existe. Su joven esposa lo acompañó doce años más tarde.
Algunas obras de Vives, que escribió siempre en latín:
- Christi Iesu Triumphus, París, 1514.
- Adversus pseudodialecticos, Lovaina, 1520.
- Preces et Meditationes genenerales, Lovaina, 1520.
- Declamationes quinque Syllanae, Lovaina, 1520.
- Commentaria in XXII libri De Civitate Dei Divini Aurelii Augustini, Lovaina, 1521.
- Introductio ad Sapientiam, Lovaina, 1524.
- De Institutione feminae christianae, Amberes, 1524.
- De causas corruptarum artium, Amberes, 1531.
- De tradentis disciplinis, 1531.
- De disciplinis libri XX, Amberes, 1531.
- De officio mariti, Basilea, 1538.
- Exercitatio linguae latinae, Basilea, 1538.
- De Anima et Vita, Basilea, 1538.
- De Aristoteles operibus censura, 1538.
- Satellitium animae sive Symbola, Francfort, 1540.
- De Veritate Fidei Christianae, Brujas, 1543.